Alma de Jesús Bueno/Laica Consagrada
A mediados del mes de febrero y primeros días del mes de marzo, viví una experiencia que Dios quiso regalarme. Fui invitada a un viaje-peregrinación, que vino a ser como un segundo parte aguas en mi caminar con Jesús. Tuve muchas dificultades interiores en aceptar este regalo, más finalmente el descubrir que era un llamado de Dios, solté todo en Sus Manos y me dispuse a dejarme bendecir como Él quería hacerlo.
México
Salimos a la peregrinación el día jueves 13 de febrero, 4 de las peregrinas. Nuestra primer parada fue México, ¡llegar a la Basílica de Guadalupe! Ahí vivimos la Eucaristía, vimos las reliquias de los jóvenes San José Sánchez del Río, mexicano, y Carlo Acutis, italiano; y una cruz llena de reliquias de muchos santos. Desde ese momento empecé a vivir las bendiciones para mi preparadas. Fue recibir la bendición de Mamita María para este peregrinar.
Roma
Luego ese día por la noche volamos a Roma, ahí se unieron las otras dos compañeras. Llegamos a Roma el viernes 14 por la tarde-noche, ese día por la mañana habían internado al Papa, así que no nos tocó verlo, sin embargo, JESUS me regaló una experiencia: el ofrecer en una Misa la comunión por El, no lo había hecho antes.
El día que llegamos nos hospedamos muy cerca del Vaticano, ¡se veía la cúpula! Eso me hacía sentir muy cerca de Dios. Por las mañanas me asomaba por un balconcito que tenía el lugar donde estábamos hospedadas, y desde ahí me ponía a hablar con Dios.
De las experiencias que más quedaron en mi de la visita al Vaticano:
Cruzar la puerta santa en la cuna de nuestra Madre Iglesia y vivir ahí la Eucaristía.
Ver la tumba de San Juan Pablo II, reconocido como una de los Papas más destacados en la historia de la Iglesia, el Papa de mi juventud.
La tumba de Pablo VI, de Benedicto XVI, los Papas con los que he caminado en mi vida.
Una de las cosas que me impresionó fue ver un cuadro de la Virgen de Guadalupe ahí en el Vaticano y una pequeña réplica de la Basílica de Guadalupe y del momento en que Juan Diego extiende la tilma.
Visitamos las otras 3 Basílicas: San Pablo extramuros, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán. Cruzamos las puertas Santas, y cada uno de esos lugares fue especial, destacando San Pablo extramuros, donde vivimos la Misa de ese domingo 15 de febrero, en italiano, con un sacerdote rector de un seminario, que nos transmitió su alegría y emoción de estar celebrando ahí. Aquí ofrecí la comunión por Papa Francisco.
Una de las experiencias que también marcó mucho fue visitar un lugar que se llama la Escalera Santa (Scala Santa), es una escalera que se sube de rodillas, en 4 escalones hay una reliquia de la Sangre de Cristo, fue la escalera por la que subió JESUS al pretorio el viernes santo. Fue trasladada a Roma, hace muchos siglos.
Disfrutamos Roma en todas sus demás novedades y toda la historia que hay en ella.
Asís
Después viajamos en tren a Asís. Legar allá, recordar toda la historia de San Francisco, estar y contemplar la ciudad amurallada, las misas en la Basílica dedicada a San Francisco, y en cada lugar donde estuvimos, cada experiencia nos llenaba el corazón. De las cosas que ahí me impresionaron fueron:
El convento de Santa Clara, la cruz de San Damián, el cuerpo incorrupto de Santa Clara, sus bucles, su hábito, el hábito de San Francisco, la tumba de él, una estatua de bronce donde regresa de la guerra cabizbajo, su casa paterna, los lugares llenos de vegetación donde habitaba después de su conversión, la Porciúncula ( la capilla que el reconstruyó con sus manos), el cuerpo de Carlo Acutis, y tantas vivencias y experiencias que JESUS nos regaló ahí. La vida de San Francisco fue la primera que conocí cuando empecé mi camino de conversión a JESUS.
El último día estuvimos en la Basílica de Santa María de los Ángeles, ahí tuvimos la gracia de vivir una hora santa después de la Misa. Un momento muy especial.
El regreso a Roma para continuar nuestro peregrinar, estuvo también lleno de encuentros y regalos de Dios.
Medjugorje
De Roma volamos a Viena, y de ahí a Croacia, viajamos 2 horas por carretera y llegamos a Medjugorje.
Ahí vivimos un taller de oración con un grupo de 50 personas muy variado en vocaciones, nacionalidades y culturas, todos unidos ahí por una razón: invitados por María Reina de la Paz.
En una siguiente entrega les compartiré esta maravillosa experiencia.