Hace unos días el gobierno municipal dio a conocer las nuevas multas que se impondrán por contaminación acústica, es decir, por tener música o ruido a alto volumen. Se informó que la multa equivaldrá a 10 mil pesos para quienes tienen música a muy alto volumen y no respetan los horarios permitidos.
De acuerdo a las autoridades, en casi tres semanas se recibieron seis reportes a causa de vecinos que realizan fiestas en sus hogares con el volumen de las bocinas muy alto, así como negocios que no respetan lo permitido-por debajo de 50 decibeles- o tampoco los horarios, que son hasta las dos de la mañana en fin de semana, y hasta la medianoche entre semana. Hay diferentes reacciones entre la ciudadanía, por ello la pregunta de esta semana es:
¿Cree que es una buena medida las nuevas multas por poner música a alto volumen y si esto resolverá el problema de contaminación auditiva y pleitos entre vecinos?
En principio todo esfuerzo razonable por ayudar a formar nuestra conciencia ciudadana, y por ende mejorar en el marco del bien común nuestro actuar cotidiano debería aceptarse. Hoy tenemos de nuestro lado las redes sociales y plataformas digitales que nos pueden ayudar a esa formación de conciencia. Menciono esto último porque considero que la práctica de multas, así como de bote pronto, pareciera una acción un tanto restringida, descontextualizada, precipitada, e incluso tomada como una ocurrencia recaudatoria. Ciertamente a algunos, aleatoriamente y de ocasión les beneficiará.
El generar ruido de manera imprudente es molesto y es uno de los muchos problemas de nuestras comunidades. En fin, en mi opinión, las multas son último recurso, pero parece que no pocas veces no hay de otra. Rezo por mi querida ciudad y su gran gente.
Pbro. Benjamín Gaytán, párroco de Nuestra Señora de Lourdes
El tema del ruido es importante, creo que es uno de los que más quejas debe tener el gobierno municipal. Y me parece que las multas van a ayudar un poco, pero no serán suficientes ya que es un problema que implica, por un lado, la responsabilidad y las consideraciones de quienes hacen el ruido por escuchar la música en fiestas y reuniones, pero también implica la tolerancia de quienes estamos recibiendo ese ruido por esa música que no deseamos. Creo que como cristianos nos corresponde empatizar con nuestros vecinos, ya sea que yo sea el que haga ruido, tener en consideración que mi vecino puede estar enfermo, tener bebé en casa o estar durmiendo mal en estos días, y debo considerar que a lo mejor el ruido que yo haga le va a causar una molestia real, y debo ser considerado sabiendo que las casas no están diseñadas para amortiguar el ruido que ahí se genera y mucho menos si es en el patio o en el frente de mi casa.
Por otro lado, si yo soy el vecino que recibe el ruido, debo de volverme más tolerante, hablar con mi vecino y decirle que el ruido lo recibimos y que nos causó algo de molestia, pero que entiende uno que es vecino y que a lo mejor no se va a volver a repetir, es decir, tratar de llevar una convivencia pacífica con los vecinos es una buena parte de la solución.
Habrá también que pensar que nuestras casas, las construcciones y tamaños de terrenos que tenemos, nos hacen estar muy cerca y entonces controlar el ruido se vuelve algo difícil.
Yo espero que las autoridades puedan, además de poner multas, sensibilizar a la gente, hacer campañas de sana convivencia, de buena vecindad, para que la gente esté advertida que tener música ruidosa que afecte a nuestro vecino puede generarle a este vecino una molestia real.
Biólogo Luis Carlos Salmerón/ Consultor ambiental
Todo lo que son las multas no son soluciones, son solamente un tipo de medidas que buscan aminorar un poco el problema, pero no lo solucionan, porque la gente busca maneras de eludir las obligaciones, de pagar las multas y de todas maneras eso no resuelve porque se buscan muchas maneras de eludirlo y no genera mucho miedo, sobre todo en lugares donde hay una fiesta y se tienen las posibilidades de pagar etcétera. Entonces me parece que no es una medida ni preventiva ni solución es más bien algo que aminora un poco el problema.
Obviamente no va resolver el problema de la contaminación auditiva porque la contaminación auditiva no es solo música estruendosa, también es por el claxon de los vehículos, por el sonido de las fábricas, hay muchísimas cosas que provocan ruido y generan esa contaminación auditiva; esas multas no tienen ninguna incidencia en evitar o aminorar la contaminación.
Y los pleitos de los vecinos no se generan por la música, ya se han generado por otro tipo de roces y la música solamente es pretexto para generar violencia. Las multas no ayudan en absoluto en resolver un problema, sería una incidencia muy baja en cuanto aminorar el problema de la música, de los pleitos entre vecinos.
Es una medida que tampoco es completamente obsoleta o nula, ciertamente en algo puede ayudar, más bien para empezar a crear conciencia de que no se debe de poner música tan fuerte, por otra parte no son las multas, el dejar dinero, el pedir dinero de que se pueda o no hacer algo.
Más bien lo que se necesita es una educación con la gente; utilizar los medios de comunicación, las redes sociales para educar a la gente a no producir cualquier tipo de contaminante auditivo, de la naturaleza, pero para eso se necesita educar, no multar.
El castigo se debe imponer como último recurso y aquí lo están utilizando como si fuera el primero. Lo primero es educar en esta cultura del respeto por los demás, por la naturaleza, por la vida de las demás personas y la vida propia.
Lo que se necesita es educar en una cultura del respeto, de valorar la naturaleza y reconocer la importancia que tiene su cuidado. Una multa es como un castigo y tiene que ser como último recurso.
Hna. Georgina Onofre, MMD/ Ciudad del Niño