Lectio Divina correspondiente al 25 de septiembre, Domingo XXVI del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 16, 19-31
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y todos los días celebraba espléndidos banquetes. Y había también un pobre, llamado Lázaro, tendido junto a la puerta y cubierto de llagas, que deseaba saciar su hambre con lo que tiraban de la mesa del rico. Hasta los perros venían a lamer sus llagas. Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. También murió el rico y fue sepultado. Y en el abismo, cuando se encontraba entre torturas, levantó los ojos el rico y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno. Y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque no soporto estas llamas”. Abrahán respondió: “Recuerda, hijo, que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, en cambio, males. Ahora él está aquí consolado mientras tú estás atormentado. Pero, además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo, de suerte que los de aquí que quieran pasar hasta ustedes, no puedan; ni tampoco de ahí puedan venir hasta nosotros”. Dijo entonces el rico: “Te ruego, padre, que lo envíes a mi familia, para que diga a mis cinco hermanos la verdad y no vengan también ellos a este lugar de tormento”. Pero Abrahán le respondió: “Ya tienen a Moisés y a los profetas, ¡que los escuchen! Él insistió: “No, padre Abrahán; si se les presenta un muerto, se convertirán”. Entonces Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco harán caso aunque resucite un muerto”. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
Jesucristo predica nuevamente por medio de una parábola. ¿Quiénes son los protagonistas?
¿Cómo se percibe que era el hombre rico en su forma de ser y pensar?
Lázaro, el hombre pobre, ¿cómo vivía?
Ante la petición del hombre rico a Abrahán de enviar a Lázaro a refrescar su lengua, ¿qué le responde?
¿Para qué rogaba el hombre rico a Abrahán que Lázaro fuera enviado a su familia?
¿Cuál fue la respuesta de Abrahán ante la insistencia del hombre rico?
Analizando y comparando la vida del hombre rico y el pobre Lázaro, ¿cuál es la situación de los dos antes de la muerte? ¿Qué cambia en la situación de ambos después de la muerte?
Breve Estudio Bíblico.
La liturgia de la Palabra de este domingo XXVI del Tiempo Ordinario se centra en las denuncias contra las injusticias y la marginación social causadas por la ceguera, los apegos mundanos y la indiferencia del hombre. En la primera lectura, el profeta Amós, denuncia la actitud de quienes gozan de cierta riqueza y les anuncia la condena que recibirán por vivir despreocupadamente de aquellos que pasan miseria y marginación. Pablo exhorta a Timoteo a esforzarse en obrar las virtudes de Cristo pues, quien es un hombre de Dios, ha de vivir el combate de la fe siendo un testigo fiel y con la esperanza en el corazón de la manifestación definitiva del Rey de reyes y Señor de señores.
En el Evangelio, san Lucas presenta a Jesucristo predicando una parábola donde enseña que el afán de enriquecerse hasta llegar a la ceguera de la arrogancia y la indiferencia ante el necesitado puede definir el destino de cada persona después de la muerte. Con esta parábola del hombre rico y el pobre Lázaro, no se condena la riqueza como bien producido sino cuando procede de la acumulación injusta y degradante que atenta contra la dignidad de quienes menos tienen. Este hombre rico y su familia se apegan a los vienes materiales mundanos creando una vida estéril, una vida sin Dios; mientras que el hombre pobre, Lázaro, goza ya de los bienes celestiales. Al no escuchar la palabra de Dios, se pierde todo sentido de la verdadera esperanza y riqueza del hombre: el Reino de Dios.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
¡Cuantos “Lázaros” hay en nuestras vidas! Personas pobres en lo material y también en lo espiritual. ¿He compartido hoy de lo mío con alguno de ellos?
¿Soy consciente que el apegarme a los bienes materiales son seguridades falsas y pueden crear en mí una ceguera que no me permite ver las necesidades del prójimo? ¿Qué estoy dispuesto a realizar para evitar esto?
El lugar del tormento es la situación de las personas que viven sin Dios incluso creyendo que tienen fe como el hombre rico que reconoce como padre a Abrahán. Cree, pero no vive lo que cree ya que no es capaz de abrir la puerta del amor y la caridad al prójimo (Lázaro). ¿En qué te hacer reflexionar esto?
¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios en nuestra vida, en nuestras comunidades y familias? ¿Cuánto me ocupo realmente en encarnar el mensaje de la Palabra de Dios?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
pon en mi ser la bondad de la escucha de tu palabra.
En la mente la recta intención de vivir según tu voluntad.
Que mi corazón, ojos y manos se abran a la caridad para los Lázaros.
En mis necesidades materiales y espirituales,
aprenda a amarte, a ser paciente y a escucharte.
Que mi verdadera riqueza sea en darme a los demás.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe y se haga vida:
«Mantente firme en el noble combate de la fe, conquista la vida eterna para la cual has sido llamado» (1 Tim 6, 12).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Estamos por finalizar el mes dedicado a la Sagrada Escritura y esta vez nos invita a hacer presente el reinado de Dios en la tierra obrando las virtudes de Jesucristo. La clave con la que podemos comprender la Biblia es el pobre sentado a la puerta.
Propuesta: Dedicaré más tiempo a la oración acompañada de la Sagrada Escritura y, sobre todo, encarnaré su mensaje haciéndola vida. Existen muchos “Lázaros” en nuestro entorno que viven marginación e injusticia social. Compartiré de lo que la Divina Providencia me provee, no olvidemos a nuestros hermanos migrantes. Tengamos presente que, “al final de esta vida, seremos examinados por el amor” (San Juan de la Cruz).
Primera Lectura: Amós 6, 1. 4-7
Salmo 145
Segunda Lectura: 1 Timoteo 6, 11-16
Color: Verde