Pbro. Eduardo Alfonso Hayen Cuarón/ Director de Presencia
Existe una sensación de perplejidad sobre la gran proliferación de la homosexualidad. ¿Por qué hay tantos hombres gay y lesbianas?, es la pregunta que muchos se hacen. Antes eran raras las personas que se atrevían a salir del closet, pero hoy son muchos los que lo hacen. Aún sin tener tendencias sexuales hacia el mismo sexo, hay personas que deciden tener este tipo de experiencias, simplemente porque se han puesto de moda. ¿Cómo se inició esta difusión del estilo de vida LGBTQ y por qué ha conquistado cada vez más aceptación? ¿O cómo tantas personas aceptan hoy el aborto legal, si antes era impensable?
Los estilos de vida, las modas y las conductas sociales no brotan espontáneamente de la noche a la mañana. Tienen su origen en las personas intelectuales. Son las ideas las que se generan en las mentes de algunas pocas personas pensantes, y así como los edificios tienen su origen en las ideas de los arquitectos, así los estilos de vida que la sociedad acepta nacen en las mentes de unos cuantos intelectuales.
Los diseñadores del estilo de vida gay fueron –unos más, otros menos– Sigmund Freud y su teoría del psicoanálisis; Wilhelm Reich y sus teorías sexuales aunadas al comunismo; Herbert Marcuse y su libro «Eros y civilización»; Michel Foucault y su odio contra el orden establecido; Guy Hocquenghem y su libro «El deseo homosexual», que es una especie de credo para la ideología de género.
Los intelectuales se mueven en el mundo de las ideas abstractas y tienen algunos adeptos. Van haciendo escuela. Son personas que saben comunicar bien sus mensajes en ambientes académicos, y aprovechan los mecanismos de difusión para sus ideas: editoriales, periódicos y revistas especializadas, televisión, radio, internet, conferencias, cátedras, foros y congresos. Los intelectuales pretenden influir en la cultura y cambiar la manera que tenemos de ver la vida y sus valores. Su compromiso es moral y es político.
Pensadores, intelectuales y filósofos tienen un papel muy importante en la vida de los pueblos. Hacen mucho bien cuando ponen su inteligencia al servicio de la verdad y el bien; pero también pueden provocar daños incalculables cuando sus mentes oscurecidas por el ateísmo terminan por deformar la verdad y exaltar la mentira. Pensemos en el marxismo y toda la destrucción que este ha generado.
Agustín Laje afirma que existen intelectuales en tres grados. Los del primero tienen un círculo de influencia muy pequeño y no pueden llegar a las masas. Es preciso que existan –dice– los intelectuales de segundo grado, que son los catedráticos en las universidades. Estas personas estudian, explican y simplifican las ideas que los intelectuales de primer grado elaboran, y así sus alumnos en las universidades asimilan esas ideas.
Es en ambientes universitarios y académicos donde se empiezan a cocinar las ideas que después se derramarán a la sociedad para crear estilos de vida. Son las universidades verdaderas fábricas culturales. Más abajo en la pirámide de la difusión de ideas encontramos a los intelectuales de tercer grado que son los periodistas, los escritores especializados, investigadores, conferencistas, analistas, columnistas, editorialistas. Todos ellos simplifican más las ideas aprendidas y las comunican al público no especializado.
Sin embargo los periodistas siguen teniendo un pequeño círculo de influencia porque son pocas personas las que se interesan en estas temáticas, que suelen ser abstractas y complejas. Se necesitan entonces nuevos agentes para que las ideas de los intelectuales lleguen realmente a influir en las masas y se impongan nuevos estilos de vida. Son las estrellas del espectáculo como cantantes, actores, bailarines, deportistas, presentadores, gente del mundo de la farándula y ahora los influencers, quienes al reproducir en sus comportamientos aquellas ideas, terminan por convencer al grueso de la sociedad de las bondades de un cierto estilo de vida.
Los jóvenes hoy aceptan la homosexualidad sin ningún cuestionamiento porque han observado que Ricky Martin salió del closet, vive con su pareja y tiene hijos adoptados; miran que Miguel Bosé también ha vivido una relación con otro hombre; se enteran de que un hombre transgénero que gana el concurso Miss España en 2018; ven que Madonna y Britney Spears se besan en la boca durante un concierto. Así podríamos poner cientos de ejemplos de estrellas del espectáculo que, sin ninguna capacidad crítica –por lo general son personas a las que les falta cerebro– reproducen conductas que tuvieron su origen en las ideas retorcidas que otros desarrollaron en ambientes académicos y universitarios.
Estos nuevos estilos de vida que son aceptados por las masas terminan por imponerse con la ayuda de los políticos. A estos les interesan los votos, y para ello se ajustan a las ideas y modas dominantes, con tal de llegar al poder y conservarlo. Si antes los políticos basaban sus campañas apoyándose en los intelectuales, hoy buscan su apoyo en la farándula con tal de convencer al público menos educado. De esta manera terminan por apoyar las ideas del círculo LGBTQ con tal de ganar más votos.
Los católicos hemos de desarrollar una capacidad crítica ante los estilos de vida que algunos intelectuales apoyados por la farándula y la política nos quieren imponer. Es preciso resistir la colonización cultural y fortalecer nuestro estilo de vida. Porque la vida cristiana no es producto de mentes retorcidas por el ateísmo y la impiedad, sino que tiene su fuente en la mente divina y humana de Jesús de Nazaret y en la Iglesia que Él fundó; Iglesia que es conducida por la sabiduría de los papas, alimentada con las enseñanzas de los Santos Padres, los doctores, escuelas de espiritualidad y enriquecida con el testimonio de innumerables santos. Estos sí son verdaderos modelos y no la gente del mundo del espectáculo.