Consuelo Mendoza García/ Alianza Iberoamericana de la Familia
Hace tiempo, varias organizaciones civiles unimos nuestros esfuerzos en algunos proyectos en torno a la familia, la educación y la prevención. Fue entonces que tuve el privilegio de conocer a un ministro de otra Iglesia, que encabezaba una de las asociaciones participantes.
Debo reconocer que mi primer sentimiento fue -y ahora me avergüenza- de recelo ante aquel hombre que trabajaba con gran interés y convicción los temas que nos habían reunido.
Con el tiempo entendí que Dios me había dado una de las más grandes lecciones de mi vida, haciéndome testigo de las obras de alguien que no compartía mi Credo, pues fueron un silencioso testimonio de amor a Dios y amor al prójimo, hasta que esta persona falleció víctima de Covid.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos -que concluye el próximo martes 25 de enero- nos da la oportunidad para reflexionar sobre lo esencial que nos une con nuestros hermanos cristianos, “y reconocer hoy la obra del Espíritu Santo a través de tantas comunidades que creen en Jesús como Señor y Salvador”, como lo explicó Mons. Héctor Pérez Villarreal, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México.
Aprovechando estos espacios de reflexión, quizá también podamos profundizar en nuestro testimonio como católicos ante los demás cristianos y ante el mundo.
Los Hechos de los Apóstoles narran cómo los paganos decían con admiración: “Mirad cómo se aman”. ¿Podrían decir hoy lo mismo de nosotros?
Vivir la unidad de los católicos hacia adentro, que se refleja en obediencia y respeto al Papa Francisco y a la jerarquía eclesiástica; la unidad de los católicos hacia afuera, que si bien hoy tenemos una grave responsabilidad de trabajar en la búsqueda del bien común, también la tenemos para reflejar esperanza, caridad y misericordia en cada una de nuestras acciones. Amor a Dios, amor al prójimo, los dos mandamientos que nos hacen verdaderos cristianos.
Frecuentemente circulan en las redes sociales frases tales como: “si eres provida, te sigo”, “si eres católico, somos amigos”… expresiones que quizá nos unan a muchos, pero pueden excluir a muchos más a quienes les cerramos de entrada la puerta y quizá puedan enseñarnos mucho, como el amigo que me quitó la venda de los prejuicios con su callado ejemplo.
Orar por la unidad nos hará mucho bien, rectificará nuestro camino, nos dará la luz del Espíritu Santo y nos unirá a todos los católicos y cristianos del mundo en torno a Cristo Rey.