Felipe de J. Monroy/ Periodista católico
Que cada quien interprete los resultados del pasado proceso electoral como le venga en gana, lo importante es comenzar a imaginar cómo operan dichos resultados en el contexto político mexicano: ¿Sirven para que el partido en el poder mantenga márgenes de control y mejores proyecciones para repetir la presidencia de la República en el 2024? ¿O quizá confirman que las narrativas opositoras aún siguen probando las fórmulas que finalmente convenzan a la ciudadanía?
Como fuere, todas las fuerzas políticas tienen que sentarse a hacer reajustes. Apuntalar allí donde se ganó por muy poco margen o reestructurar donde se perdió por mucho. Hay, sin embargo, una trampa en la que pueden caer tanto ganadores como perdedores: que el éxito o el fracaso político depende de fenómenos genéricos externos y no del esfuerzo singular en la construcción de sus propias narrativas políticas. Es decir, las ideas sobre ‘perder’ o ‘ganar’ son apenas tímidos reduccionismos de lo que realmente ha sucedido en la jornada electoral.
Si bien es cierto que Morena, el partido del presidente, ha encontrado el camino que confirma su hegemonía política en las entidades, quizá aún falta mucho para que su estructura operativa alcance la disciplina y la organización que en otras épocas tuvo el PRI. La total dependencia de candidatos y perfiles formados, consolidados y emanados de otros institutos políticos refleja el principal fracaso de la estructura política morenista: la formación de cuadros que no sólo ‘adopten’ la idea de 4T por momentánea conveniencia, sino que sean ‘formados’ íntegramente bajo la filosofía y las búsquedas institucionales de la Cuarta Transformación.
Esto no es asunto menor, puede representar la única debilidad evidente del instituto político nacido con un muy diverso y extenso respaldo popular y con esperanza de ser una verdadera opción de cambio político-estructural en México. Crear y desarrollar como personajes políticos relevantes a ciudadanos politizados pero apartidistas que desde hace casi ya una década han patrocinado o promovido el crecimiento de Morena, y no sólo ser apenas baldosas de soporte para ver cómo ex priístas se siguen encumbrando sobre los anhelos de una nueva clase política.
Se requiere levantar un edificio con ladrillos de la propia ladrillera y no sólo con piedras de viejos templos paganos.
En el otro espectro político, resulta una verdad de perogrullo afirmar que las opciones al partido hegemónico no han sabido construir una narrativa que no sólo desprestigie al gobierno (esa es la mitad de la idea que deberían sembrar) sino que construyan esperanza entre el respetable. Quizá eso es lo que aún no hayan comprendido los partidos de oposición, no sólo requieren de los votos ciudadanos en las urnas, requieren del ‘voto de confianza’ de la ciudadanía fuera de los tiempos electorales. Dicha esperanza, como sucede con el partido en el poder, no se edifica sólo aprovechando los perfiles de líderes encumbrados en otros institutos políticos; se construye con una o dos ideas generales que deben compartir todos los miembros, adherentes, simpatizantes o ciudadanos politizados cercanos a su ideología política. En síntesis, la ciudadanía no sólo debe entender y abrazar la certeza de que el gobierno actual es pésimo sino que sí hay opciones creíbles de mejoría a las que sólo les hace falta que se les dé una oportunidad. No estoy inventando el agua tibia, es prácticamente lo que hizo el movimiento lopezobradorista desde la oposición durante décadas.
Es decir, no sólo se trata de derribar la fachada del palacio viejo ni acumular adobes sin sentido sino de tener una idea de nueva edificación, una nueva torre para la cual vale la pena poner ladrillo sobre ladrillo.
Tomo esta metáfora por lo expresado por Nietzsche: “El filósofo cree que el valor de su filosofía reside en el conjunto, en el edificio: la posteridad lo descubre en los ladrillos con los que construyó y que luego suelen volver a utilizarse para una mejor construcción”.
Los políticos ganadores y perdedores de la pasada contienda electoral pasada, deben reflexionar mucho sobre esa idea.