Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con amor de padre y pastor y les deseo se encuentren de maravilla en este primer domingo de Cuaresma. El miércoles entramos en el desierto cuaresmal, tiempo de conversión, camino de conversión que nos prepara intensamente a la celebración de la Pascua, Semana Santa.
Este domingo meditamos el evangelio de san Mateo, las tentaciones, un texto bíblico clásico, un tema delicado, fuerte: el pecado de la muerte, como nos dice la segunda lectura a los romanos, que une el génesis y el evangelio: así como por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado entró la muerte, así también por la muerte de un solo hombre, Jesucristo, entró la gracia, la vida, la salvación.
El pecado nos lleva a la muerte, por eso es importante reflexionar en este tema de las tentaciones. Jesús, dice el texto, fue conducido al desierto por el Espíritu Santo. Prácticamente va iniciando su ministerio, pero era necesario este tiempo fuerte para él: 40 días, 40 noches en el desierto, oración, ayuno en diálogo con Dios Padre.
Nosotros nos hemos dispuesto a iniciar también nuestros 40 días en oraciones, ayuno, en conversión, a partir de reflexionar y discernir, verme a mí mismo con mis tentaciones, mis pecados, mis caídas, mis fragilidades y ponerme ante la presencia del Señor que me perdona y para que me dé su gracia para convertirme.
A la escucha
El modelo de superación de vencer las tentaciones es Jesús, como escuchamos el día de hoy. Al final de los 40 días, dice el texto, Jesús tuvo hambre. Y vienen entonces las tentaciones, que no son sino las tentaciones de nosotros de cada día, de siempre, que nos atosigan y que podemos caer en ellas. Pero Jesús nos enseña a vencerlas.
Quiero fijarme en la respuestas que Jesús da a cada una de la tentaciones: primera tentación – siempre el demonio ahí esta-: ‘si tú eres el hijo de Dios (tiene hambre), manda que estas piedras se conviertan en pan’. Y la respuesta: ‘No solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios’. A veces nada más nos preocupamos del alimento material o del vestido, del tener y descuidamos el espíritu, alimentarnos de Dios, de la Palabra que sale de la boca de Dios para vencer cualquier tentación. A la Palabra de Dios hay que escucharla, acogerla, vivirla. Es importante en este tiempo de Cuaresma estar a la escucha.
Segunda tentación: ‘si tú eres el hijo de Dios, sube a la torre, échate abajo y vendrán los ángeles a resguardarte’. La respuesta de Jesús ‘No tentarás al Señor tu Dios’. A veces andamos pidiendo cosas que no son de acuerdo al plan de Dios, que a lo mejor no son para nuestro bien, que están fuera del proyecto de Dios. Entonces esta tentación nos invita a ponernos delante del proyecto de Dios para mí. Dios quiere que sea un buen obispo, buena persona, que haga el bien y no le pida cosas que no son buenas para mí.
Tercera tentación, que resume todo, -y esta es la primera mentira-: ‘Yo te daré todo esto si te postras y me adoras’. La respuesta: ‘¡Retírate Satanás!.. adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás’. A veces el mundo nos ofrece cosas bonitas, agradables, atractivas pero no hay que dejarnos engañar por las cosas del mundo, las apariencias, lo material y postrarnos ante el demonio.
Por eso aquí Jesús nos enseña a ser fuertes, firmes y directos: ¡Retírate, Satanás!, eso debemos decir siempre que venga cualquier tentación. Ser conscientes y más bien postrarnos ante Dios: ¡Señor, tú eres mi Dios, ayúdame a servirte!, claro, en cada uno de nuestros hermanos. Pero postrarnos y adorar sólo a Dios.
Reflexionemos en cuáles son mis tentaciones, debilidades, ¿Con qué caigo? ¿Cómo me está tentando el demonio? -de pensamientos o acciones-. Ser conscientes. Por eso esta Cuaresma es entrar en el desierto cuaresmal nos invita a confrontarnos en el silencio, la oración, el ayuno, confrontar mi vida y ponerme en la presencia de Dios: ‘Señor, si yo te fallo de esta manera u otra, para poder resistir las tentaciones del maligno, solamente verte a ti Señor, postrarme ante ti y hacer lo bueno, lo que te agrada.
Hemos tomado la ceniza este miércoles pasado, como un signo de que estoy dispuesto a cambiar, a convertirme. Arrepiéntete y cree en el Evangelio. Que vivamos intensamente este tiempo de Cuaresma, no solo en las cosas externas, también hay que conservar nuestras tradiciones, la piedad, profundizar en el conocimiento de Cristo, en el Misterio Pascual de Cristo y crezcamos en buenas obras. Jesús nos da ejemplo de cómo vencer la tentación al maligno y sin duda alguna nosotros también tenemos esa fuerza, ese poder del Espíritu Santo que me fortalece, me da la virtud y la gracia para no hacerle caso al demonio y más bien escuchar a Dios.
Que el Señor te bendiga y te fortalezca. En esta Cuaresma preparémonos para la Pascua. Un abrazo a todos, que Dios los cuide y los bendiga. Cuídense mucho.