Victoria Nettel de Robles
La vida de oración es un misterio que se realiza entre Dios y el hombre. En la intimidad del encuentro personal e íntimo del silencio y la soledad Dios habla y transforma los corazones.
Aunque se compartan mil y una propuestas sobre qué es, para qué sirve o cómo se hace oración, por ser ésta una experiencia vital sólo es posible tener conocimiento acerca de la propia experiencia orante.
Sin embargo, conocer la experiencia de aquellos que han avanzado por este camino de relación con Dios, ilumina a quienes se inician en esta búsqueda de profundizar en su trato con Dios, porque sienten sed y buscan la fuente, como si preguntaran a quienes ya saben cómo se llega al lugar donde podrán saciar su sed.
Dos vías, un destino
Muchas veces se considera que el apostolado y la oración corresponden a realidades distintas, pero ambas experiencias están íntimamente ligadas. Una bella oración a la Virgen “Señora del silencio” escrita por el P. Larrañaga tiene una estrofa que muestra la necesidad de trabajar en ambos sentidos: “Haznos comprender que el apostolado sin silencio, es alineación; y que el silencio sin el apostolado, es comodidad”
Cuando la oración íntima y profunda permite al orante experimentar la Presencia amorosa de Dios, que se da en el silencio de su interior, este encuentro suscita un movimiento hacia fuera de sí mismo, hacia los hermanos. Se siente la urgencia de compartir lo vivido, de anunciar las Buena Nueva que ha escuchado, de invitar al otro, como dice un Salmo, a hacer la prueba ver qué bueno es el Señor. Es el llamado a servir, a anunciar, a amar a Dios en el hermano.
Otras veces el caminar hacia el encuentro con Dios puede ir en la dirección opuesta. El hombre, conmovido por el dolor, el sufrimiento de los hermanos, siente el impulso de ayudar a los más desprotegidos. El dolor del hermano conmueve el corazón y lleva a salir de sí mismo para darse a los demás.
Pero el contacto con el dolor y la pobreza sensibiliza a la persona de tal manera que estas experiencias lo remiten a Dios, busca encontrar en Él la fortaleza y sabiduría que necesita para perseverar en el servicio. Servir al hermano despierta el impulso, la necesidad de buscar el encuentro con Dios en la intimidad de la oración.
Apostolado y oración.
“Todos los caminos llevan a Roma” dice un antiguo dicho. Se podría decir “Todos los caminos llevan a Dios”. Para cada uno de sus hijos Dios tiene una forma especial de llamarlo, insistentemente, pacientemente, sutilmente. Su voz es tan suave como la brisa, por eso muchas veces pasa inadvertida. Es necesario abrir el corazón y la mente para escuchar su voz. ¿Qué te pide Dios a ti hoy, en tu realidad concreta? ¿Te has dado la oportunidad de escucharlo en el silencio? ¿Has tratado de interpretar los “signos de los tiempos” que se dan en tu vida?
Dios te habla en Su Palabra, por medio de los Sacramentos, de los acontecimientos, de las personas, y espera pacientemente tu respuesta, sólo tienes que dejarle entrar porque está a la puerta y te llama. Así que empieza hoy a buscarle con confianza “Cierra los ojos y verás, haz silencio y escucharás.”
Un medio excelente para empezar este camino son los Talleres de Oración y Vida (TOV), fundados por el Padre Larrañaga, ahí podrás aprender a meditar la Palabra, para ser discípulo del Señor, a hacer oración y así hacerte amigo del Señor, y a hacer vida lo que vives en la sesión de cada semana y llegar a ser testigo del amor de Dios. Así, durante tres meses, irás avanzando en tu vida de fe.
Los TOV iniciaron la semana del 13 al 19 de agosto en diferentes templos y en horarios variados. Aún puedes inscribirte. Informes en los teléfonos: 656 593 7102, 656 166 9780 y 656 533 4682.