Ana María Ibarra
Agradecido y muy contento, el padre Jesús Antonio Lozoya Acosta se prepara para celebrar su 50 aniversario de ordenación sacerdotal a finales del mes de agosto.
Fue el 30 de agosto de 1972 cuando el padre Lozoya hizo sus promesas sacerdotales y este próximo 27 de agosto, celebrará con la comunidad diocesana sus Bodas de Oro.
Vocación temprana
El padre Jesús Lozoya nació el 11 de junio de 1947 en la Ciudad de Chihuahua, pero a la edad de un año, sus padres lo trajeron a vivir a Juárez. Fue el primogénito de los cuatro hijos de don Jesús Lozoya y Margarita Acosta.
“Estando en tercero de secundaria, en la clase de vocacional, el maestro nos preguntó qué nos gustaría estudiar de grandes. De todos en el grupo, un compañero expresó su deseo de ser sacerdote y al momento en mí surgió la pregunta: ¿por qué yo no?”, recordó el sacerdote, entrevistado en la oficina de su parroquia Mater Dolorosa.
Y luego recordó cómo llegó a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.
“Estaba regando el jardín cuando pasó Tomás, y me dijo: Lozoya, no quieres ir a la parroquia del Sagrado Corazón, están dando pláticas para jóvenes. El padre Leonardo Lucero trajo un religioso para que diera pláticas a los jóvenes. Así es la vida, a veces un detallito te lleva a algo grande. Fue mi primera cercanía con la Iglesia y me gustó”, dijo con la voz entrecortada.
Después de esa experiencia nació su inquietud de entrar al Seminario.
“El brinco fue espectacular por entrar al Seminario. Vivíamos a tres cuadras del obispado y me dirigí para informarme cómo hacer para entrar al Seminario. El padre Terrazas, que en paz descanse, me envió al Seminario a hablar con el rector, era el padre Hugo Blanco, que en paz descanse”.
El joven Lozoya tomó un autobús y el chofer le indicó el lugar. Al entrevistarse con el rector le contó su experiencia y fue enviado de vuelta al obispado, con el responsable de vocaciones, el padre Terrazas.
Primero formador, luego párroco
Dado que por su edad no podía ingresar al Seminario Diocesano, Lozoya fue enviado al Seminario de Montezuma.
“El primer año fue para estudiar latín, las clases se impartían en ese idioma y fueron tres años de filosofía. Después de ahí, don Manuel Talamás me envió a Roma, al Colegio Mexicano. Allá estuve cuatro años estudiando Teología. En 1972 terminé y me ordenaron sacerdote el 30 de agosto de 1972”, dijo.
En este proceso el padre Lozoya recibió el apoyo de sus papás.
“Siempre estuvieron de acuerdo, felices de mi sacerdocio, toda la familia. Mi hermana la güera, era muy pequeña, tendría como 11 años, lloró mucho de alegría cuando me ordené”, recordó.
Al ser ordenado, el padre Lozoya fue enviado como maestro de teología al Seminario de Chihuahua, pero ante la necesidad de un formador en el Seminario local, la decisión final fue dejarlo en Juárez.
“Estuve ocho años como maestro. Fui maestro del padre Galo, Efrén Hernández, y otros más. A los ocho años fui enviado al Verbo Encarnado, era nueva la parroquia, no había templo, celebrábamos la misa en un saloncito. Ahí duré 4 años”, recordó.
Al enfermar el padre Leonardo Lucero, que era párroco de Nuestra Señora del Carmen, el padre Jesús Antonio fue enviado a dicha comunidad donde permaneció por 12 años.
“Luego me mandaron a Cristo Redentor por otros 11 años. En el 2007 llegué a Mater Dolorosa, hace casi15 años, cuando falleció el padre Jorge Gustavo Fong”.
Sabio consejo: No pierdan la fe
En estos 50 años de vida sacerdotal lo que más ha llenado la vida de padre Lozoya, es “descubrir que puede levantarse después de cualquier caída”.
“Uno comete errores, pero siempre está la ayuda para levantarse. De las cuatro parroquias donde he estado, estos quince años han sido muy satisfactorios. Estoy contento hasta la fecha».
El padre Lozoya señaló que le ha ido “muy bien” en cuanto a retos y dificultades, pues no ha pasado situaciones graves en ninguna de sus parroquias ni en su ministerio, y en ese sentido señaló, le ha gustado más ser párroco que formador.
«El destino de un sacerdote es una comunidad. Mientras uno no está en una parroquia no se llega a lo que quieres ser como padre de una comunidad. Esperé ocho años para ser párroco», recordó.
El padre Lozoya se dijo contento y agradecido por este don.
«Me siento muy bien. Muy agradecido con Mater Dolorosa. Al cumplir los cincuenta, a ver qué me destina el obispo».
Mensaje a los jóvenes
En el marco de su aniversario sacerdotal, el padre Lozoya quiso enviar un mensaje a los futuros sacerdotes y futuros diáconos.
«Los problemas surgen de repente, los tropiezos suceden cuando menos se lo espera uno, y les puedo decir que no pierdan la fe. Así como en un matrimonio, un problema no puede ganarle a la fe. Con la fe, el problema se resuelve. No tomen decisiones a la ligera. Date tiempo», recomendó.
Su fiesta de oro
El padre Lozoya invita a toda la comunidad a su celebración el próximo 27 de agosto con una misa de acción de gracias a las 6:00 de la tarde y posteriormente una recepción en el atrio de la parroquia Mater Dolorosa, ubicada en la Colonia Eréndira.