José Mario Sánchez Soledad/ Empresario
Mi madre me enseñó que sólo Dios podía hacer bello lo horripilante, esto me lo dijo al ver un rinoceronte en un zoológico. Al observar el martirio de Cerocahui algo similar sucede.
Las noticias de los asesinatos y secuestros en Cerocahui, municipio de Urique, en Chihuahua son horripilantes. Todos los mexicanos de bien oramos para que el sacerdote Joaquín César Mora Salazar, “Morita”; el padre Javier Campos Morales, Gallo; y el guía turístico Pedro Eliodoro descansen en paz.
Dentro de tanta tragedia y dolor Dios nos permite, con los ojos de la Fe observar el martirio de los santos sacerdotes Campos y Mora. Los sacerdotes han sufrido una muerte de cruz y desde su sencillo espacio de servicio nos han mostrado la necesidad de crecer en la entrega por los demás. Tanto autoridades como sociedad hemos recibido un balde de agua fría que cuestiona nuestro egoísmo y la injusticia que prevalece. La muerte deja claro la necesidad de servir a los demás.
Cuando observa uno las fotografías de la sangre derramada dentro del templo. Ahí en esa sangre, está escondida las historias de las víctimas en vida, su pasado, su bella existencia.
Madre e hijo
Meditando sobre la vida del padre jesuita Javier Campos Morales recordé que apenas el viernes pasado estuvo en Monterrey para celebrar sus 50 años de sacerdocio con una misa. Según publica el Periódico Norte estuvo acompañado de su familia y recordando el ejemplo de su madre Doña Josefina Morales Parkman, fundadora de la Agrupación de Esposas Cristianas.
Aquí en Ciudad Juárez se le conoció al padre Campos por los retiros espirituales que solía dar a las integrantes de esta asociación fundada por su madre.
Tanto el sacerdote como su madre vivieron una vida ordinaria pero vivida extraordinariamente.
Las páginas electrónicas de la Asociación de Mujeres Cristianas, con presencia por toda la República mencionan que la mamá del sacerdote nació en la ciudad de Guanajuato, Guanajuato, el día 11 de Octubre de 1910. Doña Josefina recibió el sacramento del Bautismo el día 18 del mismo mes y año, en la entonces Parroquia de nuestra Señora de Guanajuato.
Se unió en el sacramento del Matrimonio con el Sr. Don Salvador Campos Quezadas, en la Iglesia de la Sagrada Familia, en la Ciudad de México, el día primero de diciembre de 1934.
Dios concedió al matrimonio Campos Morales ocho hijos: 5 varones y 3 mujeres entre ellos un sacerdote y una religiosa.
La señora Morales de Campos fundó la Agrupación de Esposas Cristianas en el año de 1943, en la Ciudad de México, entregándose con gran generosidad y celo apostólico a esta “Obra de Jesús” como ella la llamó, pues ella se sentía indigna e incapaz, pero con profunda humildad fue siempre fiel y dócil instrumento de Dios. Su objetivo principal era glorificarle conduciendo… guiando… llevándole almas por medio de la Agrupación, trabajando siempre con la anuencia de la autoridad Eclesiástica, en la conquista para Dios de la mujer, esposa, madre, ama de casa cristiana, apóstol de su hogar y de su ambiente social, todo esto sin descuidar jamás sus deberes de esposa y madre.
Originalmente los grupos se llamaban “Margaritas de María” en honor a la Santísima Virgen María y a Mamá Margarita, madre de San Juan Bosco. Posteriormente la señora Campos cambió ese nombre por el de “Movimiento de Esposas Cristianas” pero el Excmo. Señor Don Alfonso Espino y Silva, le sugirió a ella cambiar el nombre por el de “Agrupación de Esposas Cristianas”, quedando así definitivamente.
En 1950, la familia cambió de residencia a la ciudad de Monterrey, N.L. El 1 de Octubre de 1974, el Excmo. Señor Don Alfonso Espino y Silva, ya mencionado, otorgó el Decreto de Aprobación Diocesana, quedando la Sede en la Ciudad de Monterrey, N.L.
En el año de 1983, recibió la medalla Benemerenti, distinción honorífica – una condecoración Papal – que únicamente se otorga a personas de carácter ejemplar, que hacen algún trabajo importante a favor de la Iglesia o del Papa.
El día 30 de Marzo de 1984, a las 19.25 horas murió en la paz del Señor a los 73 años de edad.
15 años antes que ella, el día 3 de Octubre de 1969, murió su esposo el Sr. Don Salvador Campos Quezadas.
Ahora el hijo de Doña Josefina es martirizado, unos días después de que, junto con sus hermanos, celebraba su 50 aniversario de ordenación sacerdotal.
En la horripilante imagen de la sangre derramada dentro de la Misión de Cerocahui también está reflejada la belleza de la santidad de un hijo y de una madre.