Pbro. Leonel Larios Medina/Comunicólogo
Llegamos al final de esta serie de cuatro artículos donde hemos abordado el tema de la tierra, del fuego y el aire, y ahora agradecidos con el don del cielo, llegamos al elemento fantástico que es el agua. Vivir en el desierto nos hace más sensibles, o al menos así quisiera verlo yo, al tema del vital líquido que algunos andan buscando en Marte, y otros lo tenemos ahí al alcance de un grifo pero con intereses diferentes.
Hace unos años veía un espectáculo en la plataforma de videos más famosa, un show del Cirque du Soleil, donde el tema central era el agua. A través del arte y la belleza, quiere expresar lo misteriosa y fantástica que es la hermana fresca agua, como la llamaría san Francisco de Asís. No cabe duda que, siendo tan sencilla en su composición química, resulta ser esencial para la vida. Donde hay agua, puede haber vida.
Hagamos ahora una crítica respecto al uso que hacemos de ella y cómo es considerada actualmente en el mundo. Nuestro cuerpo está compuesto por más del 80% de agua, y lo mismo podríamos decir de la mayoría de los mamíferos y las plantas. Aunque el mundo también está cubierto tres cuartas partes de agua, la mayoría es salada, agua del mar, que no es sencilla de utilizar para la vida sobre la tierra. Las reservas del agua dulce en el mundo escasean y es aquí donde empiezan los problemas.
El Creador hizo los ciclos de las estaciones, los estados del agua en ese ciclo básico de la lluvia que luego se evapora, se condensa y vuelve a caer, regando toda la faz de la tierra. Este ciclo natural y sencillo el ser humano con las técnicas lo ha modificado, sea para beneficio propio, pero también en detrimento de otras partes. Grandes presas ayudan a ciertas regiones y afectan los mantos freáticos de tierras más abajo. Nadie puede atribuirse la propiedad inmediata del agua del río que pasa por enfrente, esa agua no sale de ahí, y tampoco puede quedarse solo ahí. Es de suma importancia de las leyes revisen todos los elementos y evitar tratados seculares que afecten a las generaciones. Hace unos meses en la Boquilla, el tema del agua, tenía que ver con tratados que quería aplicarse sin tener en cuenta el daño que ocasionarían a nuestra región.
Todos estamos de acuerdo que el agua dulce se convierte no solo en una necesidad, sino en un derecho para todo ser humano. Actualmente no solo es derecho, sino un servicio público ¡por el que hay que pagar impuestos y consumo! Aún más, se ha convertido en un artículo de venta en tiendas casi al precio de un refresco, del vino o una cerveza. Esta privatización y comercialización dista mucho de hacer del agua limpia, purificada y consumible, un servicio para todos en la sociedad. Y en estos días de calor, si hablamos de pipas y tinacos vacíos, nos daríamos cuenta de lo mal planeado que está el desarrollo urbano y el uso irresponsable del vital líquido.
Cuando veo esas nubes negras y los relámpagos en la tarde que gritan su poder, me llena de esperanza saber lo necesaria e importante que es el agua, lo pesado que es acarrearla para dar de beber al ganado y lo costoso que resulta hacer esto. Dios la derrama en abundancia desde el cielo. Muchos quizá critican las oraciones y confían solo en la técnica, pensando que bombardeando nubes con químicos daremos orden a la creación, cuando más tenemos la gran responsabilidad de cuidar nuestra Casa común, esta hermosa creación, un jardín donde todos somos responsables. Necesitamos aprender a cuidar, a administrar y optimizar, a reciclar y cultivar mejor nuestra tierra. El agua, así como la tierra, el fuego y el aire, es un elemento para agradecer a Dios y alabarlo porque nuestra hermana el agua es fantástica.