María Eugenia Brun/ Nutrióloga
Esta Navidad será diferente, atípica. Seguramente distará mucho de la Navidad que hasta ahora hemos vivido. Sin grandes reuniones, ni grandes banquetes, tal vez con menos regalos materiales y mucho menos movimiento en las calles. Lo más duro para muchos será no estar con la familia.
Es la Navidad de la pandemia. La situación marcada por la Covid-19 hace que los gobiernos nos pidan responsabilidad, que nos cuidemos entre todos y así evitar aumentar contagios y más muertes.
Durante estas fiestas en la mayoría de los lugares no podremos hacer reuniones de más de 6-10 personas. Lo celebraremos con quienes convivimos, y tal vez con alguien de nuestra familia más allegada. Serán muchos los abuelos que no vean a sus nietos ni por Navidad. Otros muchos padres que no podrán abrazar a sus hijos, que no pueden volver a casa por Navidad por haberse restringido la movilidad.
Procuraremos respetar las medidas de prevención marcadas por las autoridades sanitarias. Si es posible, la celebración se hará al aire libre o con ventanas abiertas. Nos lavaremos con frecuencia las manos, usaremos tapabocas (mascarilla) y gel hidroalcólico y buscaremos mantener en lo posible la distancia social.
Entonces, ¿habrá Navidad?
Con todas estas restricciones ¿significa que no habrá Navidad? Por supuesto que no, este año tan especial estamos invitados a vivir este tiempo con austeridad, prudencia y responsabilidad, y a dar valor a lo que es verdaderamente importante para nosotros.
Será una Navidad donde recuperaremos el espíritu cristiano. Es el momento de dejar de pensar en nosotros para pensar en lo que podemos hacer por el otro. Y este tiempo nos invita especialmente a cuidar al otro estando lejos.
Aunque no estés con la familia, estás, estamos, en el tiempo ideal para poner en marcha la revolución de la ternura que tanto menciona el papa Francisco en sus homilías. Un momento para dar amor, protege y regalar nuestro cariño de una manera diferente, usando nuestra imaginación.
Claro que habrá Navidad
El siguiente poema del párroco navarro Javier Leoz, titulado ¿Que no habrá Navidad? explica claramente cómo viviremos esta Navidad tan especial.
¿Qué no habrá Navidad?¡Claro que sí! Más silenciosa y con más profundidad más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad. Sin muchas luces en la tierra pero con la de la estrella de Belén destellando rutas de vida en su inmensidad. Sin cortejos reales colosales pero con la humildad de sentirnos pastores y zagales buscando la Verdad. Sin grandes mesas y con amargas ausencias pero con la presencia de un Dios que todo lo llenará
¿Qué no habrá Navidad?¡Claro que sí! Sin las calles a rebosar pero con el corazón enardecido por el que está por llegar. Sin ruidos ni verbenas, reclamos ni estampidas…pero viviendo el Misterio sin miedo al «covid-herodes» que pretende quitarnos hasta el sueño de esperar.
Habrá Navidad porque Dios está de nuestro lado y comparte, como Cristo lo hizo en un pesebre, nuestra pobreza, prueba, llanto, angustia y orfandad.
Habrá Navidad porque necesitamos una luz divina en medio de tanta oscuridad. Covid-19 nunca podrá llegar al corazón ni al alma de los que en el cielo ponen su esperanza y su alto ideal
¡Habá Navidad!¡Cantaremos villancicos!¡Dios nacerá y nos traerá libertad!
Ideas para compartir y estar junto con nuestros seres queridos desde la distancia
El santo padre se mostró convencido de que “estas navidades serán más purificadas”, y además que estarán un poco más alejadas de “la cultura del consumismo que desfiguró bastante la Navidad”.
Como dice el poema no habrá grandes reuniones, y no se trata de no celebrar, sino de celebrar de una manera diferente a lo que estamos acostumbrados, celebrar el nacimiento del niño Jesús más consciente de lo que significa, que no son solo los regalos.
Al no estar con la familia, esta Navidad será “más silenciosa y con más profundidad, más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad”.
No podremos juntarnos toda la familia en las cenas y comidas de Navidad, pero si acercarnos a nuestros seres queridos de otro modo, por ejemplo, escuchando su voz al teléfono o utilizando la tecnología que disponemos en estos tiempos para reencontrarnos en tiempo real por medio de videollamada.
Especialmente para los niños es una época de mucha ilusión, de esperar a San Nicolás sí les trae algún obsequio, es tiempo para jugar y de estar en familia, de comer todos juntos… por eso es tan importante, pese a las medidas restrictivas, preservar el espíritu de la Navidad de los más pequeños, ¡y de los mayores!
Debemos cuidar a los que más queremos y buscar alternativas buscando todo aquello que sí podemos llevar a cabo.
Esta Navidad hagamos una revolución de ternura a través de distintos gestos de cariño, que tanto hace falta, cada uno de la manera que pueda para acercarnos a los que queremos y para llenar de esperanza los corazones, con la certeza de que todo pasara y Dios nos acompaña siempre en el camino.
Habrá Navidad. Diferente, pero llena de esperanza, no estaremos con la familia pero tendremos el corazón enardecido porque Jesús nacerá en nuestros hogares.