A toda la Diócesis de Ciudad Juárez
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
«¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¡No está aquí; ha resucitado!»
Con profunda alegría y gratitud al Señor, me dirijo a cada uno de ustedes para desearles una santa y gozosa Pascua. Que esta celebración del triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre las tinieblas, renueve en todos, la esperanza que nace del corazón del Resucitado.
El Papa Francisco nos recuerda: «Cristo ha resucitado no para quedarse solo. Él nos ha incorporado a su Pascua. Para que nosotros, resucitando con Él, podamos vivir una vida nueva». Esta vida nueva no es solo un ideal; es una experiencia concreta que nos transforma, nos sostiene en la prueba y nos lanza a la misión.
San Juan Crisóstomo, en su famoso sermón pascual, proclamaba con fuerza: «Que nadie le tema a la muerte, porque la muerte del Salvador nos ha liberado». ¡Qué grande es el don que hemos recibido! La Pascua no es solo un recuerdo, es una presencia viva que nos envuelve y nos envía: el Resucitado camina con nosotros, especialmente en medio del dolor, la incertidumbre o el cansancio de cada día.
Querida Iglesia diocesana: vivamos este tiempo pascual como verdaderos testigos de la esperanza. En este Año Jubilar, bajo el lema «Peregrinos de la esperanza», el Señor nos invita a llevar su luz a quienes caminan en sombras, a curar heridas, a tender puentes, a ser comunidades vivas y acogedoras.
A todos les envío un abrazo fraterno y mi bendición pascual. Que María, Madre del Resucitado, nos acompañe con su ternura de Madre en este camino de fe y alegría.
Con afecto y oración,
J. Guadalupe Torres Campos, Obispo de Ciudad Juárez