Lectio Divina correspondiente al 23 de mayo, Domingo de Pentecostés … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Juan 20, 19-13
Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: –La paz esté con ustedes. Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos, se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: –La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes. Sopló sobre ellos y les dijo: –Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengan, Dios se los retendrá.
(Texto tomado de la Biblia de América)
Breve Estudio Bíblico.
Estamos en el domingo de la fiesta de Pentecostés, los cristianos celebramos la venida del Espíritu Santo, el día donde nace la Iglesia. Así lo presenta la primera lectura (Hechos 2, 1-11), las puertas donde se encontraban los discípulos de Cristo son derribadas y ante un gran ruido, reciben el Espíritu Santo. Se estaba viviendo la “fiesta de las cosechas” donde los judíos devotos, venidos de todo el mundo, acudían al Templo a dar gracias por los dones recibidos. Al oír el ruido, acuden desconcertados y escuchan sorprendidos las grandezas de Dios en sus propias lenguas. La segunda lectura (1 Corintios 12, 3-7, 12-13) nos recuerda, a cada creyente, que todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. La fe en Dios es un don, un regalo que, ante la presencia e inspiración del Espíritu Santo se enriquece de dones a la comunidad en cada persona. Hay diferentes dones y servicios que tienen un solo origen que es Dios y un solo fin: ponerlos al servicio de todos, un bien común. El Evangelio (Juan 20, 19-23) nos describe a unos discípulos replegados y a puertas cerradas por miedo a los judíos. Cristo se presenta en medio de ellos mostrándoles sus manos y el costado; rompen en alegría cuando ven al Resucitado y escuchan su saludo de paz. La promesa se ha cumplido (Lucas 24, 49), Jesucristo los hace participes de la misión de anunciar la Buena Nueva que Él ha recibido del Padre. Los discípulos reciben el Espíritu Santo quien es la vida, la fuerza y la inspiración que hace pasar al creyente del miedo a la alegría, del escuchar al vivir, del ver al creer, del creer al testimoniar, del recibir al dar.
Meditar la Palabra
Después de haber leído el texto del evangelio y para una mejor reflexión hagámonos las siguientes preguntas:
¿Qué celebramos los cristianos en Pentecostés?
¿Por qué acudían judíos devotos de todo el mundo a Jerusalén?
¿Qué sucedía con los discípulos?
¿Qué sucede cuando Jesucristo se presenta en medio de ellos?
¿Con qué palabras Jesucristo los saluda?
¿Qué recibieron los discípulos aquel domingo por la tarde?
¿Qué misión reciben los discípulos por parte de Jesucristo?
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hagámonos las siguientes preguntas para llevar la Palabra de Dios hasta lo más íntimo del corazón:
¿Qué miedos experimentas en tu vida que no te permiten vivir la alegría del encuentro con Dios?
¿Cuáles son esos “perdones” que necesitas dar o recibir para abrir y liberarte de las puertas cerradas en tu corazón?
“La paz esté con ustedes”. ¿Qué provocan en ti estás palabras de Jesucristo?
Mira a tu alrededor, interioriza en tu ser. ¿Qué manifestaciones del Espíritu de Dios reconoces en tu vida?
¿Qué acciones estás dispuesto a realizar para vivir esa paz y alegría que provienen de Dios?
En tu entorno social, ¿eres un obrero de paz y amor?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
¡Espíritu Santo ven! Mira el vacío de mi ser si tú me faltas. Rompe en mí los miedos, abre en mí las puertas y libérame de los rencores, odios, falta de amor y misericordia. Dame la fuerza que necesito para vivir, perdonar y perdonarme. Dame la alegría del encuentro, el don de la fe, la valentía del verdadero testigo, la luz de tu Palabra. Reparte en tus siervos de tus dones y del recibir, enséñanos a dar. ¡Ven, Espíritu Santo! Ayúdame cada día a vivir los frutos de la Resurrección, a llevar ese amor y alegría de ser tu testigo y misionero.
- Contemplación:
Para la contemplación, puedo repetir un versículo del Evangelio durante la semana para que penetre y haga morada en nuestro corazón y mente:
“La paz esté con ustedes” (Juan 20, 21).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Como cristiano debo salir de mí para vivir la convicción del ser testigo del Resucitado.
Propuesta: El Espíritu Santo nos acompaña y asiste. Los discípulos dejaron el encierro y los miedos para dar paso a la alegría y la paz que vienen de Dios. Salieron con gran valentía a ser testigos y misioneros del Resucitado. Viviré la alegría de Pentecostés realizando obras concretas. Comenzaré reuniendo a mi familia para hacer una oración por la paz y la unidad del mundo. En lo personal, viviré la hermosa experiencia de recibir la paz, la sanación y la gracia de Dios poniendo en sus manos mis miedos y fatigas a través del Sacramento de la Reconciliación. Pediré sus santos dones para orar por aquella persona de la cual me siento ofendido y buscaré el encuentro con aquella persona que también yo ofendí para pedirle perdón.