Diana Adriano
Son 38 niñas y niños los que actualmente se atienden en la ‘Ciudad del Niño’, obra atendida por las religiosas Misioneras de María Dolorosa, quienes les ofrecen hogar, educación, catequesis y talleres, con la finalidad de que obtengan una formación adecuada, pese a la ausencia de sus padres.
Rosa María Maldonado, MMD, directora de la obra, compartió que la intención de oración del Santo Padre para este mes de noviembre les alegró mucho, pues ellas han vivido de cerca las repercusiones de la violencia y el abandono en los más pequeños de la sociedad.
Situación de abandono
La religiosa explicó que la mayoría de los niños que atienden en la Ciudad del Niño presentan la ausencia de sus padres.
“Nosotras aquí no tenemos a niños abandonados completamente, porque todos los niños tienen a algún pariente que ve por ellos. La mayoría tienen a su abuelita, otros tienen a sus tíos. Lamentablemente, son abandonados porque los dejan con los parientes a voluntad, mientras que otros no han tenido opción, ya que son mamás que se encuentran en situación de desaparición, a otros les han quitado la vida, o son privados de la libertad”, explicó.
Dijo que todos los niños y niñas que llegan a este lugar se observan bastante afectados por la realidad de su entorno, ‘marcados’ algunos de ellos por la violencia y la delincuencia.
“El fenómeno es bastante grande, a diario hacen solicitudes para algún niño o niña que está pasando por algo así. Los niños claro que son afectados. Por ejemplo, en la escuela presentan bajo rendimiento, tienen actitudes no muy favorables, y sus emociones son muy afectadas”, describió la religiosa.
Ante la condición de estos niños y niñas, las religiosas, junto a un grupo de expertos, han trabajado por brindarles una educación integral, académica, psicológica y emocional.
“La atención que tenemos con ellos se facilita porque trabajamos en pequeñas comunidades o casitas, en las cuales el grupo de niños y niñas es pequeño, y podemos estar al pendiente de sus necesidades las 24 horas”, agregó.
Trabajo con las familias o tutores
Por otra parte, la religiosa compartió la importancia de que esta formación y apoyo no se quede solamente en los pequeños, sino que han desarrollado programas, talleres y cursos para que las familias se involucren y tomen conciencia de los valores familiares.
“Como comentamos, muchos niños viven en familias separadas, en ese caso, nos acercamos con los tutores para que reciban estas formaciones de crecimiento espiritual, personal y emocional”, expuso.
Igualmente compartió que sido muchos los testimonios que las han marcado, entre ellos, los de niños que han presenciado el asesinato de sus padres, o mamás que los rechazan por estar inmersas en el mundo de las drogas. “Eso es algo muy doloroso”, dijo.
“Qué bueno que el Santo Padre nos está motivando a orar por los niños que sufren, ya que nosotras sabemos que los niños son muy afectados por toda esta violencia”.
Pero quiso también dejar testimonio del amor que prevalece en estos niños, a pesar de su sufrimiento:
“Desde que llegan a la casa, los niños que recibimos aprenden a orar, y ellos en su oración siempre han pedido por otros niños. Piden por ellos mismos, pero también recuerdan en su oración a los niños pobres, piden ‘por los niños que viven debajo de un puente’, -así lo dicen-, así como por los niños migrantes”, concluyó la madre Rosa María.