Pbro. Leonel Larios Medina/ Comunicólogo
Se acabó el maratón “Guadalupe-Reyes” que en esta ocasión parecía caminata de resistencia, y con la deliciosa rosca de frutos secos, terminamos llenos de remordimientos por la cantidad de harina 1consumida. Esta tradición de poner reyes magos en los nacimientos recuerdan el texto bíblico de los magos (sabios) de oriente que fueron a adorar al Niño Dios, a Belén, guiados por la estrella. El texto no dice que fueran tres, ni sus nombres; por eso aquella frase: ni eran magos (que hicieran magia), ni eran reyes (de estirpe real), ni eran tres (los regalos sí eran tres).
En el mundo sigue habiendo reyes. En Europa, existen las monarquías constitucionales, que han pensionado a los que, según la tradición, son herederos del trono y la realeza; otorgándoles una renta y actividades precisas en el gobierno, pero son los diputados y el primer ministro los que ejercen el poder de gobernar. La serie de televisión “Corona” refiere a una de las monarquías más famosas como la británica, que subsiste hasta nuestros días, con su forma peculiar. Y si dirigimos nuestra mirada a Medio Oriente, nos perderíamos entre emires, jeques y sultanes que, en países tan cerrados de mentalidad, viven procesos políticos para occidente inconcebibles, pero ahí están.
En México, sabemos que al llegar los españoles había un Imperio: el azteca. Había reinos como el de los tlaxcaltecas, con quienes peleaban continuamente. Toda Mesoamérica, tenía sus pequeños reinos, pues era la manera política en que estaban organizados nuestros pueblos nativos. Ya han pasado quinientos años y vivimos en el México “independiente”. Celebramos con orgullo el 15 de septiembre y el 20 de noviembre, hasta dejamos de trabajar, para organizar la pachanga. Sin embargo, me surge una pregunta: ¿Cuáles siguen siendo nuestras dependencias? ¿El pueblo mexicano dirige realmente su destino?
En la antigüedad, la diferencia entre súbditos y reyes no solo era la sangre, sino las oportunidades de conocimiento que tenía. Alejandro Magno tuvo a Aristóteles (el gran filósofo griego) como maestro, y 2,500 años después seguimos siendo testigos que la mejor educación y las mejores oportunidades las tienen las castas de empresarios y ricos, que pueden ofrecer a sus hijos la mejor educación. Esto lo han criticado siempre los políticos en campaña, pero creo que el presidente no haría fila en el dispensario Bienestar de una colonia popular, esperando durante horas a ser atendido, o llegando a las 5am a que lo anoten para ver cuándo lo atienden. Este sistema es para el pueblo, no para los presidentes o “nuevos reyes”.
No quiero seguir subrayando las diferencias sociales, sino la actitud de súbdito que tenemos. Quisiera hacer despertar al ciudadano que no lee contratos, que se adormece con la cerveza del fin de semana y sigue trabajando en condiciones injustas porque parece que no hay alternativa. Quisiera despertar al estudiante que se alegra porque no hay clases, o porque el profesor lo pasó, sin haber adquirido los conocimientos. Todas estas actitudes seguirán marcando que hay otros arriba, que dirigen nuestro destino, vendiéndonos la idea que con nuestro voto somos parte de ese cambio. Si no dejamos de ser súbditos, no importa el tipo de “corona”, o de apellido del rey en turno, seguiremos con la cabeza gacha lamentándonos de lo mal que nos va, y lo malos que son los gobernantes.
Yo tengo un Rey que supo dar la vida por sus ovejas. Uno que sirve, Uno que se despojó de todo, y que me alienta a ayudar a mis hermanos. Me enseña que reinar es servir. Me invita a que sea el último, para conseguir los primeros puestos. Y tú ¿eres súbdito sin rey?