Francisco José Gómez Fernández/ Autor
Hacia los años finales del siglo II los cristianos ya habían incorporado a su tradición la Natividad de Jesús, aunque seguían sin celebrar la Navidad. De hecho, para estas fechas, se había fijado el canon del Nuevo Testamento, esto es, el conjunto de libros considerados por la Iglesia como auténticos o canónicos, entre los que se encontraban los Evangelios de Mateo y Lucas, donde se narran los sucesos del nacimiento de Jesús, aunque aún en este siglo no tenemos ni una sola mención a algún tipo de fiesta o conmemoración del acontecimiento de Belén.
Además, las celebraciones de los aniversarios de nacimientos tenían mala fama para algunos cristianos. Uno de ellos, el destacado teólogo Alejandrino Orígenes (185-254), advertía que los cumpleaños en la Biblia eran festejos propios de paganos o de malos judíos.
‘Uno de nuestros antecesores observó lo que está escrito en el Génesis sobre el día del natalicio del faraón, y nos dijo que solo el malvado, el que ama lo que tiene relación con la procreación, celebra los natalicios’.
Por todo ello, concluía, los cristianos no debían celebrar el cumpleaños de Cristo, o de cualquier otro personaje bíblico.
Varias fechas
No obstante, las reflexiones de Orígenes tenían un peso relativo, y es que la mayor parte de los seguidores del Nazareno eran gentiles, por tanto, no judíos, y ciudadanos leales del Imperio romano, por lo que la celebración de aniversarios para ellos no tenía carácter negativo, sino que formaba parte de su vida cotidiana y de su propia cultura. Por todo esto, y por el propio interés que despertaban la fecha, los hechos y el lugar del nacimiento de Jesús entre los cristianos, no es de extrañar que en el siglo III comiencen a aparecer testimonios vinculados a distintas comunidades que situaban el nacimiento de Jesús en diferentes días del año.
El teólogo norteafricano, Clemente de Alejandría (150-215), nos informa de que en Oriente algunos -fijaban el nacimiento de Cristo el 20 de mayo, otros el 20 de abril y otros el 17 de noviembre. Incluso habla de aquellos que “no se contentan con saber en qué año ha nacido el Señor, sino que con curiosidad demasiado atrevida van a buscar también el día” (clemente de Alejandría, Tapices I, 145, 5/6).
Unos años después en el 243, en la obra De Pascha Computus, “Sobre el computo de la Pascua”, su autor nos dice que Jesús nació el 28 de marzo, por la razón de que aquel día fue creado el Sol (Pseudo Cirpiano, De Pascha Computus 18/19).
Existe aún un testimonio anterior, en Occidente, que sitúa la fecha de la Natividad el día 25 de diciembre. Es el primer texto en hablar de esta fecha. Su autor, san Hipólito (235), la cita en un comentario sobre el libro de Daniel.
Tal variedad de cronologías ha llevado a la conclusión de que en este siglo aun no existían celebraciones en torno a la Navidad, y que por tanto la Iglesia no la festejaba como fiesta, pues de ser así hubiese habido discusión sobre el día concreto en el que conmemorar, tal y como había sucedido con la fecha de la Pascua de Resurrección.
Primeras noticias y sólidas teorías
Del estudio de los Evangelios realmente poco se puede concluir al respecto del día exacto de la Natividad de Cristo.
El primer documento auténtico, y por tanto históricamente contrastado, en el que aparece la fecha del 25 de diciembre es la Depositio Martyrum. O Los Entrenamientos de los mártires, un intento de calendario litúrgico, ilustrado por el calígrafo Furio Dionisio Filocalo, hacia el año 336. La notación dice así: “25 diciembre: Nacimiento del Sol Invicto. Nace Cristo en Belén de Judá”.
También san Ambrosio (340-397), obispo de Milán, en su obra De Virginibus (“Sobre las vírgenes” III 1), escrita en el 376 hace referencia a un sermón del obispo de Roma Liberio (352-366), que hace referencia al día del nacimiento del Salvador como el 25 del 12.
Dos hipótesis
Desde hace ya tiempo los estudiosos de la liturgia han planeado dos hipótesis. La primera, y más antigua, defiende que la Iglesia quiso sustituir la fecha pagana celebrada aquel mismo día, en honor del Sol Invicto, por esta solemnidad cristiana, aprovechando así el carácter y potenciando el desarraigo de tradiciones paganas entre sus seguidores. La segunda teoría situa la fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre a partir del día de su muerte y de valoraciones astronómicas simbólicas.
Y como solución el 25 de diciembre, fiesta del Sol Invicto.
Otra teoría, complementaria argumenta que la celebración del 25 de diciembre pudo tener como fin erradicar de entre los fieles las fiestas saturnales, celebradas por los romanos en honor al dios Saturno y caracterizadas por los regalos, los juegos, las comidas excesivas, el consumo exagerado de vino, las costumbres licenciosas y la inversión de roles sociales, en las que incluso los esclavos se comportaban como Señores, y viceversa. Estas fiestas se celebraban del 17 al 23 de diciembre, y sus prácticas siguieron apareciendo en la misma época del año a lo largo de la Edad Media y del Renacimiento.
Fecha definida y su difusión
Sea como fuere, lo cierto es que el vigésimo quinto día del último mes del año se confirmó como el de la celebración de la Navidad. Fue el obispo de Roma Julio I (337-352) el que fijo, para la Iglesia de Oriente, las solemnidades citadas den esta fecha en lugar del 6 de enero tal y como lo hacían al festejar la Natividad junto con la Epifanía.
Años más tarde, en el 354, su sucesor Liberio (352-366) designó el 25 de diciembre como fecha oficial e inmutable, solucionando así un problema que había surgido tiempo atrás y que había llegado a preocupar hondamente a la jerarquía cristiana, pues se habían llegado a manejar más de ciento treinta fechas diferentes para conmemorar el magno acontecimiento.
Debido a la antigüedad que poseían, y a su pertenencia a la capital del Imperio romano, ahora ya constituido como Estado cristiano, tanto la Iglesia de Roma como su obispo tenían una fuerte influencia sobre las comunidades de la parte occidental del Imperio, de lengua latina en su mayo parte. De aquí el que la citada fecha del 25 de diciembre, una vez fijada de manera oficial como la celebración del natalicio de Jesús, pasa rápidamente a otros lugares tales como Milán, donde seguramente fue introducida por san Ambrosio en el siglo IV, Turín, Rávena y el resto de la diócesis de Italia.
Fiesta de la Navidad en el tiempo actual
Las iglesias orientales, u ortodoxas, se hallan divididas, aun hoy, en cuanto a la fecha de la celebración de la Navidad. En concreto, las de Alejandría, Rumania, Bulgaria, Albania, Finlandia, Grecia y Chipre aceptan el 25 de diciembre, celebrándolo a la par que la Iglesia latina. No Obstante, l Iglesia armenia lo celebra el 6 de enero, junto con la Epifanía, tal y como hacían los cristianos orientales de los primeros siglos. También en esa misma fecha la celebra la Iglesia ortodoxa de Jerusalén, mientras que un día después lo hace la Iglesia ortodoxa rusa.
La causa está en la negativa de las iglesias ortodoxas a aceptar el calendario gregoriano, y su costumbre de continuar con el viejo calendario juliano, el mismo que implantó Julio Cesar en el año 46ª. C. Este sistema se seguía utilizando en el siglo XVI, aunque atrasaba cada año once minutos y catorce segundos, por lo que el papa Gregorio XIII (1572-1585) ordenó reformar el año 1582. Para esa fecha, y debido al desfase “juliano”, el equinoccio de primavera sufría un retado de diez días.
En todo caso, las iglesias ortodoxas fieles al primer calendario lo celebran el 6 de enero para el mundo occidental, pero en su propio anuario ese día es 25 de diciembre.
Con todo, la mayor diferencia correspondía a los cristianos coptos, sirios y etíopes, que agrupan el Nacimiento y el resto de manifestaciones de la divinidad de Jesús en una sola celebración, la fe de la Epifanía, que tiene lugar el 19 de enero.