Lectio Divina correspondiente al 02 de julio de 2023, Domingo XIII del Tiempo Ordinario…Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Mateo 10, 37-42.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que quiera conservar la vida, la perderá, y el que la pierda por mí, la conservará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo; y quien dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños sólo porque es discípulo mío, les aseguro que no se quedará sin recompensa. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿Qué conlleva el seguir a Jesucristo?
¿Quiénes son dignos de ser sus discípulos?
¿Qué sucederá con quienes reciban a los discípulos de Jesús?
¿Qué le dice Jesús a “quien dé un vaso de agua fresca” a sus discípulos?
Breve Estudio Bíblico
Las palabras de Jesús en el Evangelio de san Mateo para este domingo XIII del Tiempo Ordinario son fuertes y con una gran exigencia, pero también son reconfortantes para quienes deciden “tomar su cruz y seguirle”. El contexto del relato es el discurso apostólico que hemos estado escuchando en los pasados domingos y, en esta ocasión, es la conclusión del discurso con las exigencias para quienes está sembrado en su corazón el deseo de ser discípulos de Cristo. Esto conlleva una decisión de vida radical, pues el ser portadores del Evangelio y un Cristo en el mundo no puede estar en un segundo plano, sino que es lo primordial ya que exige un morir al pecado y un vivir para Dios en unión con Cristo Jesús (segunda lectura). Y es que el mensaje de Jesús, del que son portadores y enviados, trae el conflicto y la división incluso hasta en las propias familias de los discípulos que los llevan a la tentación de abandonar la misión para evitar conflictos con sus seres queridos. “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí”, Jesús habla de la dignidad para ser su discípulo. No es el abandonar a los padres, madres, hermanos e hijos, es el abrirse al amor que Jesús mismo predico y actuó; es ensanchar el corazón más allá de los nuestros para formar una familia más amplia y universal, la Iglesia de Dios. Por ello, la cruz forma parte del seguimiento del discípulo del Señor que ha de estar dispuesto a invertir su vida para lograr ganar la recompensa de Dios, la vida eterna en su Reino. En este caminar de la misión el discípulo no está solo, el mismo Cristo Jesús se revela en quienes lo anuncian y son la estructura de la Iglesia: los apóstoles, cuyo poder se relaciona con Dios; los justos, que son quienes viven desde su voluntad; los testigos (pequeños discípulos) que se han mantenido fieles en las persecuciones y adversidades a causa de su fe en Cristo. No todo será rechazo y fracaso, pues también habrá hombres y mujeres que reciban a los mensajeros del Señor y ninguno que los acoja quedará sin recompensa; tal como la mujer de la ciudad de Sunem al recibir a Eliseo (primera lectura). Esto es testimonio de las palabras de Jesús: “El que los recibe a ustedes, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” (Mateo 10, 40).
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Cuando una persona no ama a Jesucristo y mira la cruz, ¿qué ve? ¿Qué ves tú?
¿Estoy consciente que soy un peregrino de este mundo y que Dios me llama, cada día, a invertir mi vida en las cosas del Cielo para lograr la recompensa de la vida eterna en su Reino? ¿Cómo vivo esta realidad?
¿Soy capaz de asumir las exigencias de Jesús para ser su digno discípulo? ¿Qué me falta?
¿Qué te hace reflexionar el Evangelio al saber que a causa de profesar tu fe en Dios te puede enfrentar a adversidades y rechazos incluso en el seno de tu familia? Referente a esto, ¿qué te dicen las palabras de Jesucristo?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
tu misericordia es eterna
no abandones la obra de tus manos.
Me es suave la carga de la cruz cuando estoy contigo pues,
por oscura que sea la noche y por cansado que sea el camino,
el reposar en Ti me es dulce y me reanima a continuar.
Ahora tus palabras me enseñan a aceptar y a cargar mi cruz,
No me faltes nunca en mi peregrinar.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
«Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor»
(Salmo 88).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
¿Ya tienes preparado tu vaso de agua fresca para dar a un discípulo de Cristo?
Propuesta: Oremos por nuestros sacerdotes, religiosas, misioneros y seminaristas. Da ese vaso de agua fresca, apoya si te es posible económicamente a uno de ellos o mejor aún, con tu oración. Dios te recompensará.
Primera Lectura: 2 Reyes 4, 8-11. 14-16.
Salmo 88
Segunda Lectura: Romanos 6, 3-4. 8-11.
Color: Verde