Daniel Alejandro Durán/Colectivo Familias Unidas
Caminar kilómetros en el desierto, mirando a mamás de hijos que los desaparecieron, buscando queriendo encontrar, buscando queriendo no encontrar. Pidiendo al Dios de los imposibles, que no olvide a ninguno de sus hijas e hijos amados, rogando que, si en estas tierras tan lejanas y llenas de arena se encuentra alguna persona sin vida, la encontremos.
Muchas cosas pasan por la mente y el corazón, muchas de ellas tan profundas que no encuentro cómo describirlas, quizá solo decir que es una experiencia fundante, una vivencia splagnizomai, palabra que se puede traducir como “Amar desde las entrañas”, es así como se busca a un ser amado.
Después de muchas horas y kilómetros caminados, encontrar lo que fue parte de un cuerpo, de un alma, remite mis pensamientos sobre; ¿Quiénes son? la madre, abuela, hija, el hermano, el tío, el padre de alguien, aquí están dejados en medio del desierto, donde carroñeros y el sol desgastan sus huesos. Es cierto, ya su alma no está aquí, pero sus huesos reclaman dignidad.
Al final, cerrar con un momento de recoger lo que se ha vivido en el día, donde lo central es agradecer, agradecernos, porque se sigue buscando, con nuestros familiares en la mente y en el corazón.
Ante las autoridades que también están en el rastreo, unas buscando por obligación, otras sólo haciendo acto de presencia y otras pocas, conmovidas por el caminar de las familias, les recordamos que todos seremos huesos algún día y queremos ser tratados con dignidad, memoria e historia.