La semana pasada, el obispo abordó la primera parte del sexto capítulo de la exhortación apostólica post sinodal Amoris Laetitia sobre la pastoral familiar en el impulso a matrimonios y familias. Hoy aborda la segunda parte de este capítulo.
Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
En el sexto capítulo el papa también nos dice a los obispos y a los formadores de los seminarios, que a los seminaristas se les debe ofrecer una formación interdisciplinaria más amplia sobre noviazgos y matrimonios, y no sólo en cuanto a lo doctrinal, sino ya en técnicas, cursos, dinámicas, junto con la doctrina que se prepare a los seminaristas para que, si Dios les concede el don del presbiterado, ya en el ejercicio de este ministerio puedan desarrollar una pastoral familiar adecuada. Desde el Seminario hay que prepararlos, darles formación con ayuda de psicopedagogos, médicos familiares, médicos comunitarios, asistentes sociales, maestros, en fin, todo lo que ayude y contribuya para la familia, bienvenido en ese intento de formar a los agentes de pastoral, para que estos a su vez realicen la pastoral familiar y matrimonial.
Preparación al matrimonio
Después el papa afronta el tema de guiar en el camino de la preparación al matrimonio. ¡Cómo es importante que los candidatos al matrimonio se preparen para el matrimonio! Lamentablemente escuchamos que se preparan a veces, en ciertos ambientes, seis meses antes, un mes antes, y andan buscando dónde se van casar, el salón, andan preparando cosas ajenas o no directamente que hacen referencia al matrimonio.
Es importante que tengamos una guía, un camino de preparación al matrimonio, como ayudando a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del matrimonio, que no se casen por costumbre, por tradición, porque me voy a ver mal si no me caso, ¿qué van a decir mis papás?, por obligación, porque ya está esperando mi novia, ¡no!, sino que realmente valoren la riqueza, la sacralidad, la belleza espiritual del matrimonio en sí mismo, con un mayor compromiso de toda la comunidad cristiana en la preparación de los prometidos al matrimonio. Y ese compromiso de toda la comunidad se refiere a los papás de los novios, a las familias de los novios, a los agentes de pastoral, en la parroquia, al sacerdote, al amigo. Que todos contribuyan de alguna manera a que aquellos prometidos para el matrimonio se preparen bien.
Este es un bien para todos, pues en la medida en que los novios se preparen, que lleguen bien preparados, va a ser un bien para todos. En la medida en que no haya preparación, que no haya una buena espiritualidad, esto será en perjuicio de todos.
Hace falta más calidad en la formación, más que cantidad, más calidad.
Otra manera de llevar a la preparación es anunciando el kerigma a los novios, es decir, evangelizándolos, dándoles un taller de evangelización, un retiro, ofrecer también una preparación remota que haga madurar el amor que se tienen con un acompañamiento cercano y testimonial, cercano de todos, y testimonial de aquellos que ya tienen experiencia en el caminar matrimonial, para que oriente y ayude a los jóvenes que quieren contraer matrimonio. Que la formación tienda a crecer en el amor y a vivir el Evangelio en familia.
Dos aspectos muy importantes: la preparación, la concientización, la sensibilización, crecer en el amor y vivir el Evangelio en familia. Y también una manera de llegar es detectar señales o posibles señales de peligro que podrían tener en la relación de los novios. Si en la plática, si en el taller se detecta alguna señal, hay que decírselos, hay que hacérselos saber para que reflexionen, hay que advertírselos para que ellos lo analicen y lo superen.
Dice el papa en la exhortación que lamentablemente muchos llegan al matrimonio sin conocerse. Habrá que hacer un breve estudio a ver qué tanto se conocen a fondo los novios ya en formación al matrimonio, que los novios comprometidos al matrimonio no vean este como el fin del camino, como si “ya me casé, ya llegué”, sino como una vocación a vivir y a veces más bien es al contrario: “ya llegué, ya lo conseguí”, y se pierde ahí, sino más bien como una vocación un camino que se va a vivir diariamente.
Entonces hay que fortalecer el vínculo entre la pastoral pre-matrimonial y la pastoral matrimonial o familiar, que no sean dos cosas separadas.
También el papa nos invita a reflexionar sobre la preparación ya próxima para la celebración, pero eso lo veremos la siguiente semana. Les saludo con afecto y les motivo sobre todo a los novios que ya están pensando seriamente en el matrimonio, reflexiónenlo, no se precipiten, pidan consejo, asesoría espiritual, acudan a los talleres. No escatimen en charlas, en todo lo que sea posible asesórense bien, acérquense a Dios, acérquense al sacramento para que vayan más y mejor preparados al matrimonio. Los bendigo y les manifiesto mi cariño y mi bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.