Mi nombre es Irma Barrientos. Soy una mujer como cualquiera. Madre soltera. Trabajo día a día para darle lo mejor a mi hijo. Me esfuerzo por ser mejor persona, mejor ciudadana, y también -no tengo vergüenza en decirlo- también por ser mejor hija de Dios. Vengo a nombre de millones de mujeres, de hombres, de niños, de jóvenes y adultos. Vengo por mi voluntad. Vengo con el corazón en la mano. Vengo conmovida por mi familia, por mis amigos, por mi país. Los últimos años han sido de grandes pruebas para mí, y para todo nuestro México. Miles de familias hemos sufrido por la pandemia de COVID-19. Miles de familias han sufrido por la plaga del secuestro, del homicidio y de la violencia. Muchos también hemos tenido que salir adelante en medio de muchas dificultades económicas. Pero no nos hemos rendido. Aquí estamos y aquí seguiremos.
En medio de todo esto, nos causa dolor que en septiembre la Corte nos haya orillado a confrontarnos como enemigos a las mujeres y a la vida humana de nuestros hijos. Nos empuja a pensar que hay que elegir entre la mujer que ha abortado o el respeto absoluto de la vida de su hijo desde la concepción. Lo hizo como si la mujer y la vida fuéramos enemigas. Eso es una disyuntiva aparente. Nosotras las mujeres, y todos los que estamos aquí, no queremos que nos obliguen a tener un México que descarte a uno o a otro. Las mujeres tenemos muchas necesidades y no queremos ni necesitamos el aborto. El aborto no soluciona ninguno de nuestros problemas. Nos deja en una situación aún más vulnerable. Nosotras queremos un México que acoja con misericordia a la mujer, también a la mujer que fue empujada a abortar, y que dé plena protección ante la ley a la vida de su hijo desde la concepción y durante toda su existencia, antes y después de nacer. Queremos respeto a la conciencia de los médicos. Queremos opciones de vida para la madre y su hijo, y libertad de conciencia para los médicos.
El aborto es un tema complejo, pero con una raíz muy simple: acoger o rechazar la vida, solucionar nuestros problemas con elecciones de vida, o solo ofrecer imposición de muerte. Por eso, ante la realidad que vivimos millones de mujeres, en toda condición social, de distintas religiones, nos reunimos aquí porque queremos pasar del rechazo a la propuesta, queremos dejar atrás las falsas soluciones, queremos un México A Favor de la Mujer y de la Vida.
A Favor de la Mujer significa escucharla, atenderla y solucionar sus problemas. Significa que piensen en nosotras las madres solteras, que queremos poder alimentar a nuestros hijos, no que nos empujen a terminar con su vida. Significa que nos faciliten la adopción, no que eliminen al hijo o hija antes de nacer. Significa que aprendamos como mexicanos a convivir sin violencia entre hombres y mujeres, no que nos ofrezcan el aborto como solución falsa a esa violencia.
Un México a Favor de la Vida significa darle el mismo reconocimiento y protección a cada ser humano desde su concepción hasta su muerte natural, sin discriminarlo por su grado de desarrollo, su salud, su condición socioeconómica, su origen, o por ningún motivo. Un México a Favor de la Vida significa seguridad desde el vientre de nuestra madre, y también en nuestros hogares, en la calle, en nuestros trabajos. A Favor de la Vida significa que la mujer misma defienda a toda costa la vida de sus hijos, sobre todo en el período de la gestación.
Hoy estamos aquí porque creemos, porque confiamos, y porque amamos. Estamos aquí porque por encima de todo dolor, creemos que podemos seguir adelante, respetar la ley sin que esa ley se use para quitarle la vida a los más débiles. Estamos aquí porque por encima de toda dificultad, creemos que podemos ayudarnos unos a otros. Estamos aquí porque queremos dejar de reprochar y dividir, y queremos construir y unir. Queremos un México unido, no un México dividido entre la vida o la muerte.
Queremos proponer un gran acuerdo nacional A Favor de la Mujer y de la Vida. Un acuerdo en el que participemos y nos comprometamos todos los actores políticos, los académicos, los medios de comunicación, las iglesias y denominaciones religiosas, los deportistas, los universitarios, los adolescentes, los niños, todos los que formamos esta gran nación. Hoy dejamos atrás las divisiones, y queremos comenzar a construir.
Hoy dejamos una mano tendida a todos. Confiamos en que esta invitación será escuchada y que encontramos plena voluntad y compromiso para llegar a ver pronto un México a favor de la mujer y de la vida.