Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo como siempre con mucho amor de padre y pastor. Ya está terminando este tiempo fuerte de la Pascua. Hoy, la Ascensión del Señor, una solemnidad muy hermosa. El Señor cita a un lugar en el monte a los discípulos y ahí asciende, una vez que ha cumplido su misión.
Comienza san Lucas haciendo referencia a lo que pasó: tenía que padecer su Pasión y Muerte, pero también resucitar de entre los muertos. Se cumplieron las escrituras, Cristo padeció, murió y resucito y enseguida se había de predicar a todas las naciones este acontecimiento del misterio Pascual.
Un mandato
Cuando se narra el pasaje de la Ascensión, se da la indicación: ‘Vayan por todo el mundo, bauticen a todos, prediquen el evangelio’, un mandato. De alguna manera san Lucas también lo dice de esta manera: debe de predicarse, debe dar el anuncio de Cristo.
En ese sentido hoy, más allá de contemplar la Ascensión del Señor, también contemplar el mandato de predicar, de anunciar el evangelio y como dice san Lucas dar testimonio de su Muerte y Resurrección.
Por eso dice enseguida, ‘ustedes serán testigos de esto’: ser testigos de Cristo, de su Muerte, Pasión y Resurrección con la Palabra, con el ejemplo, con las obras, como Iglesia en comunidad, la misión de salir, tocar puertas, anunciar el evangelio.
Tú eres testigo, yo soy testigo a partir de una experiencia, decimos los obispos en el Proyecto Global de Pastoral, en nuestro Plan Diocesano de Pastoral, a partir de ese encuentro con Cristo en su Misterio Pascual, dar testimonio. Y damos la indicación que nos prepara al siguiente domingo: ‘permanezcan en la ciudad hasta que reciban la fuerza de lo alto, permanezcan reunidos en oración, no se dispersen, permanezcan ahí hasta que reciban la fuerza de lo alto, hasta que reciban al Espíritu Santo.
Es bonito acoger esta última Palabra de Cristo, vamos a permanecer en vigilia toda esa semana, en oración: ‘Ven, Espíritu Santo’, pedirle a Dios que nos envíe la fuerza de lo alto, la fuerza de su Espíritu. Prepararnos toda la semana para celebrar la venida del Espíritu Santo sobre María, sobre los apóstoles y hoy sobre nosotros.
Permanecer en Dios
En ese sentido tiene relación con lo que escuchamos en los Hechos de los apóstoles. Va narrando el autor: ‘escribí acerca de lo que Jesús hizo y enseñó’, y así como el autor de los Hechos lo escribe y lo da a conocer, así nosotros conozcamos a Jesús, adentrémonos en el Misterio Pascual de Cristo para darlo a conocer, para ir y compartir el anuncio con todos.
A ellos se les apareció Jesús en varias ocasiones, a las mujeres, a los apóstoles, a los discípulos de Emaús, en fin, se les apareció. Y de alguna manera también se me sigue apareciendo a mí, a ti. Dios nos habla, Dios sale a nuestro encuentro, Cristo se comunica a través de la Palabra de Dios, a través de la Eucaristía, de la Comunión, de la oración. Se nos sigue revelando, por eso insisto: tenemos que buscar siempre un encuentro personal con Cristo. Voy a misa, decimos, pero más bien es, voy a encontrarme con Cristo y entonces ese encuentro fortalece mi fe, nos da pruebas, como dice el texto, de que está vivo. Cristo está vivo, nos habla, creo en Cristo vivo, en su perdón, su Palabra su presencia, la fuerza de su espíritu.
Tenemos muchas pruebas de que Jesús está vivo y de eso hay que dar testimonio y vuelvo a repetir lo mismo que san Lucas en el evangelio ‘no se alejen de Jerusalén, permanezcan en la ciudad…porque dentro de pocos días serán bautizados con el Espíritu Santo’. Son palabras diferentes, pero la idea es la misma. A veces como que el mundo nos aleja y nos dejamos apartar por lo que sea, pero no nos alejemos de Dios, permanezcamos en la ciudad, es decir, en la Comunión, en la unidad de la fe, porque recibiremos al Espíritu Santo.
Dos aspectos muy importantes: ese Espíritu Santo los llenará de fortaleza y serán mis testigos. Muy importante en este domingo de la Ascensión: ser testigo y anunciar el evangelio. Como diría el papa emérito Benedicto, no tenemos un encuentro con una idea, un concepto, una doctrina. ¡No! Es con una persona, ¡La persona de Cristo! Claro, hay una preparación, una catequesis, una evangelización, una metodologia que nos puede ayudar para ser testigos de Cristo.
Se narra este momento: se fue elevando a la vista de todos. Por eso cantamos en el salmo responsorial “Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono’. Me imagino a los apóstoles tristes porque el maestro se va, pero también de alegría, ‘Yo estaré con ustedes, sigan unidos, mi Padre les enviará al Espíritu’ son palabras que nos consuelan.
Queridos hermanos, vivamos con mucha alegría este día solmene de la Ascención del Señor, pero también preparémonos toda la semana en la oración, para Pentecostés. ¡Ven Espíritu Santo, derrama en nosotros tu fuerza y tu poder!
La bendición del Dios Todopoderoso permanezca siempre con ustedes. Un abrazo, buen domingo, buena semana.