Leonel Larios Medina/Rector de la Catedral de Parral
En julio celebramos las ya tradicionales Jornadas Villistas. Actividades para reactivar la economía y atraer el turismo. La fiesta patronal del 19 de marzo, parece no atractiva, aunque ha habido intentos de hacer carnavales y fiestas de san José. Total, el verano parece más adecuado por sus días largos y temporada vacacional.
Es así que hace algunos años Pancho Villa se volvió una marca, un emblema, para atraer a las personas a visitar la capital del mundo. El atractivo era ver cómo asesinaron al general de la División del Norte, en las calles de Parral, su velorio y entierro. Personas disfrazadas, calles cerradas, caballos y jinetes, todo un ambiente revolucionario, para representar nuevamente la muerte de Villa.
Quiero reconocer el esfuerzo que hace el gobierno y la iniciativa privada para hacer tanta fiesta, de manera especial que, a los ya tradicionales eventos, se agreguen algunos realmente culturales, como las presentaciones de obras literarias. Elegí asistir a la presentación del libro titulado “La emboscada” de Reidezel Mendoza Soriano, donde presenta documentos históricos respecto a las razones por las que mataron al duranguense Francisco Villa.
El 20 de julio de 1923, a las 7:45 de la mañana salió Villa de la Casa de Manuela Casas, su amante, abordando al volante de su Dodge 22 y dirigiéndose por la calle Juárez hasta la muerte inesperada. Villa era acompañado del coronel Trillo y su escolta, que no tuvo ni siquiera oportunidad de responder al ataque. Desde el callejón Meza, José Lozoya con su pañuelo indicaba a los otros ocho pistoleros que el general “la fiera” venía al volante, para afinar la puntería e iniciar la matazón.
¿Qué razones tenían los pistoleros para matar a Villa? ¿Eran enviados del gobierno de Obregón? ¿Cuáles eran las razones para arriesgar la vida en este crimen? Esas preguntas las resuelve el autor con todas las historias y testimonios recabados de acontecimientos previos al suceso. Villa no era un hombre ejemplar, ni monedita de oro.
Si la historia de Doroteo comienza por verse indignado ante el ultraje de su hermana y los excesos de los ricos, muy pronto se le olvidaron y comenzó a hacer tantas acciones ruines por las que mucha gente lo odiaba. Saqueos, violaciones, destrucciones, asesinatos, familias destruidas y despojadas, todo ¿a nombre de la revolución?
Las razones de arriesgar su vida por acabar con Villa eran sobre todo cuentas familiares pendientes con cada uno de ellos. El odio, el deseo de venganza y el querer acabar con alguien que tanto mal les había hecho. Los rifles y pistolas fueron sus aliadas aquella mañana del mes de julio.
Las estatuas en honor a Francisco Villa me resultan un poco chocantes. Entiendo la razón turística y económica, pero no el querer canonizar al bandido que tanto dolor ocasionó. En Parral tenía amigos y aliados, respetó siempre la propiedad de don Pedro de Alvarado, pero los fines buenos, nunca justificarán medios malos y atroces.
Hay hombres y mujeres que son dignos de elogios, me encanta cuando niños triunfan en matemáticas, cuando jóvenes atletas logran ganar medallas, cuando gente buena piensa en sus hermanos, en su terruño y lucha por él. Parral ahora es un Pueblo Mágico, ya no nos interesa llamarnos ciudad, basta con ser una sociedad que logre el progreso de su gente, y que podamos compartir al mundo los valores que tenemos de hospitalidad y buen trato. Fomentemos lo bueno que tenemos por compartir, no vaya a ser que, promoviendo a los malos, terminemos también en una nueva emboscada.