Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Espero se encuentren bien, llenos de bendiciones, alegría y salud. Les saludo con mucho amor de padre y pastor. Para mí es una alegría, a través de este medio dar un mensaje y reflexión que nos ayude a todos a crecer en nuestra fe.
Hoy es domingo de la Santísima Trinidad, siguiente a Pentecostés esta fiesta. Comienzo mi reflexión desde la antífona de entrada que marca el sentido de esta fiesta: ‘Bendito sea Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros’.
Hablar de la Santísima Trinidad es hablar de la infinita misericordia que Dios tiene con nosotros. Todo el Antiguo Testamento (vemos) un Padre que crea, que da la vida, que es compasivo y misericordioso con su pueblo. El Hijo de Dios que se encarna por amor del Padre, que nos envía a su Hijo, toma nuestra carne y nos salva porque es mucho su amor por nosotros, que muere y resucita y vuelve al Padre y el Padre nos envía al Espíritu Santo al Paráclito, al consolador Señor y dador de vida que infunde su amor en nosotros. Por eso la antífona.
Dos cosas
La primera lectura del Deuteronomio comienza haciéndose varias preguntas ¿acaso ha habido un Dios tan grande como Yaveh, como el nuestro? Vean la Creación: su amor, su cercanía, su poder, su brazo fuerte, su mano poderosa…El Deuteronomio nos hace reflexionar la grandeza de Dios Padre, de un padre misericordioso y la lectura nos invita a dos cosas: una, reconoce y graba en tu corazón que el Señor es el Dios del cielo y de la tierra, y que no hay otro Dios. El otro aspecto es una invitación: cumple sus mandamientos para que vivas muchos años. Vivir en la presencia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y el que vive en la presencia y el amor de Dios vive en gracia, tiene la vida de Dios, vive en plenitud muchos años, y no en un sentido numérico, sino en gracia.
Fe trinitaria
Proclamar nuestra fe en la Santísima Trinidad, que todo lo hacemos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, nos lleva, como dice el Salmo responsorial, a ser dichosos. Vivir en la Santísima Trinidad nos da dicha plena, una alegría completa.
La carta de san Pablo a los Romanos, la segunda lectura, nos invita a reflexionar que somos hijos de Dios que no hemos recibido un Espíritu de esclavitud, sino un espíritu de hijos, de vida y en ese sentido, nos dice san Pablo, somos coherederos de Cristo, de su heredad; heredamos la vida de Dios para vivir conforme al amor de Dios.
Esta fiesta de la Santísima Trinidad nos invita por una parte a reflexionar vivir el amor de Dios y su misericordia a través del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pero también nos invita a ser misioneros, a una misión, a un envío.
San Mateo, en el evangelio, nos narra que Jesús se reunió con los 11 apóstoles en Galilea y les dice: ‘Me ha sido dado todo poder en cielo y en la tierra’, y también les dice: ‘Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’. Vayan en nombre de la Santísima Trinidad.
Así como el Padre el Hijo y el Espíritu Santo salen al encuentro del hombre para darnos amor vida, gracia, así también todos, como Iglesia, debemos salir. Y al final del evangelio Cristo nos garantiza su presencia permanente con nosotros: ‘Sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’. Por eso todo lo hacemos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, con la certeza de que Dios siempre está con nosotros.
Testimoniar
Dios Padre te ama, está contigo, te bendice. Dios Hijo ha dado la vida por nosotros, nos ha salvado, redimido, y el Espíritu Santo nos santifica, nos da su paz. La Santísima Trinidad presente entre nosotros.
Por eso demos testimonio de lo que creemos, por eso en el Credo confesamos nuestra fe en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Tenemos que traducir esa fe en hechos, en obras, en varios aspectos, en el amor, en la vida plena, en la verdad, pero sobre todo en la unidad. Tener siempre presente en nuestra oración a la Santísima Trinidad, hablar de la Santísima Trinidad como clave de la misericordia y nosotros como cristianos Católicos testimoniar esta fe en la misericordia de Dios y en el amor a nuestros hermanos.
Que Dios los fortalezca a todos. La bendición de Dios Todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo permanezca siempre con ustedes. Buen domingo.