Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Queridos hermanos: les saludo con mucho amor de padre y pastor. Deseo para ustedes dicha alegría y bendiciones para sus familias. Domingo 23 del Tiempo Ordinario. Cómo avanza el tiempo, vamos iniciando el mes de septiembre, un mes bonito, muy mexicano. Ojalá que amemos nuestra patria y todos unidos como una misma nación, trabajemos por seguir construyendo un pueblo, una comunidad de paz y armonía, de hermanos y nosotros como personas de fe, de Iglesia, siempre hacerlo.
Escuchamos en la primera lectura de este domingo unas palabras muy alentadoras del profeta Isaías, siempre es bueno animarnos, animar al hermano, consolarlo, impulsarlo; esa palabra “Ánimo”, nos fortalece, es decir: estoy contigo, te apoyo, te quiero y hoy nos dice Dios, a través del profeta. ¡Ánimo! No temas, no teman, he aquí que su Dios, dice el profeta, nuestro Dios, viene ya para salvarnos.
Como pueblo, como ciudad o diócesis hay retos y dificultades a nivel social, pastoral, de la paz y de la seguridad ¡Ánimo!, Dios nos anima y nos conforta, aquí esta nuestro Dios que viene para salvarnos.
Por eso desde la antífona de entrada nos orienta a la reflexión del domingo: ‘Eres justo, Señor y rectos son tus mandamientos, muéstrate bondadoso con tu siervo’. Hay que sentir la bondad de Dios, su cercanía, su presencia salvadora y liberadora.
A propósito de esa salvación que Dios nos ofrece en su Hijo Jesucristo, en el evangelio de san Marcos, hoy Jesús predicando se encuentra con enfermos en la región de Tiro y Sidón, con personas que padecen alguna enfermedad o problema. Hoy nos narra san Marcos que Jesús se encuentra con un hombre sordo y tartamudo y le suplican que lo atienda, que vea por él, que lo liberen. Un hombre sordo y tartamudo. Cómo a veces, interpretando este texto, nos encontramos así: tartamudos, sordos, afectados por la situación difícil, por la tristeza, por el pecado y necesitamos ser liberados. ¡Ánimo!, he aquí que Dios viene a salvarnos, viene, como en Tiro y Sidón, a Juárez, a tu persona, viene a mi diócesis a liberarnos, a tocarnos con su Palabra, con su mano salvadora, con su corazón; Jesús apartó a aquel hombre, tocó su lengua con saliva, lo miró fijamente y le dijo ¡Effetá!, ¡Ábrete!, una palabra muy importante, pronunciada por Jesús. Hoy me presento como obispo y cada uno ante el Señor para decirle: soy tartamudo, soy encerrado en mi problema, afectado por tal situación, ¡Tócame, toca mi vida, toca mi ciudad que sufre. Tócame! Jesús nos aparta, nos toma en solitario, se acerca a nosotros con mucho amor y compasión, con los sacramentos, con la Eucaristía y realiza ese milagro, Efettá, y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua.
Necesitamos esa presencia de Dios: estamos trabados en sentimientos, en enojos, en apatía, entonces hay que decir ¡Tócame Señor!, toca a mi familia, abre nuestro corazón para sentir tu gracia, libéranos para que con tu acción podamos predicar, anunciar, vivir en tranquilidad y amor, anunciarte, proclamarte y testimoniarte con nuestra vida y caridad.
Ante nuestros problemas y dificultades decimos ¡Tócame Señor¡, aquí estoy para que ese Effetá se realice en mi vida y entonces con tu gracia sea liberado y pueda vivir una nueva dimensión en la misericordia, paz y amor.
En este sentido en la segunda lectura, el profeta nos habla de ese amor fraterno que debemos tenernos unos a otros “puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo no tengan favoritismos, quitar esos favoritismos.
El Papa Francisco en Fratelli Tutti nos lanza a construir una fraternidad universal en la amistad, en la paz, en la misericordia, que no tengamos favoritismos, dice el Apóstol Santiago, más bien abrirnos. Y por eso decimos ¡Tócame!, toca mi corazón para que me abra al hermano.
Este domingo del tiempo ordinario comenzamos el mes de septiembre fortalecidos, tocados por el Señor. Dios, protege con bondad a tus hijos que tanto amas, que obtengamos con tu gracia la verdadera libertad y tu herencia, que me deje tocar por la mirada y la mano de Cristo para que transforme mi vida y me lance a ese amor fraterno entre todos nosotros.
Dios les bendiga y les fortalezca siempre. Un abrazo, buen domingo y buena semana.