Lectio Divina correspondiente al domingo 3 de noviembre XXXI Domingo Tiempo Ordinario
Jorge Sánchez/IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Marcos 12, 28-34
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.
El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.
Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Ahora hagámonos las siguientes preguntas:
¿Un escriba se acerca a Jesús y qué pregunta le hace?
Jesús le responde con dos mandamientos ¿cuál es el primero de ellos?
Inmediatamente después Jesús menciona el segundo ¿cuál es?
El escriba aceptó la respuesta de Jesús y además comentó que el segundo de los mandamientos tenía más valor que los holocaustos ¿y de qué más?
Al final ¿qué le dice Jesús al escriba sensato?
Interioricemos en el texto
Este diálogo de Jesús con un escriba, (también llamados maestros de la ley) se origina justo después que el escriba escuchó una enseñanza de Jesús y, al ser correcta, quiso investigar si Jesús contaba con el suficiente conocimiento sobre la Ley y los Profetas. Jesús al ser cuestionado le da por respuesta lo que conocemos como el mandamiento principal o el doble mandamiento del amor. El escriba acepta y repite la respuesta de Jesús y además distingue el gran valor, ante los ojos de Dios, de amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos; su valor es superior a los holocaustos y sacrificios que los judíos ofrecían en el templo. Este diálogo nos hace ver que las diferencias de Jesús con los fariseos y saduceos no eran de orden teológico pues en el fondo están de acuerdo en lo fundamental, sin embargo, pone de manifiesto una vida religiosa puesta al servicio de la vanidad, orgullo y su ambición de fama y poder; por eso después de este diálogo ya nadie se atrevió a hacer preguntas.
“Si a nuestro amor a Dios le anteponemos algo o lo igualamos con él, no sabemos amarnos a nosotros mismos. Porque tanto mejor nos ha de ir cuanto más nos acerquemos a aquel que es mejor que todos. Y vamos hacia él no con los pies, sino con el amor.” San Agustín.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Cuando veo a una persona en situación de vulnerabilidad ya sea por su pobreza, enfermedad o abandono ¿me acuerdo de este mandamiento? o ¿hago como que no me entero?
Este mandamiento de amor es para cumplirlo y hacerlo a través no solo de mi vida cultual sino en mi vida cotidiana. ¿sientes que lo cumples?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Padre,
necesito de ti, necesito que seas mi refugio,
mi protector y mi alegría,
pon en mi la caridad necesaria
para amar a mis semejantes
Señor Jesús,
gracias por tus enseñanzas,
gracias por tu inmenso amor por los hombres
que entregaste tu vida
por nuestra salvación.
Amén.
4.- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
« Tú eres mi protector, mi refugio, mi libertador » (Salmo 18, 3)
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
El evangelio pone de manifiesto la importancia del amor a Dios y a los demás de una manera amplia, no solo por nuestra familia, también por nuestro prójimo.
Propuesta: Esta semana busquemos dar cumplimiento al mandato de Dios y procuremos reflexionar todos los días si estamos actuando en consecuencia a su cumplimiento.