Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Buen domingo, ¡Aleluya, Aleluya, Cristo ha resucitado! ¡Felices Pascuas de Resurrección! Un abrazo enorme para todos ustedes en la alegría del resucitado, ¡Cristo vive! Hemos vivido una semana maravillosa, una semana santa plena. Destaco la presencia de los fieles en todas las iglesias, muy significativa. Bendito sea dios
En años anteriores poca gente por la situación de la pandemia, hoy, tanta gente con mucha fe desde el Domingo de Ramos, misa de enfermos, Triduo Pascual, cada celebración hermosísima, por eso destaco su presencia, su fe, unidos a Cristo en el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección, que culmina con la celebración hermosísima de anoche, la Vigilia Pascual, la noche más hermosa, la vigilia de vigilias, donde el diácono se levanta y dice, ‘Señor obispo, le tengo una gran noticia ¡Cristo ha resucitado! Es la noticia, la exclamación de todo cristiano con la palabra y la vida, testimoniar con la voz ¡Cristo vive, Cristo ha resucitado! pero también testimoniarlo con la vida con la caridad y el amor.
La tumba vacía
Voy a centrarme en la lectura del evangelio de una de las propuestas en el domingo de resurrección la de Lucas:
Es toda una experiencia cada detalle y palabra, te invito a que cada gesto, cada momento lo vivas y hazte presente en ese personaje del texto. Así como ellos vivieron este momento de la resurrección ¡Vívelo!
Comienza san Lucas diciendo ‘El primer día, después del sábado muy de mañana, al amanecer, muy temprano…’ Nuestra fe debe ser eso, temprano, no tanto referido a las cinco de la mañana, sino que temprano es la actitud de despertar y encontrarme con el resucitado. Por eso el domingo, día del Señor, y todos los días, que nos levantemos con ese gozo, con ese entusiasmo de voy a encontrarme con Cristo Jesús.
Dice el texto de san Lucas que algunas mujeres fueron al sepulcro a ver la tumba, ver al Señor, llevarle flores, perfumes, para visitar la tumba del Señor. Van con la tristeza, la nostalgia de lo sucedido el viernes, que escuchamos en la Pasión que fue condenado, azotado, murió y fue sepultado, iban con ese sentimiento de dolor y tristeza. Eso nos recuerda el dolor del mundo, de la humanidad, hay tanto dolor. Contemplamos a Cristo que murió en la cruz y vemos tantos hermanos nuestros que sufren cada día, hay grandes tristezas, desconsuelos, preocupaciones en nuestra vida hoy y siempre, en los últimos tiempos más…
Ellas llegan al sepulcro y la primera sorpresa y experiencia fue hallar la tumba vacía. La piedra pesada con la que cerraron el santo sepulcro estaba removida, ¿Qué paso? ¿Qué sucedió? tantas preguntas que aquellas mujeres se hicieron sin duda alguna, no hallaron el cuerpo del Señor, la tumba vacía. Lo aplicamos a nuestra vida, a veces vamos en nuestra vida y no encontramos a Jesús; los problemas, el pecado mismo, mi egoísmo, mi maldad, nos impiden ver a Jesús, nos bloquean la mente, el corazón y no encontramos a Jesús.
Cuántas veces vamos caminando sin fe, o con una fe tibia, dubitativa, queremos encontrar al Señor, pero no lo vemos ni lo encontramos, llegamos al sepulcro y no hallamos al cuerpo del Señor, y estamos desconcertados.
A veces en la vida caminamos también en desconcierto por lo que pasa, y hay que estar atentos a todo lo que sucede.
Buscar a Jesús
En eso, dice el texto, dos varones con vestiduras resplandecientes se aparecieron a ellos y les dio miedo, ¿Quiénes son?, preguntaron, algo extraño está pasando, se asustaron. El desconcierto nos lleva al miedo y el miedo nos paraliza. Siempre hace falta una palabra, impulso del Espíritu Santo, algo importante que nos mueva y zarandeé. Por eso aquellos dos varones les hacen una pregunta a las mujeres y hoy a nosotros: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?, no esta aquí, ha resucitado.
Reflexionemos cada palabra de esta expresión de los varones… ¿Dónde buscamos a Jesús, al que está vivo, ahí está el sagrario. Por eso el Jueves Santo celebramos la Última Cena y luego la procesión al altar, expuesto el Santísimo…debemos buscar a Jesús que está vivo, esperándonos
Hay momentos de desconcierto y de miedo, pero hay que quitar ese miedo porque está esperándonos en el Sagrario, en la Eucaristía y en la vida, en las circunstancias está vivo.
Recuerden lo que se dijo, lo que Él mismo anunció, que no creyeron.
Es importante la Palabra de Dios, meditarla; por eso nos preparamos durante 40 días para vivir la experiencia de Pascua. Cree y vívelo hoy también.
¡Está vivo!
En la Vigilia, todo el Domingo de Resurreción y los 50 días de Pascua estaremos meditando esta noticia: ¡Ha resucitado, está vivo!, recíbelo no solo en tu mente, sino en tu corazón y en toda tu vida. Cree: Cristo está vivo, ha resucitado. Pero de ese anuncio viene una visión: El que cree en el resucitado, está llamado al testimonio, al anuncio, a anunciar la propia experiencia de fe.
Dice el texto ‘regresaron, anunciaron a todos su experiencia’, no fue algo que aprendieron o les dijeron, fue una experiencia. Con los otros textos de este día, a una de ellas se le aparece, Dios nos habla, se nos aparece, ¡Anúncialo, proclámalo!.. y hermosamente dice el texto ‘lo anunciaron primero a los once y luego a todos los demás’.
Necesitamos el anuncio, revivir esa noticia hermosa, pero también anunciarla a todos. Al esposo hijo, amigo vecino, compañero, ve y anuncia que Cristo ha resucitado. Porque ese anuncio, si lo haces con fe, gozo y entusiasmo, con la Palabra, caridad y testimonio, va a ayudar con la gracia de Dios a quien se lo anunciaste, a darle un impulso de ir al encuentro de Jesús.
Dice el texto que Pedro ante el anuncio de las mujeres, se levantó y corrió al sepulcro. Eso: no quedarme sentado, sino levantarme y correr al Sagrario, a la Eucaristía, al encuentro de Jesús.
Queridos hermanos, felices de haber vivido la experiencia del misterio de Cristo en estos días santos, hay que continuar creciendo en la fe y en la caridad. Serán 50 días de Pascua hasta Pentecostés, ¡Vamos a vivirlo!, sigamos la secuencia de cada domingo de Pascua, así como asistimos tantos fieles, sigamos haciéndolo, participando en las celebraciones cada domingo. Vive tu fe, levántate y corre al encuentro de Cristo resucitado, pero también al encuentro de tu hermano, abrázalo, perdónalo, dale consuelo, alégrate con él. Fraternidad, caridad… Sí, encontramos a cristo en la eucaristía, pero también en tu hermano, en tu prójimo, ahí tamnbien ve y anúnciale la noticia de que Cristo ha resucitado, pero también ámalo, sírvelo, respétalo, atiéndelo, vive la caridad con tu hermano.
Un abrazo para todos ustedes y la bendición de Dios Todopoderoso. Buen domingo, buena semana y
¡Felices Pascuas de Resurreción!