Comentario al V Domingo ordinario
Pbro. Manuel Bañuelos Soledad/ Vicario parroquial de San Martin Obispo
Es interesante el origen de la palabra “enfermedad”. El que está “in-firmus” es el que “no está firme”. Esta etimología corresponde con sensaciones que probablemente todos asociamos con la enfermedad: debilidad, indefensión, sufrimiento, angustia, tristeza. En este tiempo de pandemia, somos testigos de la realidad mas que nunca, lo que es la enfermedad. Tenemos la necesidad, de saber tratar la enfermedad y cuidarnos de no contagiarnos, ha sido duro esta realidad, lo importante, es enfrentarlo con valentía. Hay que dejarnos guiar por nuestra fe en Dios.
Nuestra sociedad esta enferma biológicamente, no se puede organizar de una manera adecuada la economía y la relación física con el semejante, se ha tenido la necesidad de hacer un protocolo para atender las actividades cotidianas del hogar, el trabajo o cualquier lugar que existiera varias personas. Vivimos en un estado que convivencia de salud, que no es estable. El libro de Job expresa este sentir con imágenes muy vivas: desengaño, noches de dolor y pesadillas, impotencia ante el tiempo que se precipita en una vorágine sin sentido, de presión intensa.
Médico de almas
Jesús aparece como el gran médico en el evangelio de hoy, ha curado la suegra de Simón. Nuestro Señor Jesucristo, es médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralitico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la Penitencia y de la Unción de los enfermos. Si la enfermedad nos lleva a tocar el fondo de nuestra debilidad, la sanación de Cristo nos lleva a experimentar la “debilidad” de Dios por los débiles. De este modo, allí también encuentra la verdad del amor inconmensurable de Dios, pues la debilidad de Dios son los débiles.
La dedicación de Cristo a los enfermos se ha extendido en la historia de diversas maneras, y entre ellas hemos de recordar con gratitud a tantas obras de misericordia que alivian de muchos modos los dolores del mundo. La misma Iglesia tiene su apostolado para los enfermos, ya que ellos son mas sensibles en el dialogo con Dios para pedir por su salud. La compasión de Cristo hacia los enfermos y numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un signo maravilloso de que Dios ha visitados a su pueblo y de que el Reino de Dios esta muy cercas. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también de perdonar los pecadores: vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; es el medico que los enfermos necesitan. Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos. “estuve enfermo y me visitaste” (Mt 25, 36). Su amor de predilección para con los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Hospitales, orfanatos, ancianatos, hogares de paso, atención a refugiados o desplazados… en todos ellos se puede sentir la caricia del Hijo de Dios, y la eficacia de su amor que marca una diferencia en la vida de millones de personas. Oremos, pues, con amor por quienes allí entregan su vida, especialmente si son conscientes de que están prolongando la piel, las manos y la mirada de Jesús a favor de sus “predilectos”, los enfermos.
Más Enseñanza
Y cabe aquí una relación con la segunda lectura. Pablo, con ardor ejemplar se entrega a evangelizar. La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del Evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios. Lo siente como un deber vinculante, intransferible, inaplazable. Y dice: “me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles”. (1 Cor 9,22). De qui aprendemos dos cosas: primera, que pertenece a la misión del evangelizador una participación en los dolores de los evangelizados. Ejemplo supremo de ello nuestro Señor Jesucristo en su Cruz de dolores.
Segunda enseñanza: el amor se muestra en la capacidad de adaptación. El amor no desfallece ante un “no”; no se detiene por una derrota; siempre está ideando formas nuevas, caminos nuevos, sendas no exploradas, posibilidades inéditas. Es… creativo, esencialmente optimista, incapaz de rendirse.