Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Buen domingo, queridos hermanos. Estamos finalizando el mes de octubre, mes mariano por el Rosario, hermoso, por la luna de octubre. Los saludo a todos con gran cariño.
Estamos en el domingo 30 del tiempo ordinario y por otro lado en el Domingo Mundial de las Misiones, un día muy significativo porque toca algo muy importante en la Iglesia: la misión. La Iglesia es misionera de toda la vida, pero desde el Vaticano II, el Papa san Juan Pablo II, el Papa Benedicto y ahora el Papa Francisco nos invitan a ser cada vez más una Iglesia en salida, y nosotros los obispos, desde la Conferencia Episcopal también asumimos este reto y llamado a ser en México una Iglesia misionera. Yo como obispo de nuestra amada diócesis nos invito a juntos asumir el llamado: misionar, ser una Iglesia en salida, misionera.
Anunciar a Cristo
En el Evangelio de hoy Jesús va en camino, como siempre, va caminando en una ciudad muy significativa, Jericó. Hay mucha gente, están los discípulos, sin duda alguna hay enfermos, necesitados, pero entre ellos un ciego. Curiosamente el Evangelio dice su nombre, raramente sucede esto: un ciego llamado Bartimeo. Esta primera introducción del texto es misionero, Jesús misiona, sale a los caminos, va al encuentro de todos, eso es la Iglesia misionera, salir como Jesús y con Jesús al camino, a la vida, a las realidades donde hay enfermos, gente que sufre, pobres, familias, encarcelados, jóvenes, de todo hay en el camino.
Este hombre, Bartimeo, ciego, nos representa a todos nosotros. Este hombre confiesa su fe porque sin duda alguna ha escuchado quién es Jesús, que hace milagros y predica, conoce por el testimonio de otros a Jesús. Cómo es importante la predicación, la evangelización, la catequesis, el testimonio de nosotros para anunciar a Cristo.
A este hombre le dicen, por ahí va pasando Jesús y él sabe quien es Jesús. Tenemos que evangelizar, predicar a Jesús, Cristo Salvador que nos ha redimido y que la gente lo reconozca.
Bartimeo quiere acercarse a Jesús, ése es el sentido de la misión: nos debe llevar a que mi anuncio, mi predicación, mi testimonio conduzca al otros el encuentro con Jesús, que despierte en el otro el deseo de conocer, encontrarse con Jesús, como Bartimeo, que le grita: ‘Jesús, hijo de David’ y luego más fuerte, ‘Maestro ¡Ayúdame, ten compasión de mi!’.
En esos momentos Bartimeo confiesa su fe y el fin de la predicación es que tu creas que Jesús es el Mesías, aceptar a Jesús, acercarte a Jesús con fe, con amor, como este hombre Bartimeo.
Vencer obstáculos
En el camino hay obstáculos, y a veces nosotros somos obstáculo, con el mal ejemplo, malas actitudes queremos frenar que el otro se acerque. Cuando Bartimeo comienza a gritar, dice la Palabra, se lo quieren impedir, le dicen ¡Cállate! A veces nosotros mismos con nuestras actitudes de soberbia impedimos que el otro se acerque a Jesús. Tenemos que romper con esa estructuras y mentalidad.
Jesús les dice a los discípulos: ‘¡Llámenlo’. Otro aspecto misionero: llamar a los otros, no impedir la labor misionera. Lo llaman y Bartimeo va al encuentro porque es llamado a través de los discípulos.
Somos misioneros
Dios sigue llamando de muchas maneras a través de la Iglesia, de los obispos, sacerdotes, de todos los bautizados. Hoy te dice a ti, llama a tu gente, a todos los Bartimeos que hay en el mundo, a los enfermos, tristes, jóvenes, llámalos que vengan y tener esa disponibilidad por invitar la otro.
Le pregunta Jesús, ¿Qué quieres que haga? El ciego Bartimeo le responde: ‘Que pueda ver’.
Jesús ve la fe de aquel hombre, ‘Tu fe te ha salvado’. La predicación, la acción misionera de la Iglesia es para que el otro crea y se acerque a Jesús.
El hombre recobró la vista, su identidad de hijo de Dios y dice algo muy importante la Escritura: ‘Empezó a seguir a Jesús’. Es otro aspecto de la misión. Te predico, crees, te conviertes para seguir a Jesús.
Sigamos reflexionando estos textos de hoy y demos gracias a Dios por el anuncio, porque tú y yo somos misioneros, somos una Iglesia misionera en salida. Danos tu espíritu para predicar a Cristo, que todos te conozcan, te amen y te sigan.
La bendición de Dios permanezca siempre con ustedes. Buena semana.