Pbro. Lic. Leonel Larios Medina/ Reector de la Catedral de Parral
Hace un año iba al supermercado a realizar la despensa de la semana. A los seis meses, comprando la misma lista, sin contar los lujosos limones, la cuenta total subió quinientos pesos, y hoy casi un año después, ya va en novecientos la diferencia. No necesitamos ser economistas para darnos cuenta del alza en los productos de la canasta básica. Aunque los limones bajaron a un precio más accesible, nos damos cuenta que el salario ya no alcanza para comprar las mismas cosas de antes.
Inflación es este fenómeno. Suben los precios por encima del aumento al salario. Las causas son diversas. La situación de la pandemia sigue dejando secuelas en el sistema económico global, la violencia en México, donde los caciques y narcos siguen reinando con total impunidad, y a eso le agregamos la guerra en Ucrania que, aunque sea a miles de kilómetros, altera a los mercados financieros y como dijo un amigo: “la cerveza subió porque el vidrio está escaso por Ucrania”.
Los salarios subieron a principios de año, pero sabemos que siempre es insuficiente si los precios siguen al alza. La gasolina no la han subido porque la están subsidiando para no quedar mal con el electorado, pues el petróleo sigue a buen precio. En fin, parece que seguimos en las mismas y no aprendemos a ser buenos consumidores, menos consumistas y ser parte de un sistema económico más justo.
Poco dinero, pero el refresco y las papitas siguen estando en las mesas del pobre. Compramos no lo que necesitamos, sino lo que se nos antoja y si a eso agregamos lo malo que somos para ahorrar, no nos extrañe que siempre andemos raspados, esperando el siguiente cheque que ya debemos la mitad en vales y otras tantas deudas.
Es cierto que es necesario consumir, para que la economía avance. No se trata de ponernos a pan y agua, sino que tengamos conciencia de comprar lo necesario. Ser un buen ciudadano incluye ser responsable en todas las áreas de la vida social, incluida la económica. Es muy importante el trabajo, las prestaciones, los impuestos y realizar el trabajo con la mayor dedicación. Cuando le va bien al patrón, se debe reflejar en el bienestar de los empleados. Un trabajo mediocre va erosionando los resultados de la empresa y los resultados merman automáticamente. El robo hormiga de los empleados en comercios y casas no es solución y causa un daño a veces irreparable. Termina cerrando la fuente de empleo o perdiéndolo por falta de confianza.
Aunque no depende de nosotros los precios de los productos, por estar tan globalizado el mundo tenemos al final el poder de decisión en qué y cuánto compramos. Admiro la creatividad de las madres de familia que hacen rendir el “chivo” lo más que pueden e incluso van guardando un poquito para los apuros. La economía doméstica depende mucho de cómo se administran los ingresos que ambos puedan aportar.
Los fenómenos económicos como inflación, deflación, crecimiento económico, devaluación de la moneda, etc. la mayoría de la gente de a pie no los conoce, y no sabe cómo contrarrestarlos, de ahí la responsabilidad mayor de los gobernantes y empresarios, de los economistas, de tener valores solidarios. El Papa hace dos años convocó a muchos jóvenes profesionistas del mundo a con su creatividad buscar formas más justas en éstos ámbitos. Le llaman “La economía de Francisco”, la puedes consultar en YouTube. Es muy interesante y es mejor informarse a sólo estar otra vez inflados.