Lectio Divina correspondiente al 29 de agosto, Domingo XXII del Tiempo Ordinario… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
1.Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23.
Los fariseos y algunos maestros de la ley procedentes de Jerusalén se acercaron a Jesús y observaron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavárselas
-conviene saber que los fariseos y los judíos en general no comen sin antes haberse lavado las manos meticulosamente, observando así la tradición de sus antepasados; y al regresar de la plaza, si no se lavan, no comen; y observan por tradición otras muchas costumbres, como la purificación de vasos, jarros, bandejas-. Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron: -¿Por qué tus discípulos no proceden conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen sin purificarse las manos? Jesús les contestó: -Qué bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me dan culto, pues las doctrinas que enseñan son preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios y siguen la tradición de los hombres. Y llamando de nuevo a la gente les dijo: -Escúchenme todos y entiendan esto: Nada de lo que entra en el hombre puede mancharlo. Lo que sale de su interior es lo que mancha al hombre. Porque es del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, perversidades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, soberbia y necedad. Todas estas maldades salen de su interior y manchan al hombre. (Texto tomado de la Biblia de América)
Meditar la Palabra
Después de haber leído el texto del evangelio y para profundizar hagámonos las siguientes preguntas:
¿Por qué los fariseos y escribas criticaron a los discípulos de Jesucristo?
¿En qué consistía la practica tradicional judía de la purificación ritual?
¿Cuál es la postura de Cristo ante las practicas de los judíos?
¿Qué le pide Cristo a la gente que escuche y entienda?
¿Qué es lo que mancha al hombre y de dónde procede?
Breve Estudio Bíblico
Este próximo domingo la Liturgia de la Palabra nos invita a analizar la manera de vivir nuestra fe. En la primera lectura Moisés habló al pueblo exhortándolos a observar y a vivir fielmente los mandatos y preceptos de Dios (Deuteronomio 4, 1-2. 6-8). Anteriormente, por medio de una síntesis de la historia del pueblo, les recordó su infidelidad y la experiencia que pasaron al vivir alejados de Dios. Ahora, hace hincapié para que comprendan en que consiste adherir su fe al único Señor y Dios. La segunda lectura refleja la finalidad de la carta del apóstol Santiago: exhortar a que la fe de los creyentes no sea meramente teórica o abstracta sino llevada a la práctica con hechos en todas las expresiones de la vida. La escucha de la Palabra es fuente de luz y salvación y debe ser llevada a la práctica con obras. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en solidarizarse con los marginados y olvidados, en guardarse de este mundo corrompido (1, 17-18. 21-22. 27). El Evangelio nos narra una controversia que comienza por la crítica de los fariseos y escribas al ver que los discípulos de Jesucristo no realizan las prácticas tradicionales judías de la purificación ritual. Se dirigen directamente a Cristo quien les responde con otra crítica al referirles que ellos sustituyen los mandamientos divinos por tradiciones humanas realizando solamente un “culto de los labios”. Desde la Escritura, cita la tradición profética en Isaías donde se condena el culto sin justicia y a los creyentes de la Palabra sin coherencia de vida. La observancia literal de los preceptos y la apariencia del “acto bueno” externo, son practicas estériles si no se purifica el corazón que es donde se expresa verdaderamente nuestra elección por una vida con Dios.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Con el fin de meditar esta Palabra Viva, hagámonos las siguientes preguntas:
Al leer el Evangelio, ¿de qué puedo decir que está alimentada mi fe?
¿Qué es lo que hago para que mi fe no sea un “culto de los labios”, es decir, una fe sin obras?
¿Qué acciones realizo para estar constantemente purificando mi corazón?
Me preocupo más en publicar la oración del día, la imagen inspiradora o la frase motivadora que el ser solidario y ayudar en las necesidades de mi comunidad, amistades y/o familia?
¿Soy un católico de palabra o de la Palabra? ¿Cómo responderé a la invitación que me hace Dios en el Evangelio?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor,
Que en mi obrar se refleje tu amor
y, como el salmista, desde mi interior te pido:
¡Crea en mí, oh Dios, un corazón puro!
Renueva en mi interior un espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu presencia
ni me quites tu santo espíritu;
devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con tu espíritu generoso.
Amén.
- Contemplación:
Para la contemplación podemos repetir varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que habite y purifique nuestro corazón:
«¿Quién será grato a tus ojos, Señor?» (Salmo 14).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Estamos viviendo un tiempo donde nuestra actitud y responsabilidad son de suma importancia para erradicar la actual situación sanitaria. Es aquí, donde nuestra fe en Dios se debe reflejar en las obras.
Propuesta: Dedicaré tiempo para leer y orar con la Palabra de Dios, recordaré en mis oraciones al cuerpo médico y a todas aquellas personas que cuidan de alguna persona enferma. Me privaré de reuniones sociales y atenderé las medidas preventivas de salud. El cuidar de otros es también un acto de amor.
RECUADRO
Primera Lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8.
Salmo 14
Segunda Lectura: Santiago 1, 17-18. 21-22. 27.
Color: Verde