Diana Adriano
El pasado 19 de septiembre, el Vaticano aprobó formalmente las peregrinaciones al pueblo de Medjugorje, en Bosnia Herzegovina, lugar donde, entre 1981 y la década de los noventa, personas afirmaron haber presenciado apariciones repetidas de la Virgen María.
Aunque la Congregación para la Doctrina de la Fe aún no se ha pronunciado sobre la autenticidad de estos fenómenos, ha permitido el culto, destacando que «se han producido muchos frutos positivos».
Uno de estos frutos se refleja en el testimonio de Salvador Íñiguez, un devoto mexicano, quien experimentó una profunda conversión gracias a la intercesión de la Virgen María en Medjiugorje, donde se le venera como Reina de la Paz.
Herencia espiritual
Nacido en julio de 1974, Salvador Íñiguez Morales es el menor de diez hermanos en una familia de campesinos y de grande fe y prácticas espirituales. Sus vacaciones eran sinónimo de retiros en el rancho familiar, donde la oración y el rezo del Santo Rosario formaban parte de la rutina diaria.
Un día, Salvador descubrió un ejemplar del libro La Virgen Habla en Medjugorje, el cual se convirtió en el legado más preciado que recibió de su difunta abuela paterna.
El mensaje de la Virgen resonó profundamente en Salvador y desde entonces se fijó en su corazón el deseo de ir a ese lugar “al otro lado del mundo”.
Semilla
Incluso después de la muerte de su abuela, Salvador siguió anhelando visitar a la Virgen María en Bosnia.
Y cuando recibió como regalo de una religiosa amiga de su madre dos libros: Medjugorje, escuela de la Virgen y La Ciencia y Medjugorje, salvador comenzó a ser más consciente de lo que significa ser un cristiano católico comprometido.
Durante su adolescencia, Salvador experimentó los desafíos de vivir su fe. Recuerda cómo rezaba el Rosario cada mañana camino a la secundaria, hasta que algunos compañeros comenzaron a burlarse de él.
Con el tiempo, Salvador se alejó de su vida espiritual, cediendo a las presiones sociales. Sin embargo un vacío interno persistía.
Tras unos años, Salvador fue invitado a vivir una Pascua Juvenil parroquial, donde reavivó la fe y fue animado a ingresar al Pre Seminario.
Un desengaño
Lleno de entusiasmo y esperanza Salvador se adentró en ese camino vocacional, pero pronto sufriría algunos desencuentros, que hoy Salvador prefiere no compartir.
Tras casi nueve años de búsqueda, Salvador decidió abandonar el Seminario, tristemente con una profunda herida en su corazón.
Dejó de frecuentar los sacramentos y de orar, permitiendo que el resentimiento y el odio se convirtieran en sus fieles compañeros. Sumido en una crisis interior, Salvador estudió enfermería geriátrica y homeopatía, no por un deseo genuino de servir, sino con la esperanza de ganar dinero y sobrevivir.
Reencuentro con María
El entrevistado compartió el momento que cambió su vida. Era un miércoles cuando iba de regreso a casa en el autobús y comenzó a escuchar música.
“Al buscar mis audífonos, encontré enredado un Rosario que me había regalado la madre de un amigo”, relata Salvador.
Este Rosario había sido bendecido en Bosnia y su crucifijo tenía inscrito «Medjugorje» en el reverso. Salvador recordó lo que esa palabra había significado para él y ese momento decidió bajarse del autobús y dirigirse al lugar donde se reunía su antiguo grupo religioso, a solo unas cuadras de distancia.
Llegó dos horas antes y una religiosa le permitió entrar en la capilla, donde se encontraba la imagen de la Reina de la Paz. “Me acerqué y enseguida vino a mi mente todo el dolor, la amargura y la decepción que llevaba dentro”, explicó.
Sentado en una pequeña silla, Salvador comenzó a rezar el Rosario, pero no solo rezaba, también peleaba con la Virgen, lleno de lágrimas y reclamos.
Después de dos horas, una mano en su hombro lo sacó del trance. Uno de los miembros del grupo le pidió ayuda para mover la imagen junto al altar.
Para entonces la capilla estaba llena de gente y Salvador tomó asiento al final, pero pronto notó que un sacerdote estaba confesando. “Me acerqué sin saber qué decir”, recordó.
Ya frente al sacerdote, este le preguntó directamente: “¿Tu confesión es en calidad de religioso o laico?” El sacerdote parecía saber sobre su pasado y tras una breve conversación, lo absolvió y le dijo algo inesperado: “Ofrece tu Comunión, hoy es 25 de junio, aniversario de las apariciones de la Virgen en Medjugorje”.
En ese momento, Salvador le dijo al sacerdote sentirse fracasado en la vida, a lo que él respondió: “Júntate con la Virgen, júntate con María Reina de la Paz, a Ella nadie la puede detener… la Virgen anda desatada”.
Después de esa experiencia, Salvador se integró al grupo “María Reina de la Paz” y comnenzó su vida “desde cero”.
“Formé grupos de oración en familias y con niños, ayudaba a quienes lo necesitaban según mis posibilidades y haciendo gestiones”, relató.
Luego Salvador llevó el mensaje de la Reina de la Paz a las personas de la calle y junto a un amigo decidió ayudar a quienes no habían experimentado el amor de Dios en sus vidas.
“Fuimos a prostíbulos, hablamos con adictos a las drogas y ayudamos a indigentes. Con el tiempo, sentimos la necesidad de formalizar este apostolado y, tras mucha oración, lo llamamos ‘Apostolado María Reina de la Paz: Dame tu Corazón Herido’”, compartió.
Este apostolado ha crecido con el tiempo, y hoy Salvador es predicador y cantante.
“Soy una vocación frustrada, pero una misión realizada gracias a la Reina de la Paz”, sentenció.
Sueño realizado
En mayo de 2012, Salvador fue invitado a participar en el documental Mary’s Land – Tierra de María, dirigido por Juan Manuel Cotelo. Y en julio de ese mismo año, cumplió el sueño de su vida al viajar a Medjugorje, cuando tenía 38 años de edd.
“Este pueblecito, cuyo nombre está tatuado en mi corazón, cambió mi vida”, relató emocionado.
Para Salvador, Medjugorje representa una segunda familia, una familia espiritual que ha crecido junto con su apostolado, y le ha recordado aquello que una vez un sacedote le dijo:
“A la Virgen nadie la detiene, y a quienes se juntan con Ella, nadie los detiene”.