Velia María Collazo Zapata/ Doctora en Derechos Humanos
En ocasión del día internacional del migrante (18 de octubre), se puede observar varias caravanas integradas por muchos hermanos provenientes de los países Centroamericanos, los cuales vienen arrastrando no sólo su cansancio por el largo camino recorrido, sino que también traen cargando sobre sus hombros pobreza extrema de su lugar de origen, vienen huyendo de la violencia, de las amenazas de muerte por parte de las mafias; y también saben que muchas veces serán carne de cañón en cuanto pisan suelo mexicano. Sus ilusiones, sus emociones, sus proyectos, sus hijos pequeños. Muchos de esos infantes viajan solos, con la firme convicción de encontrar una vida mejor, la de alcanzar el sueño americano.
No obstante, es grave la situación en la que se encuentran: son violentados física y emocionalmente por quienes los lideran, por las autoridades preventivas de cada región que van pasando, las que en lugar de protegerlos, los agreden; en ese largo caminar viajan sin comer, sin bañarse, enfermos, con los pies sangrantes, sin dinero en sus bolsillos, sin algún familiar o amigo que vele por ellos, que les acerque un pan caliente, sólo viajan a la buena de Dios, sin la certeza de que llegarán con vida.
Todos ellos traen consigo carpetas abultadas con sus documentos, en las que incluyen las trágicas historias de su vida, a fin de presentarlas a las autoridades migratorias; esporádicamente algunos migrantes solicitar un “papel” que les quite el mote de parias, para dejar de ser perseguidos en México, y les facilite su llegada a los Estados Unidos de América.
En efecto, migrar no es un delito, y en este sentido el presidente de la República opina que se debe “contener” la migración; sin embargo, contener no es una solución. La migración siempre va unida al desarrollo de los estados; sin embargo, no debe olvidarse que los migrantes son individuos que deben gozar y ser sujeto de los Derechos Humanos.
Cabe mencionar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señala que, “todos los migrantes, en virtud de su dignidad humana, están protegidos por el derecho internacional de los derechos humanos, sin discriminación, en condiciones de igualdad con los ciudadanos, independientemente de su situación administrativa o de su condición”.
Por consiguiente, los derechos humanos con los que cuentan los migrantes son: Derecho a la Nacionalidad. Derecho a la libertad de tránsito. Derecho a la seguridad jurídica y al debido proceso. Derecho a la asistencia consular. Derecho a la no discriminación. Derecho a solicitar asilo. Derecho a solicitar el reconocimiento de la condición de refugiado.
Por otro lado, El ACNUDH (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos) trabaja con el fin de promover, proteger y hacer cumplir los derechos humanos de todos los migrantes, cualquiera que sea su condición, con especial atención a los migrantes que se encuentran en situación de vulnerabilidad y corren mayor riesgo de padecer violaciones de derechos humanos.
En consecuencia, vale la pena preguntarse, ¿cuáles son los planes y estrategias que ha diseñado el Estado mexicano a fin de salvaguardar la marcha y estancia de los migrantes en su territorio?