Presencia
De nueva cuenta, los artículos de la panadería de la tienda de mayoreo Costco han sido noticia, ahora en torno a la celebración del Día de Reyes, pues se registraron incidentes, además de dimes y diretes en redes sociales, por la venta de roscas de Reyes.
Como ha ocurrido en años anteriores, la demanda de este pan tradicional en la presentación que realiza la citada tienda, generó peleas y un sin fin de denuncias y comentarios en redes sociales, donde el tema se hizo tendencia en días pasados.
Además, la tienda registró largas filas en medio del enojo de clientes que pelean con los revendedores por agotar el producto y luego ofrecerlo a precios exagerados. Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Qué opina del caso de la venta y reventa de pasteles y roscas en Costco y el lío que se arma en la comunidad? ¿Qué valores deberíamos rescatar de este caso?
Es un caso muy comentado y criticado. Primero comentaré que este tipo de establecimientos donde hay que comprar una tarjeta o ser socios pagando una cuota anual, son lugares hechos para la venta de productos al mayoreo, lo cual te permite obtener un mejor precio. Son varios los comercios formales e informales en la ciudad los que se surten de productos en estos lugares para obtener una ganancia de los mismos.
Pero últimamente se ha visto muy marcado el gran problema que se origina en la sección de panadería, donde la tienda no ha tenido la capacidad de poner un orden, organizando a tantas personas que por horas realizan la filas esperando adquirir un número muy grande de productos para luego revenderlos, al encontrar en esta práctica una fuente de sustento económico la cual no está prohibida, ni regulada.
Sin embargo, me parece que el gran problema que se presenta es la escasez y el acaparamiento de producto que se da en estos artículos, ocasionando en el sitio algunas peleas, insultos y situaciones que pueden pasar a otro nivel, lo cual es preocupante.
Considero que, de manera inmediata, este tipo de establecimientos deben poner medidas que regulen y organicen mejor la distribución de los productos en los cuales hay una alta demanda -y desabasto- ya que la capacidad de la tienda es limitada en la elaboración de estos artículos. Esto para garantizar al mayor número de socios el abasto de los productos con los que cuentan. Y sería importante que se tomen medidas inmediatas o a muy corto plazo, ya que las situaciones desagradables y vergonzosas que observamos en redes sociales pudieran crecer hasta llegar a hechos graves.
En cuanto a la segunda pregunta, me parece que el valor más grande que resaltaría de este asunto es el del respeto, ya que por lo que vemos, se ha perdido, y por lo visto a las personas no les interesa en lo más mínimo al momento de ver este tipo de oportunismo. Creo que ese es el valor que debiéramos de rescatar y aplicar en estos casos.
Rogelio González Alcocer/ Presidente del Consejo Coordinador Empresarial
Estoy de acuerdo en que la tienda es un negocio que vende al mayoreo, y es válido que las personas lleguen a comprar para venderlo en el propio negocio. Pero a la vez considero que al comprar demasiados pasteles o roscas una sola persona, le quita el derecho al cliente que únicamente quiere comprar una, y prácticamente se le obliga a comprar los artículos con las personas que los revenden. Creo que esto también ocasiona o promueve el comercio informal.
Respecto a los valores que podríamos o deberíamos rescatar en este asunto, creo que en casos como este se debería dejar de lado la avaricia y fomentar el respeto entre las personas.
Me parece que Costco, por ser una cadena de tiendas a nivel nacional, puede ofrecer estos costos por el volumen de su producción, pero la recomendación sería comprar las deliciosas roscas en panaderías y apoyar el comercio local, pero sobre todo que no se pierda esta hermosa tradición de compartir en familia, y recordar que a quien le toca el niño Dios deberá pagar los tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria, pero lo más importante es que al recibir al niñito, tendrán un año más de bendiciones.
Luz Elena Hernández/ Comerciante
Cuando el hombre primitivo era nómada, buscaba por sí mismo y en su entorno los medios para subsistir y una vez que se establecieron en pequeñas comunidades, cada miembro de esa comunidad realizaba una función o un servicio para el resto del grupo, es decir, ante las muchas necesidades de esa pequeña sociedad, se hizo necesario que unos cazaran, otros sembraran, otros recolectaran y otros más intercambiaran los productos para que todos pudieran cubrir sus necesidades básicas.
Así fue que con el paso del tiempo nació el comercio, un lugar en donde se ofrecen los productos a quienes los necesitan. Los primeros comercios o almacenes ofrecían de todo a sus conciudadanos, desde un tornillo, un pedazo de carne, hasta una rueda para las carretas, etcétera.
En nuestros tiempos hay comercios especializados en alimentos, muebles, ropa, artículos para construcción y otros, a donde los miembros de una comunidad acuden para adquirir bienes o servicios que necesitan.
Los comercios, además de su especialización se clasifican en mayoristas, que atienden los requerimientos de otros comercios; estos otros comercios se denominan: minoristas, es decir, atienden las necesidades personales o familiares de los ciudadanos.
Con esta premisa, tanto Costco, Sams, Central de abastos y otros, atienden las necesidades y requerimientos de los pequeños comercios. Por lo anterior, quienes adquirimos una membresía en estos negocios, sabemos que podemos adquirir los productos en la cantidad que requerimos para ofrecerlos a nuestros clientes en nuestros pequeños negocios. Estas grandes empresas establecen sus reglas de operación y se asumen como abastecedoras al mayoreo.
Por todo lo anterior es un desatino el impedir que los asociados a estos negocios como Costco y otros impidan la venta o compra de sus clientes o la limiten. A todos los comerciantes nos encanta vender lo que tenemos y poder comprar más para seguir sirviendo y atendiendo las necesidades de nuestros consumidores y clientes. Esa es la razón de nuestra existencia, comprar, producir para vender, así se obtienen ganancias, se crean empleos, se generan impuestos, es decir, se produce riqueza en las ciudades, los países y el mundo.
Mi conclusión al respecto es que es legítimo que un cliente compre las cantidades que requiera de los productos que desee en esos comercios.
Lo lamentable, y para mí, doloroso, es presenciar la lucha sin respeto, sin razón, de unos clientes contra otros, donde se atenta contra la dignidad de unos compradores por llegar temprano y obtener los productos que su negocio requiere y que ese negocio mayorista ofrece a buen precio y buena calidad.
¿Por qué agredimos, ofendemos, arrebatamos a un cliente lo que él ya ha seleccionado y se dispone a pagar? ¿Con qué derecho? Nos convertimos en bárbaros, olvidamos, no solo la caridad, sino el respeto que nos debemos los unos a los otros. Esto último es lo que más me entristece y preocupa, en un país donde se promueve la lucha de clases, en donde la ley es letra muerta, en donde las armas se imponen sobre el derecho y la razón, en donde me satisface el quitarle al otro lo que tiene, porque no debe tener más de lo que yo digo… una sociedad así tiende a la autodestrucción y no a al crecimiento y enriquecimiento de una sociedad civilizada, de una comunidad cristiana, donde aprendimos y hemos dejado de practicar el mandamiento que Cristo nos dejó: “ Amaos los unos a los otros, como YO los he amado”.
María de la Asunción Gutiérrez/ Empresaria
En el numeral 44 de Fratelli Tutti se hace mención de esta “agresividad sin pudor”, esta agresividad profundamente marcada por el consumismo y la comodidad, que de manera frecuente se ve reflejada en las redes sociales de quien oculta su identidad detrás de una pantalla. En el anonimato es fácil señalar y opinar sobre el otro, sin embargo debemos salir al encuentro con los demás: practicar la solidaridad y la empatía.
Otra parte que comúnmente dejamos de lado es la responsabilidad de las empresas. En este caso una empresa trasnacional que al tener reglas poco claras y la posibilidad de ofrecer precios bajísimos (y muchas veces con pérdida) con productos “gancho”, se lleva utilidades que de otra manera serían reinvertidas en el mercado local. Estas prácticas sacan de la competencia a los productores de la ciudad lastimando la economía local y generando un clima de competencia voraz. Muchas veces el resultado es que la producción local de estos productos termina desapareciendo o con márgenes de mera subsistencia. Es importante que las empresas como Costco se comprometan con la ciudad. También es importante que el Ayuntamiento, además de las cámaras empresariales y de comercio, se involucren en el análisis del impacto que pueden tener estas grandes empresas en la localidad, en los pequeños propietarios y en las pymes en las sobre todo en el caso de la autorización y permisos correspondientes.
En conclusión no hay una respuesta definitiva para saber si la reventa es correcta o no, depende de cada producto y cada situación en concreto, lo importante es que busquemos constantemente ser solidarios y empáticos con los demás. Que no nos gane la avaricia por acaparar productos de los que claramente muchos disfrutamos, una muestra clara de esto es como durante la pandemia hubo escasez de papel sanitario, cubrebocas e incluso agua embotellada debido a las compras de pánico. Por otro lado, esperar que todos los productos estén disponibles en todo momento y para todos, también es una forma de acaparar y limitar. Para finalizar, no hay que olvidar que las políticas de la ciudad y de las empresas no solo deben favorecer el desarrollo económico, sino también el desarrollo humano e integral.
Luis Felipe Pérez/ Grupo Caridad y Verdad