Paola Moreno/ Caridad y Verdad
En los pasados meses veíamos una seria de información acerca de la sequía extrema que se estaba viviendo en el país. En el caso de Chihuahua presenciábamos casos impresionantes; como la Cascada de Basaseachi, con imágenes que mostraban la caída seca en su totalidad, al igual que algunos cuerpos de agua del estado que se encontraban en la misma situación. En las ultimas semanas hemos presenciado precipitaciones en todo el Estado y como decía mi abuelo “después de la lluvia, llega la vida”. Fue un alivio para país al igual que para el Estado recibir estas lluvias que trajeron de nuevo vida a cascadas, presas y ríos.
En Ciudad Juárez la lluvia tan anhelada nos dejo sentir un clima fresco en pleno verano, un respiro de temperaturas que llegaban a los 40 grados.
Sin embargo, se vivía la realidad de una ciudad limitada en drenaje pluvial, una falta de planeación urbana, en donde muchas viviendas asentadas en zonas de riesgo sufrieron los estragos de la esperada lluvia; inundaciones al interior de los hogares y en algunos casos pérdida total. La insuficiencia de drenaje pluvial se expuso en diversos puntos de la ciudad con avenidas inundadas en su totalidad. En este punto se cuestionaron algunas obras relacionadas al tema, evaluando si funcionaron o no después de la presencia de las precipitaciones.
Al no ser de inmediata la respuesta de filtración de las lagunas en los sectores donde se desarrollaron estos proyectos, se empezaron a formular juicios tempranos acerca de la funcionalidad de las obras pluviales, las cuales, de acuerdo con expertos, tuvieron éxito al cumplir su objetivo y eliminar charcos que anteriormente duraban días para poder desaparecer.
Lamentablemente la realidad de la ciudad es una visión limitada de los beneficios de este tipo de obras. En Ciudad Juárez la fuente de abastecimiento de agua potable es subterránea por medio de mantos acuíferos de donde se extrae el vital líquido para llevarlo a los hogares. Este tipo de infraestructura aparte de eliminar los charcos molestos en avenidas, ayuda a la recarga del manto acuífero, una propuesta que poco se ha valorado y que debería de ser una de las principales razones para continuar con estas obras.
Vivimos en una zona desértica y el agua es un recurso finito que se debe cuidar y valorar, promocionar acciones que ayuden a mantener la “fuente de vida”.