Scott Wright/ Casa Tabor
Padre Pedro fue de esa generación destacada de los años de Medellín y Puebla.
Fue un sacerdote de la Orden Carmelita, quien falleció el 19 de noviembre, 2020 a los 97 años en El Paso, Texas, después de ser infectado por COVID19 en Ciudad Juárez, México.
Pedro fue un sacerdote ejemplar, amigo de los pobres, profeta junto con ellos, humilde y sencillo, con una gran sabiduría y análisis profunda de la realidad, y una gran confianza en el Dios de la vida y el poder esperanzador de los pobres a construir un mundo mejor basada en la justicia, la solidaridad mutua, y el amor.
Se encarnó el carisma y la mística de los Carmelitas, tanto de la vida profética como de la vida contemplativa. Lucho en los años 60 a lado de los activistas del movimiento por los derechos civiles y fue amigo personal de los que se identificaron con Black Power (Poder Negro).
Su vida fue un recorrido solidario del continente de América Latina.
Fue enviado a Perú, donde se encontró y se hice amigo y compañero con Gustavo Gutiérrez al inicio de la Teología de la liberación en 1968, y trabajó a nivel pastoral en el altiplano de Perú entre comunidades quechua. Fue amigo también de otro carmelita, Carlos Mesters, biblista popular quien realizó su trabajo con las comunidades de base en Brasil.
Después de casi una década de trabajo en Perú, regresó a Estados Unidos a fundar junto con la Hermana de Misericordia Betty Campbell, una comunidad mixta, de laicos y religiosos llamada Tabor, dando hospitalidad a los exiliados de las dictaduras militares en Chile y Argentina, haciendo protestas junto con ellos frente a sus respectivas embajadas y el Departamento de Estado.
Se solidarizó con la revolución sandinista en Nicaragua en 1979, y pasó nueve meses en El Salvador junto con Hra. Betty después del martirio de Monseñor Romero en 1980, en un pastoral de acompañamiento. Siguió el trabajo de solidaridad internacional con los procesos de liberación y las iglesias de los pobres a nivel de toda América Latina, apoyando también a los esfuerzos al inicio de CRISPAZ, una red de solidaridad con El Salvador, en 1984.
Desde los años 1990, vivió junto con la comunidad Tabor en un humilde hogar en Ciudad Juárez, durante los años más difíciles de feminicidios, guerras de los carteles, y la represión militar por los dos lados de la frontera, acompañando al pueblo migrante y trabajador en su lucha por la vida. También apoyó el trabajo por la paz en el mundo, acompañando la vigilia de Pax Cristi en El Paso cada viernes al mediodía por 25 años.
Con profunda gratitud por la vida y el testimonio de Pedro, y firmes en nuestra fe en la Resurrección, digamos juntos: «Bien hecho, siervo bueno y fiel», «¡Padre Peter Hinde, Presente!»Padre Pedro Hinde, ¡presente!