MC Luis Alfredo Romero T./ Comunicólogo
Cuando somos víctimas de alguien y el abusador trata de convencernos de que sólo lo que él dice es lo cierto; que lo que pensamos o sufrimos, sólo existe en nuestra mente, como resultado de nuestra imaginación, alucinación o locura, somos víctimas del gaslighting (luz de gas). Así identifican los psicólogos y psiquiatras este efecto manipulador del abuso mental o físico.
Con esta manipulación nos mienten, nos engañan, nos seducen, nos dan datos falsos o medias verdades para que actuemos y pensemos conforme el otro quiere. Cuando dudamos de lo que se nos dice, el manipulador abusivo afirma que estamos locos o paranoicos y que estamos siendo manipulados por alguien más.
Este fenómeno manipulador no solamente sucede en la relación entre las parejas, sino que le puede suceder a un país entero – dice Andrés Pascoe, director de Cuestione – y hasta podemos llegar a dudar de nuestra propia percepción.
Cuando se pone en entredicho la actuación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el máximo tribunal de México y uno de los tres poderes en los que políticamente se sustenta nuestro país, entonces sí que debemos reflexionar, y muy en serio, en lo que está pasando o puede llegar a pasar en nuestra patria, como resultado de un autoritarismo presidencial.
Si un juez frena la reforma eléctrica, a la que las cámaras no le quitaron ni una sola coma, y desde la presidencia mandan investigar al juez para conocer a que “oscuros intereses” sirve, la situación se torna grave, ya que el eslogan “…o estás conmigo o estás contra mí” no deja posibilidad de diálogo, el debate se cancela, y eso es totalmente antidemocrático.
No debemos olvidar lo que consagra nuestra Constitución en su artículo sexto cuando se refiere a la libertad de expresión y a la manifestación de ideas de que disfrutamos. Si llovieron solicitudes de Amparo a la propuesta presidencial fue porque algunos mexicanos no la consideraron correcta y solicitaron ser amparados contra cualquier acto de autoridad, dado que lesiona sus intereses, y el juez consideró procedente la solicitud de amparo.
Por otra parte como mexicanos tenemos todo el derecho de estar informados de todos los pormenores que suceden en la colectividad y no se considera correcto ocultar la verdad de algunos hechos de interés general. Esta libertad de expresión permite que las personas manifiesten ideas contrarias a las de la autoridad, continua diciendo el sexto constitucional.
Al referirse al funcionario y a la función pública, el Maestro universitario y politólogo Alfonso Bravo considera como la primera función del Estado y de sus trabajadores, garantizar la vida, la familia y los bienes de los habitantes del Estado. Esto se debe hacer con eficiencia y con eficacia. Hacerlo rápido y de manera adecuada y con una correcta utilización de los recursos. “Hay corrupción cuando el funcionario público no se desempeña con esas características y cobra por hacerlo”
Con estos antecedentes nos surge una segunda pregunta ¿están cumpliendo eficiente y eficazmente su trabajo los funcionarios públicos?
Porque los funcionarios públicos están obligados a respetar el derecho de petición de los ciudadanos cuando éste se realiza de manera pacífica y respetuosa. El funcionario no debe olvidar que sólo puede hacer lo que la lay le permite, mientras el ciudadano puede hacer todo aquello que la ley no le prohíbe. No se puede entonces atentar contra las instituciones ni estar modificando nuestra ley máxima por antojo o por capricho y así forzar un resultado personal de cualquier funcionario público.
Es el momento de participar en el debate y la acción política, pues los católicos somos altamente participativos, como se manifiesta en la Asamblea dominical donde nos reunimos y participamos en el acto más sublime de la redención, la Asamblea Eucarística.
No olvidemos el pensamiento de Juan XXIII y Juan Pablo II cuando consideraron que el sinónimo de la democracia no era simplemente el voto, sino la participación. Participar es actuar, llevando el evangelio fuera de los muros de nuestra parroquia a través de acciones concretas
Simplemente imaginemos el problema que se vendrá sobre la sociedad mexicana si no participamos. Porque si no lo hacemos nosotros, otros lo harán. Preguntémonos en qué medida participamos en la vida de la ciudad, del estado o del país, porque construir en las calles el bien común, es llevar el evangelio a las calles.