Silvia del Valle/ Madre de Familia
Ya estamos a pocos días de la Noche buena y de poder celebrar el Nacimiento de Jesús en nuestros corazones.
Nos hemos estado preparando durante este Adviento para que nuestro corazón sea digno de recibir al Rey de reyes, sin apegos, ni resentimientos, solo con flores y con cantos para recibir a Jesús hecho hombre.
Pero estando ya tan próxima la Navidad debemos tener mucho cuidado de no ser presa de algunos peligros que rodean esta celebración como son las amarguras, las tristezas, la tibieza y las distracciones que el mundo nos presenta.
A nosotros como papás nos toca estar atentos para ver que la familia lleve el rumbo adecuado y que nuestros hijos, o nosotros mismos, no seamos presas de esto que mencionamos. Por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograrlo.
Primero. Aleja la tristeza del corazón.
La tentación de la tristeza es muy fuerte en este tiempo ya que nos ponemos a pensar en lo que teníamos antes o a veces hacemos memoria de otras navidades y eso nos pone tristes, ya sea por añorar lo que ya no tenemos o por desear lo que nunca hemos tenido.
Es necesario hacer un examen de conciencia y ver que Dios siempre ha estado con nosotros, aun en los momentos difíciles y más dolorosos.
Si vemos así las cosas podremos cambiar esa tristeza en una alegría llena de esperanza y se la podremos transmitir a nuestra familia.
La tristeza es muy contagiosa, pero la alegría lo es mucho más.
Segundo. No dejes que la amargura endurezca el corazón
Ya que de pronto las experiencias pasadas o heridas que no terminan de cerrar, nuestro corazón puede hacerse una coraza para no sufrir más. Y esto afecta no solo a las personas mayores, sino también que los niños y jóvenes pueden padecer de este mal del corazón y no permitir que Jesús nazca en él.
Donde hay alegría no cabe la amargura y está Dios, así que debemos cuidar no dar cabida a la amargura en nuestro corazón para poder tenerlo digno para Jesús.
Podemos enseñar a nuestros pequeños a ofrecer todo, lo bueno y lo malo, y así ver todo como una buena oportunidad para que Dios haga su obra en cada uno.
Tercero. No dejes que la indiferencia enfríe el corazón
El mundo nos invita a ser indiferentes, es decir, a que pase desapercibido el nacimiento de Jesús.
En los últimos tiempos hasta nos han querido quitar la posibilidad de ver los nacimientos en los espacios públicos y esto abona a que el ambiente se vuelva indiferente.
Como familia debemos provocar que existan signos visibles en nuestra celebración de la Navidad para que nuestros hijos tengan forma de disponerse también de manera personal y espiritual a una gran celebración familiar.
Los papás debemos volvernos guardianes del corazón de nuestros hijos y buscar espacios y tiempos para explicarles lo que estaremos viviendo en la Navidad para que puedan recibir a Jesús y amarlo con la conciencia clara de lo que está sucediendo.
Cuarto. Evitar que las distracciones mundanas impidan ver lo central de la Navidad.
No olvides que el festejado es Jesús y que Él es quien debe recibir los regalos de nuestro corazón de tal forma que es bueno tener signos visibles de esto.
Podemos arrullar al Niño Jesús, prepararle un regalo y llevárselo a Misa, ofrecerle nuestros esfuerzos de conversión con nuestro calendario de Adviento, etcétera.
Ojalá que este año podamos ponerle un lugar en nuestra mesa a Jesús para que cene con nosotros y esté verdaderamente presente en su fiesta, que es la Navidad.
Quinto. Da testimonio en familia y celebrar a Jesús hecho niño.
Que no te dé pena celebrar de manera especial a Jesús, ni ir contra corriente y tratar de evitar que el materialismo y el consumismo tomen el lugar principal en la celebración.
De ser posible, asistan a misa el 24 por la noche para que entremos en el ambiente y la espiritualidad del Nacimiento de Jesús.
Y con esto no estoy diciendo que el 25 ya no vayan a misa, recuerda que es día de precepto, pero es bueno que demos testimonio como familia de esta vivencia.
Démonos la oportunidad de vivir una Navidad centrada en Cristo.
¡Feliz Navidad!