Dr. Alfredo Morales González/Ortodoncista
Es interesante constatar que en varias épocas de la historia pueblos tecnológicamente más avanzados han usado baratijas llamativas, collares en cuentas de vidrio, espejos, etcétera, para dominar, intercambiar, engañar, robar y hasta poseer a los pueblos menos avanzados. Hasta el día de hoy las tribus que no conocen los espejos quedan hipnotizados con ellos y pueden pasar horas mirándose, riéndose embobados con su propia imagen y de la imagen reflejada de otros de su tribu. Hasta los más “fuertes” caen con ese viejo truco. Además, que un espejo sirve para reflejar la luz y enviar señales a distancia, o sea, sirve para comunicarse. Estos pueblos “primitivos” por un espejo, por algo novedoso, y que pueda aplicarse de muchas formas entretenidas, podían llegar a dar sus tierras, sus objetos de valor más preciados y necesarios, sus armas, sus esposas(os) e hijos y hasta su propio cuerpo, su propia vida.
Pero el ser humano es el mismo, y el principio funciona hasta el día de hoy en casi cualquier humano. Es decir, los tiempos no cambian. Embobado con la tecnología, el ser humano actual pasa horas embelesado con sus aparatos tecnológicos, viendo su propia imagen y la imagen de los demás, comunicándose a distancia y dejando de lado todo lo de valor. Al dejar sus propias armas y herramientas intelectuales el ser humano queda desprotegido frente a la ingeniería social y el control de masas que invaden los medios de comunicación y tienen influencia en gran medida de la toma de decisiones en nuestras vidas.
Hoy es momento de hacer un alto en el camino, y de tomarnos unos minutos para reflexionar acerca del año que está por terminar. Sabemos que estamos viviendo en medio de un mundo cada vez más caótico y del cual podemos no hacer nada o mejor dicho no podemos hacer mucho por cambiarlo. Pero aquí me detengo y subrayo que ésta es principalmente la primera falla que tenemos en la actualidad. Sabemos todos que tarde o temprano el tiempo se nos agota y vamos a morir, pero qué mejor sería morir luchando por nuestros valores, nuestras familias y todo aquello a lo que amamos que en vez de cruzarnos de brazos y de todas maneras morir, pero sin hacer absolutamente nada.
Necesitamos hombres y mujeres valientes que luchen por los valores del amor, la ética, el humanismo y sobre todo el amor a Cristo y nuestros semejantes. No podemos claudicar en estos momentos que vive la humanidad, debemos dejar nuestro mejor legado como ejemplo a nuestros hijos y las nuevas generaciones. Si no les enseñamos el verdadero camino a la paz, el amor a la vida, y la comunión con Dios, no tendrán suficiente valor para enfrentar los nuevos retos de los que se les presentarán en su futuro. Que por cierto un futuro en el que muchos de nosotros ya no estaremos para defenderlos o guiarlos por el mejor camino.
Concluyo resaltando que es imprescindible, como familias, dejar bases en el respeto humanitario y social dirigido a nuestra ciudad, comunidad, y a todo lo que hagamos, siguiendo el ejemplo que Jesús nos enseñó y el amor a María como parte principal en nuestras vidas, de lo contrario, será muy fácil que nuestras próximas generaciones se extravíen.
Hoy es un tiempo de reflexión, hoy es un momento de finalizar y evaluar un año que termina, pero también es una nueva oportunidad para iniciar y mejorar nuestro recorrido por la vida.