Lectio Divina correspondiente al 28 de agosto, Domingo XXII del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 14, 1. 7-14
Un sábado entró Jesús a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos. Ellos lo acechaban. Al observar cómo los invitados elegían los mejores puestos, les hizo esta recomendación: -Cuando alguien te invite a una boda, no te acomodes en el primer lugar, no sea que haya otro invitado más importante que tú, y venga el que te invitó a ti y al otro y te diga: Cédele a éste tu sitio, y entonces tengas que ir todo avergonzado a ocupar el último lugar. Más bien, cuando te inviten, acomódate en el último lugar; así, cuando venga quien te invitó, te dirá: “Amigo, sube más arriba”, lo cual será un honor para ti ante todos los demás invitados. Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido. Y al que le había invitado le dijo: -Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te inviten a ti, y con eso quedes ya pagado. Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos. ¡Dichoso tú si no pueden pagarte! Recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿A dónde fue a comer Jesucristo un sábado? ¿Cuál era la relación que tenían los fariseos con Jesús? Al observar cómo los invitados elegían los mejores puestos, ¿qué recomendación les hace Jesucristo? ¿Por qué no se debe ocupar el primer lugar? ¿Qué sucederá con el que se engrandece y con el que se humilla? Jesucristo también le hace una recomendación al que lo había invitado, ¿cuál es? ¿Quién será dichoso y cuándo recibirá su recompensa?
Breve Estudio Bíblico.
En este XXII domingo del Tiempo Ordinario se nos enseña que la humildad es uno de los valores del reino que debe imperar en la vida del creyente y que todos somos de la misma dignidad a los ojos de Dios. “Hazte pequeño y hallarás gracia ante el Señor”, nos dice la primera lectura de Sirácide (Eclesiástico) resaltando la importancia de practicar la virtud de la humildad que nos lleva a vivir en fraternidad y a experimentar la misericordia de Dios. La Carta a los Hebreos indica que es Dios el juez de todos los hombres y Jesucristo el mediador de la nueva alianza que conduce el peregrinar de la comunidad cristiana y hace posible, por su sacrificio, el entrar a la Jerusalén celestial.
El evangelio en palabras de san Lucas relata cuando Jesucristo va a comer a casa de un jefe de los fariseos en un sábado, el día santo de Israel. Jesús atento al comportamiento de los otros invitados que buscaban los lugares de mayor prestigio aprovecha la situación para proclamar otro banquete, el del reino. Por medio de una parábola, les indica el sentido de vida que debe imperar en el discípulo de Dios y en la comunidad al reprochar el afán de quienes ambicionan los lugares de honor y poder en la vida social y religiosa del pueblo. Cristo enseña a sus discípulos a vivir desde la humildad sin distinción y a compartir de lo suyo desinteresadamente ya que la recompensa por el bien hecho la recibirán de Dios, de quien procede la verdadera gloria. Vivir así es hacer del Reino de Dios una realidad presente.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio respondamos, sinceramente, a las siguientes preguntas:
Jesucristo no pretendía dar consejos de buena educación, indicó el sentido de vida que debe imperar en el verdadero discípulo. ¿Cómo está el valor de la humildad en mi vida, lo vivo?
¿Asocio y entiendo la humildad como apocamiento, inferioridad, humillación o como un valor del reino de Dios? ¿A qué creo que se deba esto?
En mi comunidad, ¿me gusta aparecer siempre en la foto, que se me nombre, sentirme reconocido y felicitado con el fin de alimentar mi ego sin importar el verdadero sentido del servicio en mi ministerio? ¿No será mi propia actitud, aquella reprochada por Jesucristo, la de aquel que busca ser bueno pretendiendo disfrazar el servicio con una falsa humildad?
¿Qué sufrimientos trae a una comunidad eclesial el hecho de que no se viva la humildad que propone el evangelio y haya distinción de personas o clasismos? ¿Qué es aquello que no nos debe faltar y cómo contrarrestar estas realidades?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
de quien procede todo lo bueno,
infunde en mi corazón los valores de tu reino
para que al morar en el se hagan vida y,
me permitan crecer en la humildad
compartiendo los bienes que me has dado
y así buscar engrandecerme solo de la gloria que viene de ti.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que more en nuestro corazón y se haga vida:
«Hazte tanto más pequeño cuanto más grande seas y hallarás gracia ante el Señor» (Sirácide 3, 19).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Este domingo XXII del tiempo ordinario la liturgia de la Palabra nos llama a cortar de tajo toda búsqueda de engrandecimiento mundano y a vivir desde la humildad. Ser humilde también es reconocerse necesitado de Dios.
Propuesta: ¡Vayamos al encuentro de nuestro Señor! La fe nos permite descubrir, que la Eucaristía es un regalo invaluable, cuyo beneficio es encontrarnos con Cristo mediante su Palabra y en el Pan Eucarístico, presencia real de Jesucristo. Con este doble alimento podremos alcanzar los tesoros del cielo viviendo desde los valores del reino como la humildad; Cristo te espera.
Primera Lectura: Sirácide 3, 19-21. 30-31
Salmo 67
Segunda Lectura: Hebreos 12, 18-19. 22-24
Color: Verde