Pbro. Leonel Larios/ Rector de la Catedral de Parral
Con frecuencia el inicio de un año civil nos lleva a poner sobre la mesa muchos buenos propósitos. Una lista a veces demasiado optimista: comer menos, hacer más ejercicio, leer más y mejores obras, en fin, propósitos que con el transcurrir del año parecen olvidarse, unos incluso a finales del mismo enero. Seamos más optimistas y pensemos en los buenos deseos hacia los demás. Desde que era pequeño oía mucho este brindis: “Salud, dinero y amor”, como los tres objetivos que no caducan año con año.
¿Cuáles fueron tus deseos este año nuevo? ¿Los recuerdas? ¿A quiénes se los deseaste? Los solteros que se casen, los casados que tengan hijos, los estudiantes que se gradúen con honores y a otros al menos que sí pasen. Desear y prometer no empobrece a nadie, pero sí revelan nuestras intenciones y lo que nuestro corazón anhela para las personas que amamos.
Al concluirse el maratón llamado “Guadalupe-Reyes” quiero centrarme en los magos de oriente y los regalos que le llevaron al niño Jesús, para luego hacer una actualización de cuáles regalos le quiero llevar al Niño también yo.
El número de tres reyes magos, se fue quedando en la tradición cristiana por los tres regalos que menciona el evangelio. El oro, significando la realeza de Jesús, descendiente de David, el Rey de reyes esperado. El incienso, su condición divina. Aquel que merece la adoración de todo lo creado. Y finalmente la mirra, que se refiere a la humanidad y el sufrimiento del Dios hecho hombre. Hay toda una teología en cada uno de ellos con sus referencias bíblicas que los invito a profundizar.
San Ignacio de Loyola, en sus ejercicios espirituales habla del acercamiento al texto bíblico haciendo una “composición de lugar”. Es decir, imaginarnos que estamos ahí en ese momento. Oler la paja, oír los animales, mirar a las personas que aparecen en el texto sagrado. Tratando de hacer algo semejante, me puse a pensar en ese momento de la entrega de dones al niño nacido en Belén. ¿Qué le quiero regalar? ¿Qué regalos le agradarían a aquel que no necesita nada y me lo ha dado todo?
Un primer regalo es la salud. Aunque muchos lo piden en el brindis y bromean golpeando las copas o vasos, realmente es un regalo que le deseo a todos aquellos que comparten la naturaleza humana como la de Jesús. A todos les deseo un año con salud y saludable. Que no tengan que ir al hospital y que los análisis clínicos les sean tranquilizadores. En verdad que es un bien que preciamos ahora más y que muchas de nuestras actividades se encaminen a lograrla.
Un segundo regalo es la paciencia. Seguramente no lo desearon a nadie, pero al escuchar con frecuencia a madres y padres de familia, y en general a muchas personas, al confesarse dicen que no tienen paciencia. Qué mejor pedir este regalo, recibirlo sabiendo que las cosas reclaman su tiempo y constancia, y que en ocasiones no queda otra más que soportarnos unos a otros.
Un tercer regalo podría ser el amor. Quiero darle sin embargo un tono muy particular. Que sea un amor misericordioso. Que sepa perdonar todas las ofensas que reciba. Que transforme el mal en bien, siendo misericordioso con aquellos que me han dañado. Un año sin odios y rencores, valdría más que muchas cosas materiales.
Ofrezcamos al niño Dios, cuidar la salud, paciencia cada día; y un amor misericordioso como el de Jesús, son los mejores tres regalos.