Ary Waldir Ramos Díaz/ Aleteia
Francisco volvió a encontrarse con un número reducido de personas después de 189 días
¿Por qué el papa Francisco no usó mascarilla en público durante la audiencia? La pregunta recurrente la hacen algunos lectores preocupados por la salud del Papa después de ver las imágenes de gente que le saludaba con la mascarilla debajo de la nariz o del ‘intercambio de la papalina’ con un cura o el beso que dio a una bandera, antes de la audiencia general del miércoles 2 de septiembre de 2020.
Francisco encabezó su primera audiencia general semanal en público en seis meses, sonriendo y conversando, sin usar la mascarilla en medio del escalonamiento de las limitaciones impuestas debido a la pandemia por coronavirus. La Santa Sede ha declinado comentar al respecto.
Lo primero por considerar es que el Vaticano organizó controles de seguridad y de saneamiento a cada persona presente, cerca de quinientas, en el «espacio controlado» del Patio de San Dámaso en el Palacio Apostólico.
Varias fuentes confirman que se hizo «respetar escrupulosamente las normas de higiene y distanciamiento», todos los visitantes fueron «sometidos al control de temperatura y solo pudieron entrar provistos de mascarilla».
Cierto también cabe destacar el factor humano. Los cronistas observamos que Francisco esa mañana – después de seis meses de audiencias transmitidas desde la Biblioteca del Palacio Apostólico – regresó con tantas ganas de encontrarse cara a cara con el pueblo de Dios.
Tan pronto como salió del coche, saludado por coros que gritaban «¡viva el papa!», Bergoglio se dirigió a las primeras filas de los fieles, para conversar con ellos, aunque permaneció prudente manteniendo la distancia, muchas personas luego emocionadas bajaron la mascarilla o algunos se las quitaron.
Inicialmente los fieles, estaban sentados bien separados unos de otros, pero al pasar el Obispo de Roma se amontonaron inevitablemente sobre las vallas de seguridad de metal y las distancias se redujeron.
La pandemia forzó a Francisco a realizar audiencias transmitidas desde la biblioteca pontificia por los medios de comunicación, situación que describió como vivir «enjaulado».
Esto porque la integridad del Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano es una prioridad dentro de las murallas leoninas y sus movimientos han quedado limitados, además de que su salud es monitorizada con frecuencia.
Algunos piensan que el pontificado de Bergoglio deberá ‘volver a ser muy creativo’ pastoralmente, dado el riesgo que corre de estancarse, puesto que los viajes papales este año fueron suspendidos por la pandemia (se habla ya de vuelos papales hasta 2022) y otros eventos grandes con público están sin resolverse hasta que no exista una vacuna o una forma efectiva de saneamiento.
En plena alarma de pandemia solo hubo una falsa alarma de contagio difundida por algunos medios de comunicación cuando el Papa lució resfriado durante una misa. El 3 de marzo, el Vaticano informó que Francisco sufrió un ‘resfriado’ y por ello canceló su agenda por algunos días, además se desmintió que estuviera contagiado de Covid-19.
Cabe mencionar que el Vaticano desde el inicio de la crisis sanitaria actuó medidas de seguridad y de control en línea con las disposiciones del gobierno de Italia desde que el virus surgiera, a finales de diciembre en la ciudad china de Wuhan. Por ello, las celebraciones de Semana Santa fueron a puerta cerrada y las misas de Santa Marta fueron una ocasión de cercanía a distancia hacia el pueblo de Dios.
En conclusión, podemos considerar que la reanudación de las audiencias generales del Papa con público es un evento esperanzador en estos tiempos de pandemia, casi como una luz suave al final del túnel.