Diana Adriano
Miriam Paulina Chacón es una joven que ha experimentado el impacto transformador de los Talleres de Oración y Vida. Fue su mamá quien le entregó un volante del servicio en la parroquia Todos los Santos, y la invitó a vivir esta experiencia.
“Mi mamá ya había tomado el taller, y le llamó la atención que este taller estaba enfocado en los jóvenes”, comentó Miriam.
Dijo que cuando era pequeña, ella acompañaba a su madre al taller, pero no imaginó lo que después viviría con esa experiencia.
“Me atrajo el enfoque dirigido a nuestra edad y decidí unirme”, añadió.
Propósito mayor
Como se sabe, TOV ofrece una oportunidad única para profundizar en la relación con Dios a través de la oración, la reflexión y el trabajo en comunidad.
“Yo estaba muy alejada de la oración, tuve mi tiempo de enfriamiento”, confesó Miriam, quien relató cómo la invitación de su mamá fue el primer paso para volver a conectar con Dios.
“Cuando mi mamá me dijo que me uniera, le tomé la palabra por no hacerla sentir mal. Pensé que lo estaba haciendo por mí, porque es mi mamá y me quiere seguir edificando”, explicó.
Aunque al principio su motivación fue complacer a su madre, Miriam se dio cuenta de que su participación en el taller tenía un propósito mucho mayor.
“Me di cuenta de que había algo más grande detrás de todo esto. Pensé: ‘Por algo es, este es el llamado’. Fue como un recordatorio de que debía regresar a mi casa, a mi fe, a mi relación con Dios”, compartió.
Conexión con Jesús
Miriam destacó que el enfoque a los jóvenes ofrece una vivencia profunda de la fe.
“Conocí maneras de orar y de acercarme más a Jesús, entendiendo incluso su lado humano. Esa humanidad lo hace a uno identificarse más fácilmente”, dijo la joven.
“Este taller está enfocado en lo que estamos atravesando los jóvenes, situaciones más cercanas, como los retos de la prepa o la universidad”, aseguró.
A Miriam el taller de Oración y vida le ofreció un espacio de acompañamiento emocional, especialmente durante un momento de duelo, por la pérdida de su mascota, algo que le provocó mucha tristeza.
“Pero justo en ese proceso, sentí como Jesús tocaba mi corazón y me abrazaba con el tema que vimos ese día, ‘En tus manos’. Fue una conexión muy bella, porque pude entender que a veces ponemos nuestra fe en cosas terrenales y momentáneas, en vez de poner nuestras esperanzas en lo que es permanente: Dios y la Vida Eterna que Él nos promete.”
En ese espacio, Miriam tuvo solamente un compañero, pero se conectó profundamente con él porque atravesaban situaciones similares.
“Fue una forma de sentirnos acompañados y apoyados”, agregó.
Para Miriam, este taller no solo representó un espacio de aprendizaje sobre la oración y la vida espiritual, sino también un punto de reencuentro con su fe, un regreso que le permitió comprender mejor su relación con Dios por medio de la oración y el silencio.