Este es el testimonio de los padres de David Hernández y José Farías, los dos nuevos sacerdotes con los que cuenta la Diócesis de Ciudad Juárez, cuya vocación fue sin duda impulsada desde su familia…
Ana María Ibarra
Sin saber lo poderosas que serían sus palabras, Yolanda Martínez y Eva Farías, madres de David Hernández y José Farías, respectivamente, entregaron a sus hijos a Dios en medio de sucesos dolorosos que cada una vivió durante la gestación de sus hijos.
Aunque la decisión de sus hijos de ser sacerdotes causó sorpresa en la familia y el proceso de la formación se vio envuelto en dificultades, ambas madres, con el apoyo de sus esposos, apoyaron e impulsaron la vocación de sus hijos hasta el mismo momento en que fueron ordenados presbíteros, el pasado 10 de septiembre.
Entregados desde el embarazo
A Yolanda, madre de David, en su embarazo le diagnosticaron piedras en la vesícula siendo necesaria una intervención quirúrgica que ponía en riesgo la vida de su hijo.
«El doctor dijo que no respondía por la vida de David. Mi mamá me dijo que se lo ofreciera a la Virgen para que Dios le concediera vida y salud”, recordó Yolanda.
Yolanda y el niño salieron bien y la familia dio gracias a Dios, pero nunca se imaginó que ofrendar a su hijo lo llevaría por el camino del sacerdocio.
“David es el mayor. Con él íbamos a misa y por parte de las bisabuelas y abuelitas tuvo presente siempre a la Virgen María a través del rezo del Rosario”, agregó Yolanda.
El caso de Eva, madre de José, es también dramático, pues durante la gestación, su esposo y padre del ahora sacerdote, fue asesinado en un asalto, cuando laboraba como taxista.
“El día que teníamos el cuerpo presente del papá de José, uno de mis sobrinos me dijo que cuando ellos crecieran iban a vengar a su tío. Yo estaba con mi dolor y le dije que no, que el hijo que yo traía en mi vientre no iba a tener rencor, que él iba a ser sacerdote”, compartió Eva.
La madre de José reconoció que sus palabras fueron sin pensar, aunque, reflexionó, muy probablemente de corazón.
Su llamado al sacerdocio
Fue en sus respectivas comunidades, prestando un servicio, donde los jóvenes sintieron el llamado al sacerdocio.
José, en la parroquia Santa Cecilia, recibió la invitación del padre Sergio Hernández para ir al Seminario, donde terminó su preparatoria, continuando su formación para ser sacerdote.
“Cuando vi que mi hijo empezó a hablar del sacerdocio no lo creía, pero recordé lo que dije antes de que naciera”, expresó Eva.
Por su parte, David acudía al Oratorio Salesiano Lupita y ahí sintió la inquietud estando a punto de terminar su secundaria.
“Le pregunté varias veces dónde quería estudiar la preparatoria y no me decía nada. Me dijo que quería pararle un rato y me molesté. Acudió a un pre Seminario y empezó a conocer el Seminario. Un día me dijo que ya sabía dónde quería estudiar la prepa, en el Seminario. Yo desconocía que aquí tenía esa preparación académica”, compartió Manuel Hernández, padre de David.
Los padres de David acudieron a una junta donde les informaron que su hijo había sido aceptado para entrar al Seminario, iniciando desde ese momento su formación.
Proceso difícil… no imposible
Para ambas familias fue difícil el proceso de formación de sus hijos. Por una parte, la economía familiar no era buena para pagar las colegiaturas, y por otro lado estaban los momentos de estrés por el estudio y conflictos humanos y personales de los jóvenes.
La familia de David se entregó a la oración para que Dios lo fortaleciera, pues una de las pruebas que pasaron fue en lo económico.
“David es el mayor de siete hermanos, solo mi esposo trabaja. El sostenimiento de un seminarista es caro. En esa etapa de mi hijo siempre hubo buenos formadores y el padre Víctor Fernández, que era el ecónomo me dijo: la economía no va a impedir que un joven sea sacerdote”, expresó Yolanda con un nudo en la garganta y entre lágrimas.
Yolanda señaló que sus familiares fueron bienhechores hormiga, además el Seminario recibe donaciones anónimas, incluso de familias de Estados Unidos que ellos no conocen. Hoy, gracias a la generosidad de esta gente, su hijo es sacerdote.
“Algo también importante es la oración. Hay mucha gente que pide por las vocaciones y por los sacerdotes y nos sentimos bendecidos porque mi hijo se beneficia con esas oraciones”, dijo agradecida.
La madre de David compartió que ha habido también gente que ha tratado mal a su hijo, pero esas personas ayudaron a formar la personalidad del hoy padre David.
“Otro de mis hijos nos dijo un día que él no quería que David fuera sacerdote, lo que nos sorprendió, tenía tres años el niño y dijo: quiero que sea un santo sacerdote. Desde entonces eso es lo que pedimos a Dios».
La fuerza de la oración
En el caso de José Farías, otra debilidad para él consistió en los problemas que enfrentó en los estudios, hasta hacerle pensar que no podría sacarlos adelante y dejar en tres ocasiones su formación.
Y aunque su madre respetó sus decisiones, siempre oraba por él y lo alentaba a seguir adelante.
“Hubo un momento en que me dijo que no podía más y le dije que no podía darse por vencido sin intentarlo. La tercera y última vez que salió del Seminario estaba ya en teología y decía que no quería ser un sacerdote débil, sino fuerte que pueda transmitir a la gente lo que el sentía”.
Como mamá, Eva oraba por su hijo poniéndolo en manos de Dios, segura que Él lo moldearía tomando la capacidad de su hijo.
“Él fue buen niño. Se puso rebelde en la adolescencia, pero pasó esa etapa. Para mí no fue difícil dejarlo ir al Seminario, fue en la etapa de la violencia y las pandillas y Dios lo libró de eso al llamarlo al sacerdocio”.
Para Eva, el sacerdocio de su hijo es la recompensa que Dios le dio por ser un buen hijo ya que, recordó, en momentos difíciles José trabajó para ayudarle al sostenimiento de sus hermanos.
“Me siento muy orgullosa de él por lo que ha logrado, por su dedicación, por su empeño y por su humildad”, compartió.
Desprenderse de los hijos,
por el bien de muchos
Aunque ambas familias reconocen que no es fácil entregar un hijo al sacerdocio, el mensaje que estos padres de familia quieren dar es sobre el desprendimiento de los hijos.
“Si somos católicos debemos dejar que nuestros hijos emprendan el camino del llamado de Dios y que ellos descubran si en verdad es su vocación. Eso se logra a base de oración, de estar siempre pidiendo a Dios por ellos y que ellos pongan su esfuerzo”, dijo Manuel, quien compartió que en su juventud el sintió la inquietud de ser sacerdote.
“Hoy aquí está el fruto. Dios ha bendecido nuestra familia y estamos más que felices, aunque ya no es nuestro”, expresó el papá de David.
Para Eva, la fe y la paciencia son necesarias en las familias para impulsar la vocación de los hijos.
“Hay etapas de la vida qué se tornan muy difíciles y sentimos que no podemos continuar, pero Dios mueve su mano y cuando menos lo pensamos todo se resuelve. Es la fe y la paciencia lo que lleva a nuestros hijos a seguir su vocación, con ayuda de la oración y todo es gracia de Dios”, expuso Eva.
Y finalmente Yolanda motivó a los padres de familia a que eduquen a sus hijos en la fe, que les permitan adentrarse en el ambiente de la Iglesia y será Dios quien hará el resto.
“Es importante llevar a los hijos a recibir el amor de Dios en la Iglesia, a través de los sacramentos. Dios hace todo… nosotros sólo pusimos el chamaco, y por su gracia, hoy es sacerdote”, finalizó Yolanda.