Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Muy buen domingo, espero se encuentren muy bien, llenos del amor de Dios. Domingo XVII del Tiempo Ordinario, seguimos profundizando el capítulo 13 de San Mateo, las parábolas del Reino y hoy nuevamente tres parábolas sencillas, pero hermosísimas, donde Jesús nos quiere explicar el Reino de Dios de una manera muy práctica que debemos traducir a nuestra vida cristiana como discípulos misioneros y miembros del Reino de Dios.
La parábola del tesoro escondido, de la perla valiosa y la de la red de los pescadores. Siempre comienza así: el Reino de los cielos se parece a… Dijimos que el Reino de los Cielos es el plan salvador de Cristo, su obra redentora es Él y nosotros formamos parte de ella y estamos llamado a vivir en el Reino de los Cielos junto con Jesús.
La primera nos dice que es como un tesoro escondido en el campo y alguien lo encuentra, se llena de alegría, lo esconde, va y vende todo lo que tiene para comprar el campo y tener el tesoro. Claro, hay tesoros de oro, de plata, de joyas, dinero del mundo, y otros, del placer, del dominio, las armas. El del Reino es un tesoro de vida, de amor, de salvación, es encontrar a Cristo, encontrarnos en su Amor que nos da vida, y por eso a toda costa hay que adquirirlo, desprendernos de todo para adquirir aquel tesoro.
La pregunta para ti y para mí es: ¿Qué tengo que vender o dejar? ¿De qué me he tenido que despojar? … y dejarme poseer por el tesoro más hermoso que es Jesús. Eso es de diario, esa búsqueda del tesoro, Él sale a nuestro encuentro, se nos manifiesta, se nos regala, pero yo también debo de poner lo mío, encontrar el sol, llenarnos de alegría, ese tesoro del amor de Dios, vivirlo.
El Reino de los cielos se parece a una perla fina, la más grande, las más hermosa: es Jesús. Hay muchas perlas que queremos lucir, eso va y viene, tantas cosas que equivocadamente quiero lucir: mi egoísmo, enojo, envidia, mi mentira. La parábola es encontrar esa perla: ¡Jesús!, ponértela -su vida, su amor- y lucirla, manifiestarla con mi vida. Esa presencia me queda muy bien, va conmigo, se manifiesta y luzco la perla más preciosa que es el Señor, pero me deshago de la perla del mundo. Pregúntate de qué perlas del mundo debes desprenderte para encontrar la perla de Cristo y ponerla en tu vida para lucirla.
El Reino de los Cielos se parece a la red de los pescadores que echan al mar y recogen toda clase de peces. Ese tesoro que poseo y me da alegría, gozo, paz, tranquilidad, y luego me lleva al testimonio, a las buenas obras, al Reino de Dios, a echar la red. El Reino de Dios hay que extenderlo, predicarlo, darlo a conocer con la palabra, el testimonio, las obras, todos ser una red que lazamos al mundo para pescar hombres y mujeres para Cristo. Es una tarea muy importante. No solo quedarme con lo bonito, lo emocionante, lo sentimental ¡Hay que trabajar duro!: esfuerzo, testimonio, evangelización, catequesis, amor a los pobres, a los migrantes. Echar la red a los jóvenes, a los niños y adolescentes, a los matrimonios.
Al final Jesús pregunta y hoy la pregunta es ¿Entiendes lo que te quiero decir? Ojalá comprendamos lo que nos quiere decir con estar parábolas y que digamos sí, pero no de los labios para afuera, que vivamos el Reino de Dios en medio de nosotros, pero para eso necesitamos hoy el don del Espíritu Santo, la sabiduría.
En la Primera lectura de Reyes nos habla de ese momento donde el Señor Dios le dice a Salomón: ‘Pide lo que quieras y te lo daré’ y Salomón, con humildad, le hablaba al Señor: ‘me has tratado con misericordia…’ y reconozco mi debilidad … entonces viene lo que le pide: sabiduría de corazón para saber gobernar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal. Al Señor le agradó la petición y le dio la sabiduría y muchas cosas más.
¿Qué le pido a Dios? Tú ¿Qué le pides? ¿Sabiduría y discernimiento? Decimos en la Oración Colecta: ‘Señor, protector de los que en ti confiamos, sin ti nada es fuerte ni santo, solo Tú eres el Señor’. Multiplica sobre nosotros tu misericordia, de tal modo que aprovechemos los bienes pasajeros del mundo, pero que nuestro corazón, nuestros sentidos, nuestra vida, estén puestos en los bienes eternos.
Queridos hermanos, los textos de este domingo son bellos, lo importante es aplicarlos a nuestra vida. El Reino de Dios como un tesoro, una perla, una red …y pedir, como Salomón, la sabiduría de corazón.
Que el Señor nos bendiga y nos fortalezca siempre. Un abrazo y una semana llena de bendiciones.