Dolor e indignación se mezclaron el pasado 3 de mayo ante la tragedia ocurrida el Metro de la Ciudad de México.
Al menos 26 personas fallecieron y decenas resultaron heridas tras el desplome de un tramo de vía elevada de la línea 12 entre las estaciones de Olivos y Tezonco, en el sureste de la capital mexicana.
La estructura destruída casi sirve de frontera entre Iztapalapa y Tláhuac, dos de las alcaldías con mayores niveles de pobreza y donde sumadas viven más de 2.2 millones de personas que ahora se quedaron prácticamente sin conexión.
De acuerdo a reportes de prensa, este accidente era previsible y varias veces se reportó a las autoridades el “crujido muy horrible que se oía cuando circulaba la línea», o las cuarteaduras evidentes en la estructura.
Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Cómo puede haber justicia para la sociedad ante obras de gobierno de mala calidad, que incluso pueden cobrar vidas?
Cuando los gobiernos afirman estar al servicio de la sociedad, se adhieren de manera automática a la búsqueda del bien común que, en pocas palabras, sabemos que se refiere a la existencia de condiciones para que las personas alcancen su pleno desarrollo. Esto se escucha muy bien, pero se complica cuando la realidad evidencia las enormes brechas de desigualdad dentro de las propias ciudades; ¿cómo garantizar que dos personas en condiciones muy distintas tengan la misma oportunidad de desarrollo?
Esto orilla a los gobiernos a enfocar sus recursos a resolver inequidades concretas: que no sea obligatorio tener dinero para que los hijos tengan una buena educación, viajar “al otro lado” para tener un buen servicio médico, tener un auto para poder desplazarse por la ciudad o depender incondicionalmente de alguien para poder subsistir.
Por eso es injustificable que las acciones de gobierno sirvan para hacer más evidentes las desigualdades en lugar de resolverlas. No se trata solamente de llevar servicios a las zonas marginadas, sino de que estos sean una herramienta para superar las condiciones de marginación.
Para llevar educación a las zonas rurales, no basta con construir un cubo y meter sillas y mesas; hace falta que el lugar sea accesible, que sea digno y cómodo, que se equipe de manera adecuada, que sea atendido por profesores preparados. Tampoco basta con construir un desnivel al lado de la calle para que las personas transiten; es primordial que esté nivelado, que no esté bloqueado con postes o botes, que sea accesible para cualquier persona. De lo contrario, vamos a tener comunidades condenadas al rezago y lo que es peor: con una normalización estructural del abandono como forma de vida.
¿Cómo reconocer a un gobierno comprometido con la justicia social? No es sencillo construir un instructivo, pero la Doctrina Social sienta las bases. Se requieren gobiernos que reconozcan, ante todo, la dignidad de las personas y que, partiendo de esa individualidad, las ayuden a crear comunidades integradas. ¿Cómo? Con solidaridad y subsidiariedad; gastando en atender la necesidad apremiante de hoy, pero invirtiendo recursos económicos y humanos para que mañana ese gasto ya no sea necesario.
Luis Villavicencio R./ Juárez sin corrupción
Soy el ingeniero civil egresado de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional generación 68-72 con especialidad en estructuras de Alta tensión de CFE. En los cánones principales de esta Ingeniería Civil está la seguridad, tanto de la construcción misma, como en la operación de la obra en cuestión. Es muy lamentable la pérdida de valores de los políticos que escatiman la seguridad por incalificables intereses. Hablando del caso de la Línea 12 del Metro en CDMX, casualmente conocí a uno de los proyectistas, quien me confió enseñándome una comunicación que entregó, en la que advertía el peligro de usar ruedas metálicas en lugar de las neumáticas proyectadas. Triste se despidió de un servidor, esta persona que concluía una importante obra en Juárez. Me dijo: “quiero que sepas que no me escucharon ni por escrito”.
Luis Ríos/ Ingeniero civil
La justicia es un concepto muy amplio y con connotaciones diferentes según su enfoque. Desde la DSI, la justicia consiste “en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido”, por lo que se puede entender a la justicia como el criterio moral en los ámbitos intersubjetivos y social.
En México es sabido que hay una seria crisis en el sistema de justicia, evidenciado por los altos niveles de impunidad, lo cual se convierte en un círculo vicioso, pues la impunidad incentiva más delito y corrupción, los cuales a su vez acentúan e incrementan la impunidad. Esta problemática se extiende e impacta muchos otros aspectos de lo público, entre ellos el de la gestión y ejecución de obra pública, la cual se convierte en reflejo de muchas de las malas prácticas y riesgos de corrupción presentes en todo el sistema gubernamental.
Evidentemente, el problema de la justicia es de carácter estructural y su solución se encuentra en la raíz del sistema político, sin embargo un ingrediente fundamental es y siempre será siempre la participación y vigilancia de los ciudadanos y de la sociedad civil organizada a modo de contrapeso. En la obra pública esto es de algún modo más sencillo que en otros procesos de gobierno, pues la obra se encuentra a la vista y es posible dar seguimiento, además de existir la posibilidad de solicitar por transparencia la información de las obras.
Esto es de suma importancia como estrategia para prevenir obras mal ejecutadas. Sin embargo, ante el caso particular de eventos ya ocurridos como el de la línea 12, es importante exponer el caso, exigir se investigue, evitar restarle importancia o caer en distractores como han pretendido algunos actores políticos. Dar apoyo a los afectados para que puedan exigir y llevar a cabo un proceso por vía legal para esclarecer responsabilidades en la tragedia, y que, ya sea la corrupción, negligencia o falta de capacidad de los involucrados tengan eco y se paguen de algún modo, ya sea judicial o políticamente.
Dra. Alma Rodríguez/ Profesora universitaria
Cuando escuchamos hablar de una obra pública de gobierno de mala calidad, regularmente interviene la premura o la corrupción, a menos de que sea una equivocación. Entonces la mejor manera de hacer justicia es investigar el acontecimiento y subsanar el daño, si es que se puede.
Los hallazgos que vayan surgiendo de investigar los acontecimientos deben transparentarse a todos los ciudadanos, ya que para su realización se invierten los impuestos de los mismo. Cuando se encuentran omisiones o corrupción en la realización de una obra, se debe proceder conforme a la ley para que el responsable pueda pagar por el suceso, independientemente del puesto público que ocupe. Desgraciadamente cuando se pierde una vida por la mala calidad de una obra, el daño es irreparable, como lo sucedido hace unos días en la Ciudad de México con la línea 12 del metro, la que desde su asignación como en su realización se encontraron muchas irregularidades; cuando el daño es a la salud, deberían cubrirse en su totalidad los gastos médicos que se requieran; cuando el daño es material, debería de repararse en su totalidad.
Mtro. Ramón Enrique Rodríguez/ Caridad y Verdad