Pbro. Francisco Galo Sánchez
A Rogelio Romero lo he tratado muy poco, pues su presencia en la Capilla del Niño Jesús, era solamente cuando asistía a la Eucaristía dominical. Más bien mi relación ha sido con sus papás y un poco con sus hermanas.
Su papá tiene su negocio particular por la avenida de Las Américas, en donde algunas veces acudí a saborear sus ricos y sabrosos tacos. El siempre acudía a la Eucaristía del sábado (la de precepto) junto con alguna de sus hijas y en donde ocupaba casi siempre el mismo lugar.
Una persona muy seria, pero no por eso distante u opacado. Se vuelve buen conversador cuando uno toca temas en los que pueda participar y sobre todo tratar con cierta experiencia.
Con la mamá ha sido mucho mayor el trato, pues aparte de ser muy conocida en la capilla, desde hace unos meses está colaborando en las Pláticas Pre-Bautismales integrándose en el equipo.
Por ella he sabido que desde pequeño Rogelio era inquieto y “peleonero” y para canalizarle su agresividad y energía se le invitó a acudir a un gimnasio. Creo que a su papá también le gustaba acudir a “tirar golpes” y a realizar ahí ejercicio.
Su familia me ha estado siempre avisando de sus peleas y a la vez de su crecimiento y entusiasmo. Con mucho esfuerzo por parte de ellos, se le apoyó para que acudiera a la Ciudad de México y siguiera con sus preparativos.
Cundo fue el selectivo para la clasificación olímpica, se le apoyó con todo lo que se podía, aunque no siempre fuera así por parte de las autoridades civiles, pues para lograrlo se requiere otro tipo de relación, la cual Rogelio no es muy dado a tener.
Callado y reservado cuando iba con su mamá. Se quedaba sentado en la banca y desde ahí participaba. Por su mamá supe la gran escucha que les ha tenido. A pesar de ser joven e inquieto – como cualquiera de su edad – las palabras de sus papás le llegan muy hondo y ha obedecido a las recomendaciones que le han hecho.
Por otra parte, ellos se sienten muy orgullosos por todo lo que ha desarrollado, independientemente de si gana medallas. Le han mostrado mucho cariño y aunque su mamá sufre cuando pelea, por los golpes que recibe, no se opone a que continúe, pues eso le ha permitido canalizar su energía y seguir adelante a pesar de los obstáculos.
Quienes lo conocen en la capilla, estoy seguro que se sienten orgullosos y felices por sus logros. Supe que están rezando por él y para que siga adelante, aunque sea una forma muy “mexicana”, pero no por eso contraria a la fe.
Desde luego yo no conocía personalmente a algún deportista que haya ido a las Olimpiadas, ahora que lo supe, pues no me queda más que unirme a todos los mexicanos y sentirnos muy contentos de ver que “sí se puede”, y ser mexicano nos debe llenar de orgullo.