La profesión de fe, también llamada “símbolo”, es un signo de reconocimiento propio de los bautizados; en ella se expresa el contenido central de la fe y se recogen sintéticamente las principales verdades que un creyente acepta y de las que da testimonio en el día de su bautismo y comparte con toda la comunidad cristiana para el resto de su vida.
Existen varias profesiones de fe, que muestran la riqueza de la experiencia del encuentro con Jesucristo. Sin embargo, tradicionalmente, las que han adquirido un especial reconocimiento son dos: el credo bautismal de la Iglesia de Roma y el credo niceno-constantinopolitano, elaborado originalmente en el año 325 por el Concilio de Nicea, en la actual Turquía, y perfeccionado después en el de Constantinopla en el año 381.
“Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación” (Rm 10,9‑10). Este texto de san Pablo subraya cómo la proclamación del misterio de la fe exige una conversión profunda no solo de las propias palabras, sino también y sobre todo de la propia visión de Dios, de uno mismo y del mundo.
«Recitar con fe el Credo es entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es entrar también en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos» (CCC 197).
Credo apostólico (Símbolo de los Apóstoles)
Creo en Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato
fue crucificado,
muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre
los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha
de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a
juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.