Lectio Divina correspondiente al 12 de septiembre, Domingo XXIV del Tiempo Ordinario… Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Jorge Sánchez/ Instituto Bíblico San Jerónimo
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 8, 27-35
Jesús salió con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo y por el camino les preguntó: -¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: -Unos que Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que uno de los profetas. Él siguió preguntándoles: -Y según ustedes, ¿quién soy yo? Pedro le respondió: -Tú eres el Mesías. Entonces Jesús les ordenó que no hablaran de él con nadie. Y Jesús empezó a enseñarles que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, que sería rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que lo matarían, y a los tres días resucitaría. Les hablaba con toda claridad. Entonces Pedro lo tomó aparte y se puso a reprenderlo. Pero Jesús dirigiéndose a Pedro lo reprendió en presencia de sus discípulos, diciéndole: -¡Colócate detrás de mí, Satanás! porque tú no piensas como Dios, sino como los hombres. Después Jesús reunió a la gente y a sus discípulos, y les dijo: -Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará.
(Texto tomado de la Biblia de América)
Meditar la Palabra
Después de haber leído el texto del evangelio y para una mejor reflexión hagámonos las siguientes preguntas:
Por el camino, ¿cuál es la primera pregunta que Jesucristo hace a sus discípulos?
¿Qué le respondieron sus discípulos?
Nuevamente, Jesucristo les hace una pregunta y uno de sus discípulos toma la iniciativa y le responde. ¿Quién era y cuál fue su respuesta?
Jesucristo, hablándoles con toda claridad, les anuncia algo, ¿qué era?
Ante este anuncio, ¿qué sucede entre Pedro y Cristo?
Al reunir a la gente y a sus discípulos, ¿qué les dice Jesucristo?
Breve Estudio Bíblico.
Este domingo, XXIV del tiempo ordinario, la liturgia de la Palabra nos presenta lo que implica ser discípulo de Dios. Los cánticos del “Servidor del Señor” que se encuentran en el libro de Isaías son cuatro. La primera lectura presenta el tercer canto en que este servidor tiene como rasgos esenciales el saber escuchar a Dios y la fidelidad en la que permanece aun ante las adversidades que conlleva su misión, pues se sabe protegido y acompañado por su Señor. Al igual que el pasado domingo, el profeta nos pone en sintonía con Jesús de Nazaret, el enviado del Padre quien se reveló por sus obras como el verdadero Servidor del Señor. La segunda lectura es el corazón de la carta del apóstol Santiago, nos dice que la fe en sí misma cuando no va acompañada por las obras, está muerta. El apóstol no opone la fe y las obras sino fe viva y fe muerta. Quien dice ser una persona de fe y no la traduce en obras que actúan desde la caridad, cae en el peligro de vivir una fe muerta: vacía, estéril y pasiva. Por lo tanto, la fe viva es aquella que es perfeccionada por la caridad en las obras, don de Dios. En el Evangelio, Jesucristo hace una pregunta concreta a sus discípulos: ¿quién soy yo? Pedro, como portavoz, reconoce que Jesucristo es el Mesías. Ante tal confesión de fe, Jesucristo les pide no decir nada para evitar falsas interpretaciones de su mesianismo que el mismo apóstol Pedro expresa en su actuar. El Mesías, con entera claridad, les explica la naturaleza de su identidad mediante el primer anuncio de su Pasión. Luego, llamando a la multitud y sus discípulos, los instruye sobre lo que implica y significa creer en él: renunciar a sí mismo, perder la propia vida por el Evangelio que es Jesucristo y cargar la cruz, el camino del Mesías, cuyo final es la vida plena y definitiva con Dios.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Vida Eterna:
Jesucristo te hace la misma pregunta que a sus discípulos: ¿Quién dices que soy yo?
Tu fe, ¿está muerta o viva?
¿Tu fe suscita para los demás el deseo de creer en Dios y seguirlo?
Cristo ha sido claro, nos explica lo que significa e implica ser su discípulo. ¿Deseas cargar la cruz?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor,
Deseo ser un verdadero discípulo tuyo.
Se mi fortaleza para renunciar a aquello que es efímero, estéril y vacío.
A optar por los valores eternos de tu Reino.
Deseo seguirte aún ante las adversidades que se presentan.
Sé que me acompañas, que me proteges.
Señor, sé que estás.
Dame ese don tuyo de la fe
y que la haga viva en el amor y la caridad con mis hermanos.
Que me gaste en Ti, que sea en Ti.
Y así, un día, contemplar tu rostro mi Señor.
Amén.
- Contemplación:
Para la contemplación podemos repetir varias veces durante la semana un versículo de la Sagrada Escritura para que guíe nuestro caminar en la fe:
«Caminaré en la presencia del Señor» (Sal 114).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
La fe, don de Dios, se vive por medio de las obras que se perfeccionan en la caridad. Son los frutos de una fe viva y madura.
Propuesta: Esta semana en mi oración recordaré y agradeceré a Dios por los sacerdotes, diáconos y religiosas. Son ellos quienes nos reflejan al verdadero discípulo de Jesucristo. Como acción concreta realizaré una obra de caridad hacia ellos apoyándolos económicamente o a través de un presente que los motive a seguir adelante.
Primera Lectura: Isaías 50, 5-9
Salmo 114
Segunda Lectura: Santiago 2, 14-18
Color: Verde