Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucha alegría y felicidad, con mucho amor de padre y pastor. Seguimos caminando en este tiempo pascual celebrando la resurrección de Cristo ¡Cristo Vive!
Celebramos hoy el V domingo de Pascua, una semana muy interesante la que hemos vivido en torno a la figura del Buen Pastor, y ahora una figura también muy significativa: la vid. Jesús, en el evangelio de San Juan, nos dice: “Yo soy la verdadera Vid, mi Padre es el viñador”. Así como la figura del buen pastor en el ambiente hebreo es muy significativa y todo mundo la entendía, esta figura de la vid, el viñador y el sarmiento, también es muy conocida y para nosotros también muy familiar.
“Yo soy la verdadera Vid” quiero enfocarme en eso, y “mi Padre es el viñador”. La gran unidad entre el Padre y el Hijo Jesús. Jesús es la Vid que da vida, que da alegría, que da vino, uvas, y nosotros los sarmientos. Para que funcione necesitamos estar unidos el Padre, el Viñador y el Hijo. Utiliza un verbo muy importante que hay que profundizar y aplicar a nuestra vida: “permanecer”. Así como el sarmiento está unido a la vid para dar frutos, así nosotros permanecer unidos a Dios, unidos a la Vid, al tronco, a la sabia, a la vida que es Cristo, la verdadera Vid.
A veces andamos retirados, fríos, con cierta apatía, el peligro de estos días difíciles, ya más de un año por la pandemia nos lleva a enfriarnos, a alejarnos. En este V Domingo de Pascua la invitación es fortalecer la unidad. Y al final del evangelio dice también “El que permanece unido a mí, da frutos abundantes”.
En torno a este tiempo pascual ha utilizado Jesús mucho sus ejemplos: yo soy la luz, yo soy el buen pastor, yo soy la puerta del rebaño para que entren por mí. Y hoy, yo soy la verdadera Vid.
¿Qué tanto fruto estoy dando? esta es la pregunta, la reflexión, la evaluación que yo debo hacerme, si estoy dando frutos, qué clase de frutos estoy dando, malos o buenos. La invitación es estar unidos a Cristo, la oración, la catequesis, la evangelización, los sacramentos, sobre todo dos muy importantes, la Eucaristía y la Reconciliación, y vivir en comunión.
Hemos escuchado en estos días, en los Hechos de los apóstoles, cómo la comunidad permanecía unida, fiel a Dios y se amaban y compartían sus bienes. ¿Qué frutos doy y que frutos como Iglesia estamos dando?, ¿Estoy unido verdaderamente a Cristo o me mantengo al margen?
Por es hemos pedido en la oración colecta a Dios nuestro Padre, que nos dé su gracia para participar a plenitud en el Sacramento Pascual.
Celebramos la Pascua y participar a plenitud del Sacramento Pascual es participar, estar unidos como el sarmiento a la vid, unidos al sacramento pascual con amor, con entrega y dando frutos abundantes, renovando nuestro Bautismo, vivir nuestro Bautismo, morir al pecado y resucitar a la vida. Pero esto solamente unidos a Cristo, yo sarmiento, unido a Cristo, la verdadera Vid. Dice la oración colecta “abundad en frutos buenos”.
Experiencia vivida
Una experiencia fue la kermés del Seminario vivida el fin de semana. Fue una expresión diocesana de buenos frutos, de solidaridad, y así como este ejemplo que pongo a su consideración, así cada quien en la familia dar frutos, en el trabajo, hay que unirnos, que nada nos desaliente, que nada nos desuna, al contrario unirnos como diócesis, como hermanos, como sociedad, como familia, unidos todos en torno a Cristo.
Trabajemos todos como diócesis en estos puntos: en la paz, en el amor, en la fidelidad… y esto se logra con la fuerza del Espíritu Santo.
Así que, queridos hermanos, los invito a escuchar con atención lo que hoy san Juan nos dice: permanecer unidos a Jesús y entre nosotros como Iglesia, como sociedad como rebaño, con un solo pastor: Cristo. Buscando el bien, pero no un bien individual, sino el bien de todos. Fortalezcamos nuestra fe de la mano de nuestra Madre Santísima y que la bendición de Dios permanezca con todos ustedes Padre, Hijo y Espíritu Santo. Feliz domingo.